Retrato de la artista.

Retrato de la artista. Cedida

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Natalia Lacunza: "Ser artista es vivir entre la autoexigencia y la crítica constante. Tu cara y tu voz pertenecen a los demás"

La cantante acaba de publicar el teaser de su próximo álbum, en el que explora una nueva dimensión del concepto de desamor más allá de lo romántico.

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Dicen que cuando uno cambia de etapa lo primero que hace es cortarse el pelo, pero conviene tener a Natalia Lacunza (Pamplona, 1999) en mente ante la falta de esa amiga que te diga que no te hace falta ir a la peluquería para superar un capítulo. De la joven con el bob más reconocible de Operación Triunfo ya sólo quedan los vídeos de archivo.

Hoy la melena le acaricia la espalda como si cada centímetro creciera a la par que su carrera. Han transcurrido siete años desde su participación en aquella orwelliana academia en la que cada paso que daba se retransmitía en directo las 24 horas del día. Este otoño hay nuevos triunfitos y cabe preguntarse si a ella le despertará algún tipo de curiosidad verlos tomar el relevo.

Su última novedad permite sospechar que la edición la ha pillado algo ocupada. El 16 de octubre lanzó en Instagram el teaser de su nuevo álbum: un vídeo en el que la palabra 'nostalgia' aparece en letras mecanografiadas. Bastaron unos minutos para que la publicación se llenase de reacciones viscerales: "Dolerá", "preparando pañuelos", "me vas a volver loca"...

La expectación es comprensible. Aunque ha ido dejando migas con temas como Un castigo —que comparte con Jesse Baez—, Apego feroz o Un culito, su nueva propuesta parece que por fin va a tomar forma de disco. Hace unos meses, la artista se citó con esta revista en el Hotel UMusic de Madrid para desvelar algunos secretos del mismo.

"En este álbum he hecho el ejercicio de volver un poco a esas melodías, sensaciones musicales, arreglos y ritmos de baile que solía trabajar antes. Me encanta experimentar, pero sentía la necesidad de volver a hacer canciones que sonaran a pop redondo". Así, introduce una etapa que marca una vuelta consciente a sus raíces, pero actualizada.

Natalia Lacunza concursó en 'Operación Triunfo' en 2018 y desde entonces ha ido mezclando géneros en busca de una propuesta musical rica y experimental.

Natalia Lacunza concursó en 'Operación Triunfo' en 2018 y desde entonces ha ido mezclando géneros en busca de una propuesta musical rica y experimental. Cedida

Con 1,4 millones de oyentes mensuales en Spotify, es una de las artistas más escuchadas de su generación. Desde su debut televisivo, en el que conquistó el tercer puesto, ha levantado una carrera interesante. Tiene 26 años y tres álbumes —Otras alas (2019), EP2 (2020) y Tiene que ser para mí (2022)— y éxitos tanto en solitario —Cuestión de suerte, Nuestro nombre...— como colaborativos —Nana  Triste, con Guitarricadelafuente.

Ahora, la pamplonica va a por el cuarto disco, para el que siente "haber recuperado parte de mis instintos más primarios a la hora de crear, pero no he enfocado los temas igual que antes, porque ya no soy la misma persona. La música va avanzando al mismo ritmo que yo, como le pasa a cualquier artista", dice una a la que ya le chirría la etiqueta de 'emergente'.

A su juicio, el concepto es tan abstracto que a menudo se convierte en un cajón de sastre en el que se incluye injustamente todo aquello que no es mainstream. "¿Hasta qué punto se mide eso por talento, por tiempo, por trayectoria? Hay proyectos que llevan muchísimos años activos, pero como no tienen tanta repercusión seguimos pensando que son una revelación".

Asegura considerarse "etérea porque me muevo por muchísimos géneros". Su proyecto está, como cantaría Bunbury, entre dos tierras: por un lado, el hecho de trabajar con Universal Music la acerca al circuito comercial; por otro, "hago lo que me nace, trabajo con la gente que quiero y no intento crear un hit pensado para sonar en la radio durante un año y medio".

Hago lo que me nace, trabajo con quien quiero y no intento crear un 'hit' para sonar en la radio un año y medio.

Ese crecimiento acompaña a un álbum donde el duelo adquiere nuevas dimensiones: "El hilo que une todo el disco es el desamor amistoso. Nadie te prepara para una ruptura así. En las parejas siempre existe la idea de fondo de que pueden acabarse, pero las amistades no tienen fecha de caducidad. Por eso, cuando se quiebran es durísimo y cuesta aceptarlo".

