Imagen de archivo de una mujer preparando una receta en la cocina.

Imagen de archivo de una mujer preparando una receta en la cocina. Foto de Jason Briscoe en Unsplash

Salud y Bienestar

La dieta antiinflamatoria que sí funciona: cómo reducir la hinchazón sin dejar de disfrutar de la comida

La nutricionista Cristina Barrous desvela las claves para comer rico y sano a la par que sentirse bien por dentro y por fuera. 

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Si te levantas hinchada, cansada, con la piel apagada y una sensación de que algo no termina de fluir, puede que tu cuerpo tenga un mensaje para ti: quizás esté inflamado.

Esto se trata de una respuesta natural del cuerpo, una especie de semáforo que se activa para protegerte. El problema llega cuando esa alarma nunca se apaga.

Y no, no se soluciona a base de no comer, smoothies verdes o ensaladas tristes. Se trata de entender cómo funciona tu organismo y aprender a alimentarte para calmarlo, no para castigarlo.

Qué es la inflamación 

En primer lugar, no es tu enemiga. Es una proceso del sistema inmunitario ante algo que percibe como una amenaza: una infección, una herida, una toxina… Es lo que permite que sanes.

El problema aparece cuando esa reacción se mantiene activa de forma silenciosa, incluso sin una amenaza real. Eso se llama inflamación crónica de bajo grado, y puede influir en el aumento de peso, el cansancio, los dolores articulares, los problemas digestivos o incluso el estado de ánimo.

En este caso, lo que la provoca es el estilo de vida moderno: estrés, falta de sueño, exceso de azúcar, ultraprocesados, alcohol, sedentarismo y una microbiota desequilibrada. Todo eso mantiene encendido el semáforo.

Alimentos inflamatorios

No necesitas memorizar listas infinitas. Basta con identificar el tipo de comida que tu cuerpo (y el de todos) no sabe gestionar bien:

  • Azúcares refinados y harinas blancas, que elevan la glucosa y favorecen los picos de insulina.

  • Grasas trans (bollería industrial, snacks fritos, comida rápida).

  • Alcohol y refrescos azucarados, que dañan la mucosa intestinal y alteran el metabolismo.

  • Carnes procesadas (embutidos, salchichas, fiambres) asociadas a marcadores inflamatorios más altos.

Y ojo: ni el gluten ni los lácteos son 'malos' por sí mismos. Solo algunas personas con disbiosis, celiaquía o intolerancias pueden notar mejoría al reducirlos. La clave es personalizar, no prohibir.

Imagen de archivo del proceso de fabricación de bollería industrial.

Imagen de archivo del proceso de fabricación de bollería industrial. Foto de Juno Jo en Unsplash

Alimentos antiinflamatorios potentes

Una dieta de este tipo no se trata de una con restricciones. Es una forma de reconciliarte con la comida desde lo que te nutre y te calma. Las alternativas más protectoras según la evidencia actual son las siguientes:

  • Verduras y frutas coloridas: los pigmentos son antioxidantes naturales que reducen el estrés oxidativo. Cuanta más variedad cromática, mejor.

  • Pescado azul (salmón, sardinas, caballa): ricos en omega-3, con efectos antiinflamatorios demostrados.

  • Aceite de oliva virgen extra: una joya mediterránea que reduce los marcadores que propician la hinchazón. Lo ideal es tomarlo siempre en crudo.

  • Legumbres: su fibra alimenta a la microbiota, clave para regular la inflamación sistémica. Eso sí, siempre bien cocinadas.

  • Frutos secos y semillas, en especial nueces, lino y chía.

  • Especias como cúrcuma, jengibre o canela, que actúan como pequeños fármacos naturales.

En resumen: más alimentos reales, menos etiquetas. Y si un producto tiene una lista de ingredientes de más de tres líneas, probablemente no está colaborando en tu desinflamación.

Imagen de archivo de un bodegón de frutas y verduras.

Imagen de archivo de un bodegón de frutas y verduras. Foto de engin akyurt en Unsplash

Más allá del plato

Puedes comer perfecto y seguir inflamada si vives estresada. El cortisol —la hormona de esta reacción—, cuando se mantiene alto, aumenta la permeabilidad intestinal y altera la microbiota. ¿Y cuál es la conclusión? Que se da una mayor hinchazón.

Dormir mal o poco también hace que tu cuerpo produzca más citoquinas inflamatorias. Y la falta de movimiento las empeora aún más.

Imagen de archivo de una chica corriendo.

Imagen de archivo de una chica corriendo. Foto de Jozsef Hocza en Unsplash

  • Comer con calma. Sí, y eso incluye hacerlo sin móvil. 

  • Dormir entre siete y ocho horas de calidad.

  • Moverte cada día, aunque sea para caminar o estirar.

  • Respirar profundo antes de comer: es un gesto que activa el sistema parasimpático, el del descanso y la digestión.

Con coherencia

El error más común es convertir este tipo de alimentación en una lista de prohibiciones. Y eso, además de frustrante, es insostenible. Piensa en añadir, no en quitar. En darle más color, más vida y más sabor a tus platos. Esta, por ejemplo, es una propuesta práctica y realista:

Desayunos

  • Yogur natural con frutos rojos, semillas de chía y una cucharadita de crema de almendras.

  • Tostada de pan integral con aguacate, tomate y huevo poché.

  • Avena cocida con manzana, canela y nueces.

Comidas

  • Garbanzos salteados con verduras y cúrcuma.

  • Lentejas con boniato y espinacas.

  • Ensalada de quinoa con salmón, pepino y limón.

Cenas

  • Pescado azul con brócoli al vapor y arroz integral.

  • Crema de calabaza con pipas de la propia fruta y huevo duro.

  • Salteado de pavo con verduras y salsa tamari.

  • Entre horas, si lo necesitas, puedes optar por frutas, puñaditos de frutos secos o un té verde.

La idea no es comer de forma 'perfecta', sino de manera más consciente, sabiendo que lo que eliges cada día puede apagar o avivar ese fuego interno.

Mitos comunes 

  1. Hay que eliminar todos los carbohidratos. Falso. Los integrales y ricos en fibra, como la avena, las legumbres o el arroz de este tipo, son aliados.

  2. Sin suplementos no se puede reducir la inflamación. No es cierto. Pueden ayudar, pero la base es la alimentación y el estilo de vida.

  3. Solo es para personas con enfermedades autoinmunes. No. Todos podemos beneficiarnos de un enfoque antiinflamatorio: más energía, mejor digestión y piel más luminosa.

Pero cuidado, alimentarse de esta forma no significa renunciar al placer. Es sinónimo de reaprender a disfrutar de la comida que te hace sentir bien.

Cuando eliges propuestas reales, te mueves, duermes mejor y respiras más despacio, estás enviando a tu cuerpo un mensaje de calma. Y eso también es medicina.