El historiador británico Niall Ferguson.

El historiador británico Niall Ferguson.

Mundo ENTREVISTA

Niall Ferguson: "China se alegra de la crisis en Ucrania: así EEUU y la UE no piensan en Taiwán"

Niall Ferguson, uno de los historiadores más respetados e influyentes del mundo, habla sobre el error de los confinamientos durante la pandemia y de las posibilidades de un enfrentamiento de Occidente con Rusia y China por Ucrania y Taiwán.

2 febrero, 2022 06:00

Niall Ferguson (Glasgow, 1964) sostiene que el último desastre ha sido una pandemia y que el próximo será una guerra. A la luz de los acontecimientos en Ucrania, se hace difícil llevarle la contraria.

Ferguson es uno de los historiadores más leídos y el más reputado de los británicos. Es también columnista de Bloomberg e investigador principal de la Hoover Institution, un laboratorio de ideas integrado en la Universidad de Stanford (California).

Su nombre aparece en la lista de los más influyentes del mundo de la revista Time, y su último y ambicioso libro, Desastre (Debate), analiza las grandes calamidades de la historia (de pandemias y guerras a volcanes y terremotos) y su inevitable factor humano: "El mundo siempre fue vulnerable. Nosotros hemos hecho que lo sea aún más".

Usted considera que los confinamientos por la Covid fueron un error.

Pero eso no significa que no debimos hacer nada. No era una opción, habríamos tenido más muertos. Mi argumento es que pudimos ser más listos, que debimos copiar a Taiwán y Corea del Sur y que sin embargo imitamos a China, pero sin poder controlar nuestras sociedades como los chinos. Nuestros confinamientos no son efectivos porque, para aplicar con éxito estas políticas, necesitas un poder coercitivo que ninguna democracia occidental posee sobre su pueblo.

¿Qué hizo Taiwán?

Taiwán consiguió controlar el virus sin confinar a su ciudadanía, salvo por un breve periodo el año pasado. El número de personas que ha muerto de Covid allí es tan pequeño que no han registrado un exceso de mortandad. Desde que terminé el libro, he ido acumulando pruebas de que los costes del confinamiento, que son sociales, educativos y sanitarios por otras dolencias, han sido muy altos. Y creo que son factores que quedaron fuera de los cálculos.

En España se podría plantear si ha hecho más daño la gestión de la crisis que la propia crisis.

La tasa de letalidad es enorme, pero no estamos hablando de una de las grandes pandemias de la humanidad. El VIH ha matado a más personas de las que jamás matará la Covid. Y, sin embargo, el impacto económico de esta pandemia es mayor que el de la Segunda Guerra Mundial. Cuando podamos hacer un análisis pormenorizado de los costes y los beneficios, comprobaremos que nos hemos infligido un daño muy profundo, sobre todo en 2020, por una enfermedad que apenas supone una amenaza para los jóvenes. Con una enfermedad con una letalidad del 8,9%, por dar una cifra, tendrías razones para ordenar un confinamiento severo. Pero no se da el caso.

¿Habría venido bien tener un análisis histórico de las pandemias a mano?

Ese es el motivo por el que, en buena medida, escribí tan rápido Desastre. Pero seguimos repitiendo errores. Me asombra que haya muerto más gente por Covid en 2021 que en 2020, a pesar de las vacunas. Mientras escribía el libro, en 2020, muchos me preguntaban en qué se equivocaba Donald Trump. Yo decía que no era él. Se ha comprobado con el cambio de presidente. Joe Biden lleva más de un año en el cargo y ha muerto más gente durante su Administración. Hay algo estructural que anda mal. Y tenemos que aprender de las lecciones de este desastre o el próximo lo abordaremos igual.

"Tenemos un problema: la pandemia ha pasado y seguimos comportándonos como si fuese 2020"

¿Qué secuelas puede dejar la pandemia de Covid en nuestras sociedades?

Es cierto que estamos en la transición de pandemia a endemia, que vamos a tener que convivir con esta enfermedad y que la tasa de mortalidad caerá. Pero no tengo claro que regresemos a la normalidad de 2019. Hay cosas que dudo que cambien.

¿Por ejemplo?

Una, iba a decir las restricciones burocráticas, pero diré las formalidades burocráticas para viajar, para trabajar, para ir al colegio, que creo que persistirán más de la cuenta. Dos, el teletrabajo seguirá siendo habitual para mucha gente, más de lo necesario, porque hemos descubierto que es posible: será complicado arrastrar a mucha gente de vuelta a sus oficinas. Tres, creo que nuestro deseo de volver a una vida social normal se verá en cierto modo frustrado por la posibilidad potencial de una nueva variante. Y luego está lo de las mascarillas. ¡Veo tipos por aquí, en California, que van en bici con mascarilla!

Y eso que allí no es obligatoria.

Son comportamientos extraños, ¡no tienen sentido! También creo que vamos a mantener estas pruebas de antígenos, que son inútiles. La Administración Biden está regalándolas a todo el mundo y te puedo asegurar que, con ómicron, estás infectado antes de salir positivo.

A mucha gente le ha pasado, sí.

