EEUU da por acabada la guerra de Gaza y exige a Arabia Saudí que normalice las relaciones con Israel a cambio

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EEUU da por acabada la guerra de Gaza y exige a Arabia Saudí que normalice las relaciones con Israel a cambio

Netanyahu estaría dispuesto a no poner pegas a que Arabia Saudí accediera a la tecnología estadounidense con un mayor compromiso diplomático.

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La visita del príncipe heredero, Mohamed bin Salman, a Washington, la próxima semana, puede sentar las bases de un ambicioso acuerdo diplomático que permita una gran esperanza de paz en Oriente Próximo.

Al empezar el otoño de 2023, la Administración Biden tenía prácticamente cerrada la normalización de las relaciones bilaterales entre Israel y Arabia Saudí.

Era un paso de gigante que llegaba tres años después de los Acuerdos de Abraham, en los que Bahréin y Emiratos Árabes Unidos habían reconocido al estado hebreo y establecido lazos diplomáticos con el mismo.

Dichas negociaciones eran una esperanza para el pueblo palestino, pues presumiblemente Mohamed bin Salman, el príncipe heredero saudí, conseguiría ablandar la posición de Netanyahu respecto a la solución de los dos estados y era, sobre todo, un varapalo para Irán, que quedaba completamente aislado tras el acuerdo de sus dos grandes enemigos en la región.

De hecho, los propios Acuerdos de Abraham solo se entienden a partir del recelo de árabes y judíos ante el régimen de los ayatolás.

No es casualidad que todo se viniera abajo con el salvaje atentado de Hamás el 7 de octubre de ese año. Hamás, el grupo terrorista apadrinado por Irán y por Catar, otro tradicional enemigo de Arabia Saudí y de Israel, puso fin a cualquier posibilidad de acuerdo.

Conscientes de que su masacre conllevaría una reacción inmediata y desmesurada por parte del gobierno de Netanyahu, Irán, a través de los terroristas, conseguía desactivar la diplomacia entre saudíes e israelíes.

“Es hora de que cumpláis”

Eso no quiere decir que las negociaciones no siguieran en el más absoluto de los secretos. Mientras en público, la monarquía saudí condenaba a Israel y defendía a los gazatíes; en privado, bin Salman, conocido en la esfera diplomática como MBS, siguió transmitiendo tanto a Joe Biden como a Donald Trump su voluntad de llegar a un acuerdo “una vez todo acabe”.

Ahora, según el presidente estadounidense, es cuando ha llegado el momento. En una conversación telefónica desvelada por el portal de noticias Axios, el propio Trump habría exigido al príncipe heredero saudí que hiciera honor a su palabra.

“La guerra de Gaza ha terminado, hemos hecho lo que nos habéis pedido, es hora de que cumpláis”, habrían sido las palabras de Trump según las fuentes consultadas por el prestigioso periodista Barak Ravid.

El tema será sin duda uno de los más importantes a tratar durante la visita de MBS a Washington, prevista para el próximo martes 18 de noviembre. La conexión entre los dos líderes es absoluta desde el primer mandato del neoyorquino y ambos ambicionan un Oriente Próximo pacífico, sin imperialismos ni dogmatismos y centrado en la prosperidad y el comercio.

En ese sentido, ya en el viaje que Trump hizo al reino saudí en mayo se cerraron acuerdos por valor de unos 600.000 millones de dólares. Se espera que en esta ocasión suceda algo similar.

Vencer el recelo israelí

Ahora bien, para el reconocimiento oficial de Israel y la suma de Arabia Saudí -también se está negociando con Siria tras la caída de Al Assad- a los Acuerdos de Abraham, algo que, muy probablemente, daría a Trump su ansiado Premio Nobel de la Paz, hay varios obstáculos que sortear.

El principal es, precisamente, la supuesta paz en Gaza y sus términos. Aunque se haya adherido al llamado “Plan Trump”, a Israel no le hace ninguna gracia que este contemple un futurible estado palestino controlado por Fatah.

Es cierto que, para ello, tienen que cumplirse varios supuestos: la rendición total de Hamás, la implantación en Gaza de una fuerza internacional controlada por un gobierno de coalición y la posterior cesión del poder a la Autoridad Palestina.

Estaríamos hablando de bastantes años, pero lo mismo a lo que se agarra Arabia Saudí es lo que Israel rechaza de plano, una opinión bastante transversal en el espectro político israelí y en su sociedad civil.

Lo más probable es que Mohamed bin Salman obligue a Netanyahu a algún tipo de reconocimiento expreso de la solución de los dos estados o al menos a un mayor compromiso con el Plan Trump.

Dicho esto, Israel tiene también sus armas de negociación: Arabia Saudí busca con Estados Unidos un plan de defensa similar al que Washington acordó con Catar tras los ataques a la delegación de Hamás en Doha. Aparte, busca la venta de varios F-35 de última generación, un armamento del que, en la zona, solo dispone Israel.

Un F-35 Israelí.

Un F-35 Israelí. Reuters

Acuerdos sobre tecnología

Y eso es así porque, desde hace décadas, existe un acuerdo no escrito entre Tel-Aviv y Washington por el cual Israel no solo tiene prioridad ante cualquier nueva tecnología estadounidense, sino que puede vetar la venta de esa tecnología a los países árabes.

Sin duda, Netanyahu estaría dispuesto a no poner pega alguna si Riad diera alguna señal de mayor compromiso diplomático. Tal vez no un reconocimiento oficial si no se dan las circunstancias, pero sí algún tipo de acuerdo comercial, como sucedió en su momento con los Emiratos.

Sobre la mesa, estará también la venta de chips y tecnología IA a Arabia Saudí, algo en lo que probablemente Israel querrá ser consultado. El problema para Netanyahu es que Trump está acostumbrado a saltarse todas las convenciones y siente que los dos países le deben algo, así que intentará que, ante todo, lleguen a un acuerdo que le convenga a él, tanto en lo económico, como en lo político.

Si Arabia Saudí e Israel quieren que Estados Unidos ponga paz en Oriente Próximo e intervenga contra Irán cuando sea preciso, ambos tendrán que ceder.

El alcance de esa cesión es lo que hay que discutir, sin dejar de mantener un ojo en la capacidad de Irán para reconstruir su programa nuclear o de Hamás para intentar perpetuarse en el poder en la Franja de Gaza.

Son dos cuestiones que no convendría dar por cerradas, pero que, si efectivamente se cierran con éxito, pueden dar paso a décadas de paz en Oriente Próximo, algo inimaginable durante tantísimo tiempo.