Erika Kirk, la viuda de Charlie Kirk.

Erika Kirk, la viuda de Charlie Kirk. YouTube

Mundo

La viuda de Kirk convierte su dolor en un "grito de batalla": "No tenéis idea de lo que habéis desatado en este país"

Erika Kirk ha aseverado en un discurso que el movimiento que construyó su marido "no morirá".

Más información: El asesino de Charlie Kirk es Tyler Robinson, de 22 años: escribió en las balas "fascista, atrápala" y el "Bella Ciao"

Publicada
Actualizada

Erika Kirk, la viuda del activista conservador Charlie Kirk asesinado el pasado miércoles en un campus universitario de Utah, ha pronunciado este sábado un discurso junto a la silla sobre la que solía grabarse su marido. Durante el mismo ha asegurado que su legado no morirá con él. Al contrario: su voz –ha dicho– prevalecerá.

Además, Erika quiso dirigirse a quienes han celebrado estos días la muerte de Charlie Kirk: "No tenéis ni idea del fuego que habéis prendido en mí, su esposa, y el llanto de esta viuda resonará en todo el mundo como un grito de guerra". Y añadió: "Si antes pensabais que la misión de mi esposo era poderosa no tenéis idea de lo que habéis desatado en este país y en el mundo".

La viuda del activista también quiso agradecer a los servicios de emergencia su rápida intervención tras el disparo, al personal de Charlie Kirk su apoyo y a la Casa Blanca su cariño. "Presidente", dijo dirigiéndose directamente a Donald Trump, "mi esposo lo quería y él sabía que usted también lo quería a él". Luego dio las gracias al vicepresidente JD Vance y a su esposa, Usha Vance, por haber acompañado al ataúd de regreso a Arizona.

Erika conoció a Charlie Kirk en 2018. Ella –que ya había sido coronada Miss Arizona– tenía entonces 29 años y él apenas 24. En 2021 se casaron y, no mucho después, nació su primera hija (el segundo hijo de ambos nació en mayo del 2024). Actualmente, Erika estudia un doctorado en Estudios Bíblicos y presenta un pódcast, también de naturaleza bíblica, llamado Midweek Rise Up.

Actos cancelados

Las tensiones vuelan alto en Estados Unidos desde el día del asesinato. Al margen del cierre de varias universidades tras recibir amenazas anónimas y de la amenaza de bomba registrada en la sede del Comité Nacional Demócrata, en Washington, son muchas las figuras políticas que han aumentado sus medidas de seguridad.

Por ejemplo: la famosa congresista Alexandria Ocasio-Cortez, paladín del ala más izquierdista del Partido Demócrata y diana frecuente de las críticas lanzadas desde el ecosistema trumpista, decidió cancelar un evento en Carolina del Norte por "motivos de seguridad".

Asimismo, el comentarista político conservador Ben Shapiro hizo lo propio en Los Ángeles y la congresista Nancy Mace, del Partido Republicano, ha declarado ante la prensa que no va a celebrar ningún acto público próximamente porque teme por su seguridad. Es más: dijo que iba a empezar a portar un arma de fuego en aquellos estados que lo permitan.

Violencia política

Aunque en el discurso que pronunció nada más conocer lo sucedido Trump cargó contra “la izquierda radical”, lo cierto es que en los últimos años la primera economía del mundo ha presenciado una ola de violencia política que ha afectado a gente de ambos partidos.

Muchos observadores señalan el 2011, y más concretamente el atentado que sufrió la congresista progresista Gabrielle Giffords, como el comienzo de la ola de violencia política contemporánea que afecta al país.

Giffords, que aquella mañana se encontraba participando en un pequeño acto de su partido en Arizona, resultó herida de gravedad al recibir un disparo en la cabeza por parte de un joven que no parecía tener una ideología política definida pero que consumía teorías de la conspiración en serie y desconfiaba profundamente de las autoridades.

Años más tarde, en 2017, se produjo un tiroteo contra varios miembros del Partido Republicano en Virginia. Resultó herido de gravedad el congresista Steve Scalise y el tirador, un activista de izquierdas de 66 años, resultó muerto durante el incidente.

Desde entonces los episodios de violencia dirigidos expresamente contra representantes políticos del Estado se han multiplicado.

En octubre del 2020, por ejemplo, el FBI detuvo a trece personas vinculadas a una milicia llamada Wolverine Watchmen mientras planeaban el secuestro de Gretchen Whitmer, la gobernadora de Michigan y una de las personalidades más destacadas del Partido Demócrata.