Entonces, ¿cuál es el sentido de hacérsela? He contagiado con ómicron a bastante gente antes de Navidad, incluyendo a mi mujer, mis hijos y una persona que trabaja conmigo. Y había dado negativo. Tenemos un problema: la pandemia ha pasado y seguimos comportándonos como si fuese 2020. No creo que la vida cambie para siempre, pero persistirán ciertos sinsentidos.

No nos hemos sobrepuesto de la pandemia y Rusia ya está haciendo movimientos en las fronteras de Ucrania.

Me siento hasta vindicado por haber pronosticado, en algún momento del libro, que el siguiente desastre no sería una pandemia, sino una guerra.

¿Qué pretende realmente Rusia?

Me parece que la estrategia rusa es socavar la viabilidad de Ucrania como democracia independiente. Ni conquistarla ni ocuparla: sólo impedir su viabilidad. Creo que lo pueden conseguir sin una invasión total, pero no creo que lo puedan conseguir sin ninguna acción militar. Me sorprendería que, como máximo en dos meses, no protagonizasen alguna intervención significativa, diseñada para humillar al Ejército ucraniano y para exponer la debilidad del Gobierno ucraniano. El otro objetivo es dividir a los miembros de la OTAN, particularmente a los americanos de los europeos.

Funciona.

Lo están consiguiendo, sí. Y tienen intención de seguir haciéndolo. Cuando entras en una guerra, las grietas corren el riesgo de ensancharse. Diría que no estamos a las puertas de una gran guerra, porque Vladímir Putin no puede. Pero sí creo que está aplicando el manual de juego de Pedro el Grande, que consiste en emplear la fuerza militar para consolidar el poder de Rusia en Europa. Y si tu héroe es Pedro el Grande, lo más probable es que quieras emularle. La gran victoria de Pedro el Grande fue precisamente en Poltava (Ucrania), sobre Suecia. Me da que Putin fantasea con estas cosas.

No ve a Putin dando media vuelta y a casa, vaya.

No le veo haciendo eso, no, como si todo fuera una broma sin importancia. ¡Todos de vuelta! [Ríe] Me parece que vamos a vivir una suerte de conflicto acotado, parecido al de 2013. O como el de 2008 en Georgia.

"Sería un gran error no intensificar el apoyo militar a Ucrania"

En Europa hay muchas más dudas que en Estados Unidos y Reino Unido sobre la posición a adoptar ante Rusia.

Desde casi el comienzo, Estados Unidos ha querido dar a Francia y Alemania un papel protagonista en el futuro de Ucrania. Y es un error. El Gobierno alemán actual y el anterior han sido ambivalentes sobre Ucrania. De lo que no cabe duda es de que la mayoría de los ucranianos quieren entrar en la OTAN y en la UE. No podemos culparles por ello. Los que quieren estar con Rusia son minoría. Lo que necesitamos hacer ahora es prestar atención a qué quieren conseguir los rusos y preguntarnos si nos conviene. ¿Nos interesa a las democracias occidentales satisfacer a Putin, frustrando los objetivos de los ucranianos y laminando su independencia y democracia?

¿Nos interesa?

No, de ninguna manera. Estados Unidos y Europa deben proporcionar una defensa militar más creíble a Ucrania para disuadir a Rusia. Es lo único que funcionará para que a Putin no le salga a cuenta. No le importan las sanciones económicas, que se pueden empatar dejando a Europa sin gas. Sería un gran error no intensificar el apoyo militar a Ucrania. La Administración Trump lo hizo. Biden, no tanto. Es otras de las grandes ironías de los últimos cinco años: Trump hizo más por apoyar a los ucranianos que Biden.

Pero la división está ahí y se comprobó en Afganistán.

Si echas la vista atrás, parece evidente que fue parte del acuerdo de paz de Trump y que Biden simplemente lo aplicó. Pero me llama la atención lo poco que lo consultó con sus aliados de la OTAN. Básicamente, lo presentó como algo inevitable y dijo que sólo quedaba salir de la mejor manera posible. Tengo amigos británicos en las Fuerzas Armadas que están muy cabreados por la manera en que abandonaron a tantos colaboradores. Lo peor de la espantada es que mostró la debilidad de la Administración Biden a todo el mundo, porque nada de esto le es ajeno a Rusia, Irán y China, y la pérdida de credibilidad. Recuperarla puede ser muy doloroso. Me temo que, en algún momento de su mandato, Biden tendrá que pelear con otro por algo.

¿A qué se refiere?

Ha sido un patrón en la historia de los Estados Unidos. Los presidentes demócratas entran, dicen que se van a centrar en la política interior y después se meten en una guerra. Le pasó a Woodrow Wilson. Le pasó a Franklin Roosevelt. Le pasó a Harry Truman. Le pasó a John F. Kennedy. Le pasó a Lyndon Johnson. Sólo digo que, si Biden encuentra a alguien a quien combatir, no será el primer presidente demócrata en dar el paso de hacerlo. Y precisamente la debilidad mostrada en sus inicios es un aliciente.

"El escenario más inquietante implicaría una crisis simultánea con Rusia, China e Irán"

Tenemos pocas noticias de China.

