Mujeres afganas, en una cola de ayuda a personas desplazadas en Kabul, Afganistán.

Mujeres afganas, en una cola de ayuda a personas desplazadas en Kabul, Afganistán. Reuters

EEUU

La Administración Trump ya no ve prioritario combatir el "apartheid de género" que sufren las mujeres en Afganistán

La representante estadounidense ante el Consejo de Seguridad señala que Washington ahora prima la seguridad de ese país y la estabilidad regional.

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La discriminación que sufren las mujeres bajo el régimen de los talibanes en Afganistán, la más aguda del mundo en el ámbito institucional, ha dejado de ser una prioridad para la política exterior de Estados Unidos con ese país, informó este lunes la representante estadounidense ante el Consejo de Seguridad, Dorothy Shea.

"Nuestro foco en Afganistán se ha reducido", explicó en una sesión periódica dedicada al país asiático la representante estadounidense citando al presidente, Donald Trump, y al secretario de Estado, Marco Rubio.

"Es nuestro interés mutuo garantizar que Afganistán nunca vuelve a acoger a terroristas, no practica la diplomacia de los rehenes y es un contribuyente neto a la estabilidad regional, en lugar de un detractor", afirmó.

Sin embargo, Shea no citó ningunas de las discriminaciones a las que se enfrentan las mujeres en este país, sobre todo tras el regreso al poder del régimen talibán.

Entre ellas, las niñas no pueden asistir a la escuela más allá del sexto grado y las mujeres tienen vetado el acceso a la universidad y a la mayoría de espacios de aprendizaje.

También, las mujeres tienen prohibido trabajar en la mayoría de los sectores, incluidos cargos públicos y organizaciones internacionales, e incluso en la ONU. Sólo se permite un número reducido de doctoras y enfermeras en condiciones muy restringidas.

Tampoco disfrutan de libertad de circulación en el espacio público, ya que sin la presencia de un mahram (acompañante masculino), las mujeres no pueden salir de casa, viajar o incluso acceder a servicios básicos como la atención médica.

El control sobre las mujeres llega a todos los rincones de la vida cotidiana. Se han impuesto normas como el uso obligatorio del hiyab, la prohibición de usar transporte público sin mahram, la prohibición de actividades deportivas, de ir a parques o baños públicos.

Tampoco pueden participar en la vida política, ni ocupar cargos públicos, ni ser visibles o escuchadas en la toma de decisiones que afectan sus vidas.

Por todo ello, además de la violencia y la represión contra las pocas que se atreven a alzar la voz o desafiar estas restricciones, expertos de la ONU y ONG califican la situación que viven las mujeres en Afganistán como un "apartheid de género", es decir, un sistema de segregación y dominación total basado en el sexo, equiparable a los crímenes de lesa humanidad por su carácter sistemático y su intención de someter a las mujeres y niñas.

Pese a omitir la representante estadounidense ante el Consejo de Seguridad, todas estas discriminaciones, los demás países que tomaron la palabra sí citaron en todos los casos la situación de las mujeres afganas.

La directora de ONU Mujeres, Sima Bahous, reprochó que esta discriminación sistémica haya dejado de ser noticia salvo cuando se implanta una nueva prohibición para las mujeres, prohibiciones que en ningún caso se han revertido.