Meses después de aquello, en enero del 2021, cientos de simpatizantes trumpistas asaltaron el Capitolio con intención de detener el nombramiento de Joe Biden como presidente de Estados Unidos alegando que se estaba cometiendo "fraude electoral".

Entre quienes asaltaron el edificio había miembros de grupos ultraderechistas como los Proud Boys e integrantes de milicias antigubernamentales como Oath Keepers. Se calcula que, entre quienes murieron ese día y quienes se suicidaron durante los meses siguientes a causa de lo ocurrido ese día, el asalto al Capitolio dejó nueve muertos.

Año y medio después de aquellos hechos, en octubre del 2022, una persona entró en la residencia de Nancy Pelosi, que entonces era presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, y atacó con un martillo a su marido: Paul Pelosi. Según pudo saber la policía cuando detuvo al agresor, un derechista llamado David DePape, éste tenía como objetivo secuestrar a Nancy Pelosi para “interrogarla”.

Y el pasado verano la víctima fue el propio Trump cuando, primero en julio y luego en septiembre, sufrió dos intentos de asesinato.

El primero fue el más grave ya que el tirador que pretendía matarle –un joven llamado Thomas Matthew Crooks sin filiación política conocida– logró apretar el gatillo y rozar la oreja del entonces candidato presidencial, que aquel día se encontraba en Pensilvania dando un mitin. Antes de ser abatido, Crooks mató a un miembro del público llamado Corey Comperatore e hirió a otros dos asistentes de gravedad.

El segundo intento no llegó a consumarse porque los agentes del Servicio Secreto lograron avistar a Ryan Wesley Routh oculto entre la maleza de un campo de golf de Florida antes de que tuviese a Trump a tiro. En el momento del intento de asesinato Routh, votante del Partido Demócrata hasta el 2012, llevaba tiempo alarmando a sus conocidos debido a un comportamiento tan visceral como errático. Hasta el punto de que al menos una de esas personas habría informado al FBI de su existencia.

Desde entonces, o sea en el último año, la primera economía del mundo ha asistido al ataque contra el edificio del Comité Nacional Demócrata en Arizona; ha sido testigo del ataque contra la sede del Partido Republicano en Nuevo México; ha visto cómo la casa del gobernador de Pensilvania –Josh Shapiro; otra de las figuras más importantes del Partido Demócrata– ardía a causa de un ataque con bombas incendiarias; ha presenciado el asesinato de dos empleados de la embajada de Israel en Washington; ha contemplado cómo en Colorado se atacaba con bombas incendiarias una marcha en apoyo a los rehenes israelíes que siguen en manos de Hamás; y se ha horrorizado ante el tiroteo de dos legisladores del Partido Demócrata –Melissa Hortman y John Hoffman– y sus cónyuges en Minnesota.

También hay quien incluye en esa lista el asesinato de Brian Thompson, el consejero delegado de la aseguradora médica UnitedHealthcare, cometido por un joven llamado Luigi Mangione en Manhattan el pasado mes de diciembre. Según aseguró posteriormente Mangione, su decisión de matar a Thompson respondía a que “esos parásitos [una alusión al sector de las aseguradoras médicas] se lo han ganado”.

Aunque las muestras de condena tras la muerte de Thompson se sucedieron entre las élites políticas del país, mucha gente en Estados Unidos y en otros lugares simpatizó –y simpatiza– con lo que hizo Mangione.

Más allá de todo lo anterior, también se encuentran en la diana los jueces y los fiscales. Si tomamos el año 2021 como referencia se puede afirmar que las amenazas contra los magistrados federales se han duplicado hasta alcanzar las 457 en 2023, según los datos que maneja el Servicio de Alguaciles.

No es de extrañar, por tanto, que el 73% de los estadounidenses considere la violencia política como uno de los problemas más graves del país, según una encuesta reciente llevada a cabo por Marist.

Monitorizar el 'después'

Por lo pronto la Casa Blanca se ha comprometido a revisar minuciosamente las declaraciones de quienes se han metido con Charlie Kirk –quien se declaraba un defensor acérrimo de la libertad de expresión– y tomar medidas al respecto.

En paralelo el secretario de Defensa, Pete Hegseth, ha asegurado que su agencia está siguiendo de cerca a cualquier militar que haya celebrado, o se haya burlado, de la muerte de Kirk. Y Christopher Landau, subsecretario de Estado, ha sugerido que la administración retirará los visados de aquellos extranjeros que festejen el asesinato.

Asimismo el representante Clay Higgins, del Partido Republicano, ha prometido usar toda su autoridad para solicitar la prohibición inmediata, y de por vida, de las redes sociales a cualquiera que “menosprecie el asesinato de Charlie Kirk”.