China está muy centrada en la política interna y de cero Covid, que es difícil de sostener con ómicron. Creo que pagarán un precio alto si tratan de mantenerla. Además, tiene el desafío de la transición de Xi Jinping a líder vitalicio en el próximo congreso del partido, y su economía está en aprietos. Puedo comprender que no presten demasiada atención. Pero hay otra razón. Beneficia a los intereses de China que Estados Unidos y Europa se distraigan en Ucrania. Cuanto más piensen en Ucrania, menos pensarán en Taiwán. Y Taiwán no es poca cosa. ¿Sabes cuántos semiconductores se fabrican en Ucrania?

Exacto. Ninguno. Sin embargo, TSMC es probablemente el mayor fabricante y Taiwán, su principal centro de operaciones. Los chinos se alegran de que haya surgido esta crisis. Les da más flexibilidad en una partida más grande que se va a disputar en el este de Asia.

¿Podría haber una relación entre lo que ocurra en Ucrania y lo que ocurra en Taiwán?

Si trabajaras en el Pentágono, el escenario más inquietante implicaría una crisis simultánea en Europa del Este, Taiwán y el golfo Pérsico. Es decir, tener que lidiar con Rusia, China e Irán a la vez. Pero no creo que haya muchas posibilidades de que esto suceda.

¿Por qué?

Porque Putin tiene que moverse rápido y aprovechar su ventaja: la fortaleza que tiene sobre Europa se irá diluyendo en primavera. Porque China no tiene prisa y quiere evitar un espectáculo en Taiwán este año. Y porque Irán quiere estirar el tiempo en la negociación por el acuerdo nuclear, mientras amplía sus capacidades. Dudo que estas crisis coincidan.

Pero…

Pueden darse de manera consecutiva, sí. Este año, Ucrania. El próximo, Taiwán. Y, en algún momento, Irán.

"La virtud de la democracia es que se corrige a sí misma. Tengo dudas de que China pueda hacer lo mismo"

Ha escrito en Desastre que esta guerra fría con China no tiene por qué acabar como la primera.

La primera duró unos 40 años y terminó con la victoria de Estados Unidos y sus aliados cuando la Unión Soviética colapsó. Es muy poco probable que la segunda guerra fría termine de la misma manera. Primero, porque la economía china es mucho más robusta que la soviética. Segundo, porque Estados Unidos no tiene unos aliados tan comprometidos contra China como contra la URSS: muchos preferirían no tener que posicionarse. Tercero, porque Estados Unidos es mucho más débil ahora que en los 50, en los comienzos de la primera guerra fría.

¿Por qué ve a Estados Unidos tan débil?

No es sólo por la división política. Es también por la debilidad como sociedad que ha dejado al descubierto la pandemia. Esta guerra fría no tiene por qué concluir con el mismo resultado. Aunque debo apuntar que veo un futuro en el que los problemas de China se vuelvan más serios. Sufre una crisis demográfica. Su crecimiento está frenándose. Su sistema, en el fondo, no es tan distinto al soviético. Igual que el sistema soviético provocó Chernóbil, el chino provocó la Covid, que es un desastre mucho mayor.

Si tuviera que apostar…

Lo haría por Occidente. Sería mi apuesta, pero no una certeza. Podemos perder. La buena noticia es que Estados Unidos pasó por periodos de debilidad en la primera guerra fría y consiguió recuperarse. Por ejemplo, en los años 70. En muchos sentidos, la Administración Biden me recuerda a la Administración Carter. La virtud de la democracia es que se corrige a sí misma y, en cierto momento, los votantes se dirán "probamos con Trump y no funcionó, probamos con los viejos demócratas y tampoco, quizá necesitamos otra cosa". Es una ventaja del sistema americano. Tengo dudas de que los chinos puedan hacer lo mismo.

Contra su criterio, Ian Bremmer me dijo que no somos testigos de una guerra fría, sino de un matrimonio infeliz, sin amor, que seguirá adelante por los hijos.

Es el típico argumento de Ian Bremmer, que no está basado ni en la historia ni en la experiencia personal. Mira, yo tengo cinco hijos. Hasta donde yo sé, Ian tiene un perro. Puedo dar fe de que puedes divorciarte con hijos. Además, ni siquiera creo que Estados Unidos y China hayan sido nunca un matrimonio basado en el amor. Era un acuerdo en el que nosotros consumíamos y ellos fabricaban, nosotros importábamos y ellos exportaban, nosotros hacíamos el aterrizaje y ellos, el despegue.

Puro negocio.

Reino Unido y Alemania tenían una excelente relación económica antes de los años 40. Eran, recíprocamente, sus principales socios comerciales. Y aun así fueron a la guerra. No entiendo a qué se refiere Ian con que esto no es más que un matrimonio infeliz. No tiene sentido. Está claro que esta guerra fría no es idéntica a la primera. Igual que la Segunda Guerra Mundial no fue idéntica a la primera. Pero si parece una guerra fría, con sus rivalidades ideológicas, tecnológicas y geopolíticas, y con su espionaje a gran escala; y si suena como una guerra fría, y esta suena como una guerra fría, es muy probable que sea una guerra fría.