Imagen de archivo de una mujer embarazada.

Imagen de archivo de una mujer embarazada. iStock

Salud y Bienestar

Menos náuseas, mejor ánimo y... hola al ardor: cómo actuar ante los síntomas del segundo trimestre del embarazo

Entre las 13 y las 27 semanas tiene lugar una fase de maduración y crecimiento del bebé que también trae cambios físicos y psicológicos para la madre.

Más información: Consejos para aliviar los síntomas del primer trimestre del embarazo

Elena Pérez
Publicada

Es bien sabido que el segundo trimestre del embarazo suele ser más llevadero que el primero. Tras las semanas iniciales marcadas por el cansancio y la sensibilidad a los olores, muchas mujeres experimentan un respiro físico y mental. Sin embargo, no todo es calma: el cuerpo sigue transformándose y aparecen nuevas molestias que conviene conocer para saber cómo aliviarlas.

El doctor Jonathan Sánchez Oliver, del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud Toledo, explica que este periodo, comprendido entre las semanas 13 y 27 de gestación, es “una fase de maduración y crecimiento” en la que el bebé pasa "de ser un embrión a un feto morfológicamente humano".

A lo largo de la misma, las náuseas, los vómitos y la fatiga tienden a remitir. A cambio, aparecen otros síntomas típicos del segundo trimestre, principalmente el ardor de estómago y el estreñimiento. Son molestias frecuentes y, en general, no representan un riesgo si no interfieren en la calidad de vida de la madre.

Ante su presencia, lo más eficaz es ajustar los hábitos cotidianos. Como recomienda el doctor Sánchez Oliver, una "dieta equilibrada" rica en fibra, frutas y verduras es fundamental para prevenir los problemas a la hora de ir al baño. Además, beber entre 1,5 y 2 litros de agua al día ayuda a mantener el tránsito y a reducir la acidez.

Imagen de archivo de una mujer embarazada.

Imagen de archivo de una mujer embarazada. iStock

Las sustancias a evitar "serían las mismas que eliminaríamos si sufriésemos estas patologías fuera del embarazo. Hay que suprimir el picante, así como los platos muy grasos, copiosos y muy calientes", explica. Y sugiere "no tumbarse tras las comidas si el reflujo es leve o moderado, porque así damos tiempo a que se vacíe el estómago y el síntoma disminuya".

Como en cualquier otra etapa vital, una correcta alimentación no es sustitutiva sino complementaria de la actividad física. "Caminar o realizar ejercicios suaves, tipo pilates" puede ser muy beneficioso, en la medida en que estas rutinas contribuyen a mejorar la digestión, favorecer el descanso y aliviar posibles tensiones lumbares.

El bebé se deja notar

En lo psicológico, este periodo también trae cambios. El doctor Sánchez Oliver observa en la consulta cómo "muchas mujeres experimentan una mejoría anímica respecto al primer trimestre porque disminuyen las náuseas y el cansancio; también comienzan a notar los movimientos del feto, lo que genera una mayor conexión emocional con el embarazo".

Las primeras sensaciones "sutiles" aparecen a las 19-20 semanas y pueden confundirse con síntomas como un "burbujeo" similar a los gases. A partir de la 23 se nota "un movimiento claramente inconfundible", aclara el especialista. Aunque todavía no es necesario controlar el patrón exacto de los desplazamientos, sí conviene notar cierta actividad diaria del bebé.

El segundo trimestre es una etapa en la que el cuerpo empieza a mostrar de forma más visible el embarazo. Sin embargo, algunas madres llegan a las 20 semanas sin percibir un cambio evidente en el tamaño del abdomen, lo que les genera alarma. ¿Qué pasa si este no se nota? “Es una duda muy común", asegura el especialista.

Y zanja al respecto: "La tripita acaba saliendo siempre. Algunas mujeres la notan antes y otras lo hacen de un mes para otro. No es algo que deba generarles preocupación si, durante las revisiones, el embarazo sigue un curso normal y el feto un crecimiento adecuado en las ecografías".

El ginecólogo desmiente algunos mitos arraigados en torno a esta etapa. El primero: creer que, tras el primer trimestre, todos los síntomas desaparecen, como ya se ha aclarado que no ocurre. El segundo, igual de extendido, es que hay que comer por dos. “No se trata de duplicar la cantidad, sino de mejorar la calidad de la alimentación", recalca.

Lo que realmente hay que hacer es consumir los ingredientes adecuados (proteínas, hierro, calcio, ácido fólico, fibra, etc.) y evitar el exceso de calorías, ya que "un aumento excesivo de peso puede incrementar el riesgo de complicaciones, y durante este trimestre y el último se produce la mayor ganancia ponderal".

La importancia de los controles

La sensación de bienestar no debe traducirse en descuido. Esta es una etapa más estable, pero las revisiones siguen siendo esenciales.

Como recuerda el doctor Sánchez Oliver, hay dos controles que destacan especialmente: la ecografía morfológica de las 20 semanas y la analítica de las 24, en la que se lleva a cabo el despistaje de diabetes gestacional, la conocida “curva del azúcar”.

La primera prueba es clave porque evalúa la salud, el desarrollo y la anatomía completa del bebé. Permite revisar órgano por órgano y verificar el funcionamiento de la placenta y el entorno uterino, así como detectar signos de anomalías genéticas o estructurales y marcadores que indiquen riesgo de síndromes o malformaciones congénitas.

El despistaje de la diabetes gestacional, por su parte, se realiza con la analítica del segundo trimestre. Es lo que se conoce comúnmente como "test de O'Sullivan o curva del azúcar", explica el especialista, y consiste en medir la glucosa en ayunas y tras la administración de una solución oral con 50 gramos de este monosacárido.

En palabras del doctor Sánchez Oliver, "si el resultado es mayor a 140, este es positivo y obliga a realizar más pruebas que permitirán descartar o diagnosticar la diabetes gestacional". La patología suele desaparecer después del parto, aunque aumenta el riesgo de que la madre desarrolle diabetes tipo 2 en el futuro, por lo que conviene tenerla bajo control.

De no hacerlo, podría acarrear consecuencias para la embarazada (tales como riesgo de hipertensión, preeclampsia y parto por cesárea) y para el bebé (como crecer en exceso, tener hipoglucemia al nacer e incluso presentar complicaciones respiratorias o metabólicas). De ahí la importancia de no pasar por alto la realización de esta analítica.

Cuándo preocuparse

Aunque el segundo trimestre se caracteriza por ser más tranquilo que el anterior, hay señales claras que indican la necesidad de acudir al hospital con urgencia. Algunas de ellas son, según el doctor Sánchez Oliver:

  • Sangrado vaginal, con o sin dolor.
  • Sensación de pérdida de líquido por la vagina (podría deberse a la rotura de la bolsa amniótica).
  • Dolor abdominal intenso.
  • Contracciones.
  • Ausencia de movimientos fetales.
  • Fiebre alta.
  • Dolor de cabeza intenso.
  • Visión borrosa.
  • Hinchazón de manos o rostro.
  • Dolor en la zona superior del abdomen.

El especialista del Hospital Quirónsalud Toledo lanza un consejo final a las madres que atraviesan este periodo: "Lo importante es mantener la calma. Algunos síntomas pueden resultar incómodos, pero la mayoría forman parte del proceso natural del embarazo. Escuchar a tu cuerpo y continuar acudiendo a los controles te ayudará a vivir esta etapa con mayor seguridad".