Un médico militar asiste a un soldado ucraniano herido cerca de la línea del frente de Svitlodarsk, en el área de Donetsk

Un médico militar asiste a un soldado ucraniano herido cerca de la línea del frente de Svitlodarsk, en el área de Donetsk EFE\EPA\STR EFE

Europa

Todo lo que Ucrania debe hacer para no convertir Severodonetsk en las Termópilas

Se calcula que el 70% de Sievierodonetsk ya está en manos rusas, aunque el centro de la ciudad haya quedado completamente destrozado.

15 junio, 2022 02:45

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Todas las guerras son distintas y a la vez todas las guerras se parecen. Un ejército superior en número que pretende invadir un país vecino e instalarse en él, pero tiene que hacer frente a un puñado de héroes dispuestos a jugarse la vida con tal de no ceder terreno. Esta es la historia de Ucrania y del Donbás en 2022, como lo fue la de Esparta y Atenas en su lucha contra Persia en el siglo V a.C. Sin duda, el empeño concreto de las tropas de Volodimir Zelenski de evitar a toda costa que los rusos pasen por Sievierodonetsk recuerda a lo que sucedió hace veinticinco siglos, pero hay muchas lecturas que hacer y mucho que aprender de los paralelismos.

Para empezar, por supuesto, el heroísmo vende bien. Tan bien que los espartanos de Leónidas han pasado a la historia del mundo y aún los recordamos incluso en cómics y películas de Holywood. Para continuar, el heroísmo tiene sus peligros y sus riesgos. La idea de Leónidas era resistir y resistir hasta que, tarde o temprano, los persas acabaran replanteándose su ataque y volvieran a cruzar el Mediterráneo. Así fue durante un tiempo… hasta que Jerjes consiguió algo más viejo que el mundo: rodear a las tropas enemigas.

El riesgo en Sievierodonetsk y Lisichansk ahora mismo es exactamente ese: la parte de la resistencia heroica se está dando bien. Tan bien que el Ministerio de Defensa británico anunció el 4 de junio que Rusia controlaría todo Lugansk en solo dos semanas y después de once días estamos prácticamente en la misma situación de entonces. Queda por ver si Dvornikov, como Jerjes, consigue aislar a las tropas enemigas y acabar con su resistencia envolviéndolas contra el río Donets.

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Hasta ahora, las tropas de Lisichansk y Sievierodonetsk se habían podido comunicar por uno de los tres puentes que cruzaban el río. Eso permitía la evacuación de heridos, la llegada de nuevas armas, el reemplazo de soldados… a través de la famosa autopista T1302 que une Lisichansk con Artemivsk y que es la clave de la resistencia ucraniana en la zona. Aunque los otros dos puentes habían sido destruidos en distintos bombardeos, este tercer puente aún resistía. Todo indica a que, desde el lunes, ha dejado de hacerlo.

Soldados ucranianos en las inmediaciones de la ciudad de Severodonetsk.

Soldados ucranianos en las inmediaciones de la ciudad de Severodonetsk.

¿Está Sievierodonetsk aislada o es propaganda rusa?

¿Qué quiere decir eso? Que ya no hay acceso de Sievierodonetsk a Lisichansk ni al revés. Aunque el estado mayor ucraniano ha salido inmediatamente a negar que sus tropas estén rodeadas, la verdad es que parecen estarlo. Como mínimo, tienen un escaso margen de maniobra en caso de necesitar batirse en retirada. Se calcula que el 70% de Sievierodonetsk ya está en manos rusas, aunque el centro de la ciudad haya quedado completamente destrozado. El 30% restante corresponde básicamente a la planta química Azot, que queda justo junto al río, imposibilitando cualquier huida.

La diferencia con las Termópilas es que aquí no hay 300 espartanos y unos cientos más de aliados. Aquí hay miles de tropas de élite, civiles y material importantísimo para la defensa del resto del Donbás. Quedar encajonados en Sievierodonetsk sería una pésima noticia para los ucranianos como la fue para los griegos… peor aún sería quedar encajonados en la frontera de Lugansk y Donetsk después de días y días de mandar tropas a un frente que más bien parece una emboscada rusa para acabar cazando al ratón ucraniano.

