En portada | El controvertido saludo de Steve Bannon en la Conferencia Política de Acción Conservadora

EEUU

Bannon ataca al 'dos' de Le Pen tras presumir de su saludo nazi en la cumbre ultra de EEUU: "Es más 'marica' que Macron"

El enfrentamiento evidencia las carencias de un movimiento "patriota" que vaya más allá de las propias fronteras y las propias identidades. La propia idea de una "internacional nacionalista" parece tener las patas cortas.

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Steve Bannon, creador del movimiento MAGA, ideólogo de la derecha alternativa y defensor de lo que él mismo llama "nacionalismo populista", escandalizó al mundo este viernes al hacer el saludo romano -adoptado por los movimientos fascistas de los años veinte y treinta del siglo pasado- al final de su discurso en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC). Dicha conferencia reúne estos días en Washington a los representantes de los partidos de extrema derecha de Europa y América: los "patriotas", según su propia definición.

Tras elogiar enérgicamente a Donald Trump, cuya campaña dirigió en 2015 y a quien sirvió como asesor a su llegada a la Casa Blanca, Bannon levantó el brazo y lo inclinó hacia su derecha, en un movimiento que no admite equívocos. Posteriormente, el activista ultra defendió su gesto al considerarlo "una ola", pero su versión no se corresponde con lo que muestran las imágenes. Según Bannon, ese movimiento "lo hace continuamente" y mencionó de manera explícita un discurso ante los mandos del Frente Nacional francés en 2017.

Precisamente, el número dos de la formación heredera del FN, la Reagrupación Nacional, se fue de la cumbre indignado ante lo que había visto. Jordan Bardella, líder de la extrema derecha en la Asamblea Nacional, tenía planeado intervenir con su propio discurso, pero canceló toda intervención ante lo que consideró un gesto inapropiado por parte de Bannon. Hay que recordar que el elogio constante al nazismo por parte de miembros afines a la administración Trump no solo entra en colisión con los valores de las democracias liberales tradicionales, sino que suponen un insulto para otros movimientos nacionalistas que fueron víctimas de Alemania durante la II Guerra Mundial.

"Patria, pueblo y líder"

En el fondo, el desencuentro entre Bannon y Bardella destapa todas las contradicciones del movimiento "patriota". Es un sinsentido apelar a una "internacional de nacionalismos", cada uno con sus agravios propios, su desconfianza en el vecino y la exaltación de la propia identidad frente a la del resto. Si el extranjero, por definición, es un enemigo, ¿cómo conciliar eso con presuntos intereses comunes más allá de la llamada "guerra cultural"? Luchar contra lo "woke" y contra los valores de la izquierda llega hasta donde llega.

El nacionalismo, desde su irrupción en el siglo XIX con las revoluciones románticas, ha provocado millones de muertos en defensa de las patrias y contra la idea del individuo. No deja de ser curioso que determinados liberales hayan abrazado el movimiento MAGA o hayan pactado con partidos de ultraderecha ignorando que, en el fondo, ellos son tan enemigos como lo pueden ser los socialdemócratas. Los conceptos de "patria, pueblo y líder" tan fácilmente reconocibles en el actual Partido Republicano estadounidense son contradictorios con los de "individuo, libertad y democracia" de los movimientos liberales.

La propia reacción de Bannon ante la protesta de Bardella indica unas altas dosis de "matonismo" e intransigencia. Lejos de disculparse por el gesto, prácticamente calcado al que hizo Elon Musk el día de la investidura de Trump, Bannon acusó a Bardella de dejarse llevar por las interpretaciones de los medios, no haber escuchado el discurso en su totalidad y ser "un blandengue" (el término utilizado en inglés, "pussy", es en realidad algo más duro y homófobo). Lamentó que Marine Le Pen se hubiera decantado por "un chico guapo" que no era aún un hombre de verdad y, para acabar de hacer amigos, dejó claro que le parecía "más blandengue que Macron".

De Breitbart News a The War Room

Aunque Steve Bannon no ocupa ahora mismo puesto alguno en la administración Trump y, de hecho, acaba de salir de la cárcel por un delito de desacato a la Cámara de Representantes -se negó a testificar por su participación en el intento de golpe de estado del 6 de enero de 2021-, su vinculación con el actual gobierno es innegable. Bannon sigue siendo uno de los referentes de Trump, sigue actuando como pegamento entre las distintas sensibilidades del movimiento MAGA y es, con mucho, el más inteligente de todo el entorno del presidente, lo que le hace más peligroso.

Bannon se ha desligado repetidas veces de las tradicionales etiquetas de "izquierda" y "derecha" y no esconde que lo suyo es "populismo" puro y duro, con el matiz de que ese populismo bebe también de la tradición patriótica estadounidense. Bannon estuvo detrás de Trump desde el momento en el que el multimillonario decidió presentarse a presidente a finales de 2014, le acompañó durante toda su primera etapa, tanto desde fuera como desde dentro de la Casa Blanca, y participó activamente en la preparación de la toma del Capitolio que pretendía evitar la nominación de Joe Biden como nuevo presidente.

Curtido en las catacumbas de la "alt-right", Bannon alcanzó fama en todo el país gracias a Breitbart News y ahora sigue difundiendo toda clase de bulos y discursos de odio desde The War Room. Es un tipo culto, preparado y con un discurso bien articulado. Eso le ha permitido conectar a la vez con las clases bajas de la América rural y con las élites de los partidos nacionalistas europeos. Con vocación evangelista, Bannon es un habitual de las cumbres ultras en Europa y ha intervenido en los congresos de prácticamente todos los partidos nacionalistas occidentales.

Precisamente su concepción populista del mundo, centrada en la defensa del trabajador estadounidense y lejana del conservadurismo más económico, moral e incluso religioso del antiguo Partido Republicano o la Cadena FOX, le aleja de figuras como Elon Musk y lo que Bannon llama "broligarcas", con sumo desprecio. Recientemente, en entrevista con el New York Times, declaró que el peor presidente de la historia reciente de Estados Unidos había sido George W. Bush y llegó a elogiar a Bernie Sanders, por considerarle tan populista como él.