Las relaciones tóxicas también aparecen como sombra inevitable. Lacunza describe: "En el momento en que dejas de entender a la persona que amas como un individuo y empiezas a verla como una posesión... ahí se tuerce todo. Yo te quiero, pero no me perteneces. No eres exclusivamente mío o mía. Cuando se olvida eso es cuando el amor se vuelve dañino".

Está claro que su música nace de la sinceridad. "Yo no sé escribir si no es hablando de mis vulnerabilidades, conflictos o lo que estoy viviendo. Compongo para entenderme a mí misma", dice. Esa honestidad explica que "una canción que haga hoy la entienda mejor cuando pasen los años, porque hay algo muy inconsciente cuando escribes desde las entrañas".

Entre sus referencias musicales destacan Billie Eilish, James Blake, Bon Iver, Nina Simone o Charles Aznavour. Más allá de ser nombres a los que admira, por citar algunos, son influencias que nutren una estética marcada por las voces susurradas, los arreglos minimalistas, las bases electrónicas y una melancolía latente que le funciona como firma.

Su estética también ha ido mutando con ella. Sabe cómo moverse entre códigos actuales: melena XL, eyeliner que resiste horas, camisetas amplias y conjuntos streetwear que van del estudio de grabación al gimnasio en un salto. Sus redes la desvelan como claro exponente de ese modernismo que acompaña la escena musical alternativa desde hace años.

Fotografía de la campaña promocional de 'Un castigo', primer tema del disco que lanzó junto a Jesse Baez.

Fotografía de la campaña promocional de 'Un castigo', primer tema del disco que lanzó junto a Jesse Baez. Cedida

Detrás de esa imagen también hay grietas. La presión estética en la industria, reconoce, sigue ahí y quizá sea incluso mayor que antes: "Sobre todo para las mujeres; todas estamos expuestas. Tener una sesión de fotos te puede generar un derrame enorme de inseguridades cuando sientes que todo lo que tú eres y haces está siendo juzgado".

La conversación se detiene en un punto en el que muchos en el sector no se permiten transparencia: la salud mental. "Hago todo lo posible para estar bien, porque la profesión es difícil de encajar. Trabajas uniendo lo personal con lo profesional de forma muy intensa y luego todo eso —tu cara, cuerpo, voz, mensaje— se vuelve un producto que ya pertenece a los demás".

Ser artista, dice, supone vivir entre "la autoexigencia y la crítica constante", de ahí que, frente a la amenaza de los monstruos internos, su prioridad sea encontrar un "lugar amable" desde el que hablarse a sí misma. El problema, explica, nace de la idealización extrema: se espera del cantante que sea perfecto, fuerte y constante, como si todo formara parte de un juego sin fisuras.

"La gente tiene que entender que somos personas, no muñecos", pide Lacunza, sin dejar de reconocer su posición de ventaja. "Sí, tenemos privilegios porque nos dedicamos a lo que nos gusta, vivimos de ello y podemos permitirnos ciertas cosas, pero eso no nos exime de tener que lidiar con nuestras emociones ni de estar expuestos al odio a diario", insiste.

En las redes, la empatía hacia las celebridades parece más tarea pendiente que virtud habitual. Ella lo tiene claro. Hace falta que los fans y aquellos que están lejos de serlo entiendan el impacto real que puede tener una palabra o comentario mal dirigido: "Hay muchas personas que descargan sus frustraciones con hate y eso puede destrozarte la salud mental".

Muchas personas descargan sus frustraciones con 'hate'. Los artistas somos personas, no muñecos.

Hacer música, más allá del ejercicio intelectual, es una reacción emocional para ella. "Menos mal que no pienso en lo que implica exponerme, porque si lo hiciera, no sacaría nada por vergüenza", admite. Sus canciones nacen de lo que vive y acaban en quien las escucha: "Confío en que sirvan para que la gente se identifique o halle formas de resolver sus conflictos".

La cantante desvelará más detalles sobre el disco en las próximas semanas.

La cantante desvelará más detalles sobre el disco en las próximas semanas. Cedida

Esa conexión es lo que más valora al margen de que grandes festivales como el Mad Cool la llamen para subir a sus escenarios: "En el momento en que publicas un tema deja de ser tuyo, pasa a ser una obra de interpretación colectiva". Lo importante, subraya, no es lo que quiso decir cuando lo escribió, sino lo que el público entiende.

“Es lo más bonito de la música: cuando alguien te escucha y piensa ‘madre mía, me ha entendido por completo’", confiesa. La inspiración como cantautora le llega sin aviso. A veces una conversación o un recuerdo se convierte en melodía, y otras surge del puro juego poético. Su método es irregular pero orgánico, y quizá por eso sus letras suenan tan humanas.