Aunque para la Historia haya quedado el heroísmo y la épica, lo cierto es que Persia ganó la batalla de las Termópilas, atravesó el paso sin mayor problema -le tomó una semana, no cuatro meses, de hecho- y llegó hasta Atenas… solo que Atenas estaba ya evacuada y el ejército aqueo supo dar cuenta de sus invasores un año después en Salamina, obligándoles a volver por donde habían venido.

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Hay que evitar un nuevo Mariúpol

Exactamente esa había sido hasta ahora la táctica ucraniana y había salido bien. Ante un enemigo con mayor número de armas y de hombres, lo más sensato era recular a zonas seguras. No estar obsesionado con el color de los mapas ni con los titulares de los periódicos sino esperar la oportunidad. Dejar a Rusia que tomara ciudades vacías, abandonadas, masacradas por su propia artillería… y reagruparse unos kilómetros más atrás, en busca de una mejor posición defensiva o, incluso, de la posibilidad de un contraataque.

Autopista T1302: carretera que une Sievierodonetsk y Lisichansk con Artemivsk.

Autopista T1302: carretera que une Sievierodonetsk y Lisichansk con Artemivsk. Reuters

De hecho, eso es lo que sucedió en Sievierodonetsk, cuando Ucrania pareció entregar la ciudad, pero no hizo sino retirarse para preparar una contraofensiva que, al menos, tiene a las tropas rusas empantanadas, sin posibilidad de avanzar a Lisichansk. Habría que examinar hasta qué punto la voladura de puentes perjudicará en un futuro a un posible ataque ruso sobre esta ciudad, aunque quizá Rusia ya tenga claro que ese ataque tiene que venir por la T1302 y en ningún caso cruzando ríos.

Si no queremos recurrir a comparaciones clásicas, el precedente de Mariúpol está aún cercano, pero con una gran diferencia: Mariúpol fue inevitable. Mariúpol ya estaba cercada cuando quiso defenderse. No hubo un momento en el que las tropas del Batallón del Azov o de la infantería marina pudieran decidir si se iban o se quedaban. Además, en aquel momento, esa resistencia tenía un sentido: evitar el éxito del intento de "guerra relámpago" en el sur. Mientras las tropas rusas estuvieran obsesionadas con Mariúpol y Azovstal no lo estarían con Odesa o con Zaporiyia.

Ahora bien, se perdieron miles de vidas y se perdieron unidades decisivas para el ejército ucraniano. El otro día, calculábamos en unos 40.000 el número de soldados muertos o heridos hasta ahora por el bando de Zelenski -tal vez el doble por el bando ruso- y suponemos que la inmensa mayoría de esos 40.000 soldados eran soldados de élite, lo mejor que se podía enviar a los frentes más disputados para defender el país.

¿Cuántos más puede permitirse perder? ¿Basta el heroísmo y la adrenalina de reservistas y recién llamados a filas para suplir la veteranía y el buen hacer de las tropas de élite que llevan ocho años luchando en Donetsk y Lugansk?

El objetivo de no colapsar

Leónidas dejó muchas frases maravillosas para el recuerdo, pero su ejército fue masacrado. Ucrania no puede permitirse la misma táctica. Obsesionarse con el control de ese 5% de Lugansk puede suponer un desastre en el resto de la defensa del Donbás y una lacra en las supuestas contraofensivas que se anuncian cerca de Izium (sur de la provincia de Járkov) y Jersón (una más que apetecible salida al mar para Ucrania, en la desembocadura del Dniéper).

Nadie le puede pedir a un héroe que deje de serlo porque va con su naturaleza. Las Termópilas eran el único paso que llevaba al ejército persa hacia el norte. Sievierodonetsks hay muchos, como hay muchos Lisichansks. Esta no va a ser una guerra corta salvo que uno de los dos bandos colapse. Sin nada que demostrar ya en términos de valentía, el objetivo debería pasar a ser precisamente ese: no colapsar, bajo ningún concepto. Y luego ya veremos.