Miembros del Cuerpo de Voluntarios Rusos posan para una foto encima de un vehículo blindado en el cruce fronterizo de Gráivoron en Kozinka, región de Bélgorod (Rusia).

Miembros del Cuerpo de Voluntarios Rusos posan para una foto encima de un vehículo blindado en el cruce fronterizo de Gráivoron en Kozinka, región de Bélgorod (Rusia). Reuters

Europa

Los avances ucranianos en Klishchiivka amenazan el control ruso de Bakhmut 3 días después de tomarla

Rusia trata de mantener el control sobre Bakhmut, derruido, mientras Ucrania amenaza frontalmente desde el oeste y sigue avanzando por el sur.

24 mayo, 2023 02:41

Entre tanta hermenéutica respecto a las declaraciones del pasado fin de semana de Volodímir Zelenski en Hiroshima, se olvida a menudo lo esencial: Bakhmut no existe. Así lo venía a decir el presidente ucraniano, más allá de confirmar o negar que estuviera en manos rusas. Lo que en su día fue Bakhmut, una ciudad de 73.212 habitantes en el lado oeste de la región de Donetsk, hoy es un montón de gravilla, cráteres, edificios derruidos y cadáveres por las calzadas. Eso es lo que, después de diez meses de lucha sin cuartel, ha "liberado" el Grupo Wagner, con su dueño Eugeni Prigozhin a la cabeza.

En consecuencia, la cacareada "toma" de Bakhmut no es en realidad más que la toma de algún edificio más que siga en pie, dos o tres calles, tantos cientos de metros… sin una utilidad bélica alguna. No hay infraestructuras en Bakhmut que permitan el uso de la antigua ciudad para algún fin militar. No hay posibilidad de albergar tropas para reemplazos en otros lugares del frente y es dudoso que se pueda usar siquiera la estación de ferrocarril, que en cualquier caso ya estaba desde hace un mes en manos rusas.

Lo importante ahora mismo son los flancos. Prigozhin, con el permiso de Putin y la colaboración en su momento de Surovikin —conocido como el "perro sanguinario" del Kremlin—, antes de caer en desgracia, se metió en Bakhmut en parte por intereses personales (las minas de sal de Soledar, que tanto recuerdan a las que Wagner controla en África, la posibilidad de medrar políticamente en el entorno de Putin…) y en parte por la posibilidad que daba la ciudad, en caso de retirada ucraniana, de afirmar el frente este y asediar desde el sur las localidades clave de Sloviansk y Kramatorsk.

Sin embargo, no hubo retirada, no hay avance posible sin munición y sin hombres para ello y, por mucho que este martes se lanzara un bombardeo sobre Chasiv Yar, lo cierto es que el anuncio de retirada de Wagner, prevista para este jueves, deja al Ejército ruso en un gran problema: ¿Cómo mantienes el control sobre un espacio derruido mientras el enemigo te amenaza frontalmente desde el oeste y sigue avanzando por el sur, hacia Klishchiivka, desde Ivanivske, y resiste los contraataques en la localidad de Khromove, al norte de la T0504?

Azov en Klishchiivka

Aunque en principio no parece que el objetivo de Ucrania sea retomar Bakhmut -insistimos, un lugar que ya no existe y cuya reconquista solo supondría un gasto armamentístico y de vidas humanas innecesario-, lo cierto es que el avance por los flancos hace que el control de los restos de la ciudad se complique, así como la propia supervivencia en el día a día de los soldados que vayan a sustituir a los mercenarios del Grupo Wagner.

Si Ucrania sigue avanzando, tarde o temprano esas tropas quedarán embolsadas e inutilizadas. No es de descartar que tengan que retirarse como ya se retiraron de las regiones de Sumy, Járkov y Jersón. La tercera Brigada de Asalto Azov afirma tener Klishchiivka a tiro de piedra, lo que supondría un primer paso para llegar a la T0513 y cortar otra posible línea de suministro a Bakhmut desde Gorlovka. Como decíamos antes, el objetivo no solo sería avanzar por avanzar, que es la táctica favorita de los rusos, sino capar recursos. Desgastar y descolocar al ejército enemigo todo lo posible.

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En esta situación, no sería descartable que Putin obligara a Prigozhin a quedarse en Bakhmut. No tiene medios para sustituir a sus hombres y su presencia es obligada si se quiere seguir luchando por la zona este de Khromove y detener los avances en el sur sin tener que mandar hombres desde Zolote, Popasna o Severodonetsk. Cualquier movimiento de piezas puede desencadenar un posterior ataque en otra zona. De momento, la contraofensiva ucraniana se está limitando a eso: tanteos estratégicos en determinadas zonas en busca de alguna debilidad.

El peligroso ejemplo de Bélgorod

La llegada de más armas debería cambiar la situación o al menos así lo ha dado de entender en repetidas ocasiones el propio Zelenski (la ministra Margarita Robles afirmó este martes que seis de los diez tanques prometidos ya están en Ucrania, aunque descartó la venta de F-16 o la formación de pilotos para este tipo de avión, ya que el ejército español trabaja con F-18). Ahora bien, es raro que, de tener que optar por un punto de ruptura en el frente, este sea Bakhmut. Con tener ahí a las tropas rusas preocupadas por no perder lo conquistado es más que suficiente.

Hay que tener en cuenta que la ofensiva de invierno de Rusia parece haber acabado ya con un 0,1% del territorio ucraniano conquistado. No ha habido avances significativos en todo el frente más allá de la citada destrucción de Bakhmut. No se espera, por lo tanto, que la situación cambie y, teniendo en cuenta que Rusia tiene en el este a sus mejores hombres, tanto de Wagner como de su ejército regular, lo más sensato sería atacar el sur del Dniéper, donde las defensas pueden ser más permeables.

[Un grupo ruso anti Putin ataca Bélgorod: "Hay que poner fin a la dictadura del Kremlin"]

El ejemplo de la frontera con Bélgorod no deja de ser sintomático de los problemas que tiene Rusia a la hora de organizar sus defensas. Que unos cuantos cientos de milicianos consigan entrar en el país por el puesto de control, tomen dos aldeas y obliguen al Kremlin a mandar refuerzos, es preocupante cuando menos. Teniendo en cuenta que el encargado de poner orden es el general Alexander Lapin, responsable del desastre de Bilohorivka hace justo un año, cualquier cosa es posible.