Las últimas imágenes de Maks Levin en la guerra de Ucrania.

Las últimas imágenes de Maks Levin en la guerra de Ucrania. Javier Carbajal

Europa

Después de 100.000 bajas, las mujeres de los militares rusos por fin levantan la voz

No son solo las madres las que se preocupan por sus hijos. Se empieza a notar el desasosiego de las esposas de los enviados al frente.

30 junio, 2022 03:51

Si hace tres semanas, estimábamos en 20.000 el número de soldados rusos fallecidos desde el inicio de la invasión de Ucrania el 24 de febrero, este miércoles el secretario de defensa británico, Ben Wallace, afirmaba que la cifra había subido hasta 25.000. Siguiendo el cálculo habitual por el que el número de heridos y capturados acostumbra a ser tres veces el de fallecidos, Rusia habría perdido ya 100.000 hombres en poco más de cuatro meses. Todo, para avanzar apenas unas decenas de kilómetros en el este desde las posiciones del tratado de Minsk, y hacerse con los puertos del Mar del Azov y el Mar Negro que están ahora en el blanco de la contraofensiva ucraniana.

Este elevado número de bajas (recordemos que, al principio de la contienda, Rusia quiso asombrar al mundo juntando entre 150.000 y 200.000 hombres en la frontera con Ucrania) está provocando la necesidad de encontrar reemplazos donde sea. Aunque Vladimir Putin es reacio a la movilización general, y menos aún en Moscú o San Petersburgo, donde más resistencia puede encontrar esa medida entre las clases medias-altas del país, el ejército intenta que el reclutamiento voluntario sea lo más atractivo posible con contratos inmediatos y ayudas a los familiares. Se calcula que el sueldo para los destinados a Ucrania puede rondar los 3000 dólares.

El problema es que no parece estar funcionando. Para conquistar el Donbás y retener el sur, puede que con lo que tiene, a Rusia le valga. Si quiere avanzar al menos hasta la frontera natural del río Dniéper y tomar en el norte la ciudad clave de Járkov, necesita muchos más hombres… y ni siquiera los reclutas parecen querer participar de esta locura por mucho dinero que les ofrezcan. El hecho de que la Duma vaya a cambiar en breve la ley para poder enviar inmediatamente a los nuevos reclutas al frente, aligerando así los plazos de formación, está produciendo un efecto bumerán en todo el país.

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Como en los viejos tiempos de la Unión Soviética, las familias están haciendo lo posible por ocultar a sus hijos en edad de servicio militar, pagando sobornos, incluso, allá donde es preciso. La especialista estadounidense de la Rand Corporation, Dara Massicot, afirmaba este miércoles en Twitter que el precio por librarse de la llamada a filas podía estar en torno a los 14.000 rublos (250 euros), lo que cobrarían determinadas autoridades por emitir certificados de exención por cuestiones físicas o mentales inventadas.

Las esposas insumisas de Buryatia

No son solo las madres las que se preocupan por sus hijos. Después de cuatro meses, se empieza a notar el desasosiego de las esposas de los enviados al frente. Recordemos que, en muchos casos, pensaban que iban solamente a unas maniobras en la frontera o a unos ejercicios especiales en Bielorrusia y se han encontrado en primera fila de una de las guerras más sanguinarias de lo que llevamos del siglo XXI.

Ante la falta de noticias -Rusia a menudo oculta las defunciones, las disfraza de desapariciones o directamente no informa pese a las peticiones de las familias- dieciséis mujeres y un niño de Buryatia (Siberia) han decidido grabar un vídeo denunciando lo injusto de la guerra y la ausencia absoluta de información respecto a sus maridos, padres e hijos. Las mujeres se identificaron, según informa el Washington Post, como familiares de algunos de los destinados en la Quinta Brigada de Blindados de Tatsin, unidad militar 46108.

El mismo periódico advierte de que al menos treinta soldados de esa unidad -no revela los nombres ni si se trata de los familiares de las denunciantes- han muerto a lo largo de la guerra. Se calcula que al menos 206 soldados de la república de Buryatia, una de las más pobres de la Federación Rusa, han muerto en lo que va de conflicto. En un principio, los funerales eran oficiales y contaban con la presencia del gobernador Alexei Tsidenov, pero hace tiempo que a Tsidenov no se le ve en público y desde luego no en actos de este tipo.

El antecedente de las "madres del Movska"

El Kremlin amenaza con condenas de hasta quince años de prisión a quien “elabore o difunda noticias falsas en torno a la operación militar especial en Ucrania”. El riesgo para estas dieciséis mujeres es enorme, teniendo en cuenta que son fácilmente identificables. Esta, probablemente, sea la razón por la cual la administradora de las redes sociales del grupo, Vera Partilkhaeva, que había denunciado la falta de un escudo legal acorde a la situación, haya decidido borrar el vídeo de sus perfiles y posteriormente haya eliminado dichos perfiles. Tampoco está disponible para la prensa.

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El episodio recuerda a las protestas de las familias de los tripulantes del Movska, el acorazado hundido por misiles ucranianos a mediados de abril. Entonces, también las redes sociales se llenaron de protestas de los familiares de los soldados, incluso de reclutas a los que habían enviado a la zona pese a no tener la formación suficiente. La semana pasada, el Comité de Madres de Soldados, muy activo en las guerras de Chechenia de los años noventa y los 2000 y totalmente silenciado en esta ocasión, denunciaba que varios de los supervivientes del hundimiento han vuelto a ser llamados a filas apenas dos meses después de haber salvado la vida in extremis.

Ante la imposibilidad de acceder a información libre y veraz, los ciudadanos rusos dependen de los movimientos sociales para averiguar algo tan básico como si un familiar ha muerto o sigue vivo. A menudo, ni siquiera el Ministerio de Defensa ruso lo sabe, pues los cadáveres se abandonan en las retiradas sin identificar. Queda, en definitiva, el estatus de “desaparecido en combate”, la mayor pesadilla para una familia, condenada así a vivir en la incertidumbre sin posibilidad siquiera de recurrir a la protesta… salvo que estén dispuestos a asumir las consecuencias, por supuesto.