Vehículos militares en una carretera en la región de Jersón, en Ucrania.

Vehículos militares en una carretera en la región de Jersón, en Ucrania. Viacheslav Ratynskyi Reuters

Mundo

EEUU anima a Ucrania a llegar hasta Crimea con un ojo en los posibles crímenes de guerra

Kiev no parece tener intención de caer en la trampa del alto el fuego ante un país conocido por su poco respeto a los tratados de paz.

22 noviembre, 2022 04:01

Pese a la situación caótica que viven las ciudades ucranianas por los problemas de suministro de electricidad y agua potable, su ejército sigue manteniendo sus posiciones en el sur y el este del país. La idea es preparar un ataque rumbo a Popasna en el Donbás y de cruzar el Dniéper para echar aún más hacia el sur a las tropas rusas, compuestas en su mayor parte por movilizados de segunda ola. Aunque las posiciones defensivas del ejército invasor parecen -por fin- bien sostenidas en ambos frentes, Ucrania no parece tener intención de caer en la trampa del alto el fuego y la negociación viciada ante un país conocido por su poco respeto a los tratados de paz.

En ese sentido hay que entender las palabras recientes de Mark Milley, jefe del estado mayor de la defensa de Estados Unidos, en las que animaba a Ucrania a seguir atacando hasta el límite de sus fuerzas. Milley cree sinceramente que Ucrania puede ganar esta guerra siempre que se mantenga en clave convencional, pero es consciente de que, para ello, necesitará tiempo y muchísima ayuda. De entrada, la que les brinda su propio ejército con los misiles de media distancia HIMARS.

El problema con este tipo de armamento en la situación actual es doble. Por un lado, su rango máximo de precisión es de setenta kilómetros. Si Ucrania quiere avanzar hacia el sur, necesita estrangular a las unidades que defienden la entrada a Crimea en larguísimas barricadas formadas entre las regiones de Jersón y Zaporiyia. Para ello, sería imprescindible empezar a hacer ahora lo que se hizo este verano para aislar Jersón capital, es decir, dañar todo lo posible las líneas de suministro de retaguardia, las mismas que abastecen, por otro lado, a la propia península de Crimea.

[Hallan cámaras de tortura en cuatro edificios de Jersón "y la búsqueda acaba de comenzar"]

Por otro lado, Ucrania tiene como condición para recibir armamento el que no utilice dicho armamento contra territorio ruso. ¿Qué es Crimea, exactamente? Desde 2014, funciona en la práctica como una provincia más de la Federación presidida por Vladimir Putin. Ahora bien, Kiev no reconoce su independencia ni lo hace la comunidad internacional. En ese sentido, Estados Unidos ha decidido lavarse las manos: que Ucrania decida lo que le compensa. Si consigue avanzar hasta quedar a distancia de tiro de Crimea y considera oportuno atacar, tiene carta blanca para hacerlo. Eso sí, con muchísimo cuidado.

Los daños a civiles

Porque el caso es que aquí nos enfrentamos a un tercer problema: el respeto a los civiles. La estrategia de Serguéi Surovikin desde que quedó al mando de las tropas rusas ha sido la de causar el mayor daño posible a la población ucraniana. Tiene el convencimiento de que, cuanto más sufra el pueblo, más fácil será luego alcanzar un buen acuerdo en una negociación y más claro será el mensaje: estamos dispuestos a lo que sea con tal de ganar esta guerra y eso incluye matar de frío a millones de personas si es necesario.

Tal salvajismo se ha tomado desde el lado ucraniano, lógicamente, como un crimen de guerra. La misma postura han adoptado sus aliados en la OTAN, empezando por los propios Estados Unidos. Ucrania no solo tiene que ganarle una guerra a un ejército en principio superior en número y armas, sino que no puede recurrir al juego sucio para ello. El escándalo por las imágenes de unos soldados rusos tiroteados en el suelo cuando ya habían rendido la posición está demasiado reciente como para añadir más leña al fuego.

Una militar ucraniana abraza a unos niños en la plaza central de Jersón, en Ucrania.

Una militar ucraniana abraza a unos niños en la plaza central de Jersón, en Ucrania. Oleg Petrasyuk Efe

De conseguir el avance al otro lado del Dniéper, Ucrania podría estrangular los suministros de las tropas que defienden la orilla este del río… y estrangular a la propia Crimea. De hecho, la voladura de parte del puente de Kerch ya ha supuesto una disminución del ritmo de abastecimiento a los habitantes de la península. Insistir por ese camino, sería claramente eficaz a la hora de pagar a los rusos con su propia moneda, pero Kiev quedaría en una posición muy delicada y Estados Unidos no lo permitiría. No se intercambia hambre por hambre ni frío por frío.

Cómo y cuándo cruzar el Dniéper

En cualquier caso, primero hay que cruzar el Dniéper, que es la parte más complicada de toda esta estrategia. En las últimas horas, se ha informado de un aumento de ataques anfibios sobre la península de Kinburn, algo que se lleva produciendo desde los días inmediatamente posteriores a la liberación de Jersón. Es cierto que se trata de un territorio poco protegido y que puede servir, en teoría, de cabeza de puente para envolver a las tropas invasoras y atacarlas después desde la retaguardia, pero, en la práctica, el terreno hace dicha operación casi imposible.

["Misiles rusos sobre nuestras cabezas": Murray relata su hora más dura junto a BHL en Jersón]

La península de Kinburn es una zona frondosa y deshabitada. Avanzar por ahí con blindados es complicadísimo y los expondría a ataques furtivos del tipo guerrilla. Ucrania podría hacerse con algo parecido al control de la zona y presumir de que ha cruzado el río por su desembocadura, pero, en realidad, no serviría de mucho. Para poner en aprietos de verdad al ejército ruso, Ucrania necesita cruzar por Nova Kajovka, algo que lleva intentando unas semanas, pero sin aparente éxito… o hacerlo por Vasiliivka, en cuyo caso ni siquiera sería preciso un ataque anfibio como tal, sino que se podría rodear desde Zaporiyia capital hacia el sur.

El problema, claro, es que a los rusos también se les ha ocurrido eso y sus defensas, de momento, aguantan. Aparte, la llegada del frío, la nieve y las heladas va a dificultar muchísimo cualquier clase de avance. Saber jugar con el General Invierno va a ser de vital importancia en los próximos meses, pues va a configurar lo que pueda pasar en primavera. Tal vez, Ucrania no pueda avanzar en sentido estricto, pero si corta el abastecimiento de unas tropas de por sí desmoralizadas, se puede encontrar con el camino abierto en cuanto desaparezca el hielo.

Por otro lado, el riesgo es evidente: dar tiempo a Rusia es darle una segunda oportunidad. Tal vez por eso insistía Milley en la necesidad de continuar los ataques antes de que el invierno lo invada todo. De momento, la pericia estratégica rusa ha brillado por su ausencia, pero no hay que dar por hecho que siempre vaya a ser así. En primavera, llegará un nuevo reemplazo de tropas bien preparadas y suponemos que sustituirán a las desplegadas sobre todo en el sur. Para entonces, Ucrania tiene que haber encontrado la manera de seguir con la iniciativa. Y eso no es solo cuestión de liberar tal o cual ciudad, sino de conseguir dominar las posiciones clave del tablero. Un tablero que incluye definitivamente Crimea, contra todo pronóstico al principio de la operación especial rusa. La gran joya de la corona. Lo único que, en rigor, Putin no se puede permitir perder.