Escena de la película 'Amor y otras drogas' (20th Century Fox, 2010).

Escena de la película 'Amor y otras drogas' (20th Century Fox, 2010). IMDb

Relaciones

Arranca la 'cuffing season': la llegada del frío activa el amor de usar y tirar en invierno creando vínculos peligrosos

La bajada de las temperaturas trae consigo la búsqueda del calor en relaciones pasajeras que caducan cuando el buen tiempo hace acto de presencia.

Más información: Apego ansioso, evitativo y seguro: los vínculos de los que todo el mundo habla y que condicionan las relaciones

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Que en redes sociales reflote el audio de la canción Big Boy de Sza, que se creó en un primer momento para un sketch de Saturday Night Life, suele ser sinónimo de dos detalles que van de la mano.

Lo primero es que las temperaturas han comenzado a bajar de forma notable y las mínimas se han instalado en torno a los cero grados. Lo segundo es que el clima empuja a buscar algo parecido a una pareja.

Y sí, tiene sentido la formulación de esto último. Hace ya unas temporadas que el término cuffing season se ha asentado en la sociedad —de acuerdo a la BBC, todo indica que surgió en torno a 2009—, especialmente entre los más jóvenes. Es un concepto que describe la tendencia de encontrar a alguien para compartir los días cuando llega el otoño y el invierno.

Si la conversación se centra en torno a la etimología de la palabra principal, su raíz está en cuff, que quiere decir esposa y se le da el sentido de unión a otra persona. Pero siempre con el complemento circunstancial de la temporalidad.

Sin embargo, esta atadura, una suerte de sucedáneo del amor, es tan breve como el paso de las estaciones. Apenas tres meses de romance para pasar las jornadas más frías son suficientes para calentar el corazón, creando la ilusión de una relación.

Más adelante, este idilio servirá como argumento para decir algo como "no tengo problemas de compromiso, solo que no era la persona adecuada". El gesto da paso a una probable primavera de desenfreno, seguida de un verano repleto de tonteos.

Pero, ¿qué hay detrás de todo esto?, ¿se esconde una especie de ciencia o factores sociales que desembocan en este tipo de comportamientos?, ¿las relaciones que se generan son igualitarias?

En contexto

Lara Ferreiro, psicóloga y autora del libro ¡Ni un capullo más!: El método definitivo para quererte y encontrar a tu pareja perfecta le da sentido a esta parte que puede hacer todavía más ilógico el concepto de amor.

"Es la temporada de apareamiento y en Navidad la gente se empapa de este espíritu. Es cuando más sexo hay a pesar de que se suele pensar que se da en verano. De hecho, cuando más nacimientos se producen en España —según el Instituto Nacional de estadística— es en septiembre. Si retrocedemos en el calendario, el mes de la concepción sería diciembre", aclara.

Anne Hathaway y Jake Gyllenhaal en una escena de la película 'Amor y otras drogas' (20th Century Fox, 2010).

Anne Hathaway y Jake Gyllenhaal en una escena de la película 'Amor y otras drogas' (20th Century Fox, 2010). IMDb

Tal y como explica la experta, que recientemente participó en la jornada MIDlife organizada por Magas, en esta época es fácil dejarse llevar. "Existe el amor invernal que significa que la gente no quiere pasar sola la Navidad; mucho menos San Valentín", declara. He ahí la fecha de caducidad de esas relaciones. Nacho y Clara, DEP (24.11.2025-20.02.2026).

"Es cierto que en invierno hay más necesidad de esa compañía, de algo más de cariño. Lo vemos en las películas. Sin embargo, también hace acto de presencia el trastorno afectivo estacional", comenta la experta.

De acuerdo al National Institute of Mental Health de Estados Unidos, esta patología es un tipo de depresión que se caracteriza por un patrón asociado a cierto periodo del año recurrente, con síntomas que duran entre 4 y 5 meses.

Los signos incluyen los que se relacionan con la enfermedad mencionada, así como otros específicos que difieren según se trate del patrón invernal o de verano. En el caso de la afección propia de las temperaturas bajas, son los siguientes:

  • Dormir demasiado (hipersomnia).
  • Comer en exceso, especialmente tener antojos de carbohidratos, lo que origina un aumento de peso.
  • Retraerse socialmente, generando una especie de hibernación.

Esa búsqueda de relaciones que muchas veces se quedan en el aire cuando la primavera comienza a hacer acto de presencia, viene a paliar los daños anteriores.

Factores biológicos y culturales

A veces, por mucho que se alineen los astros, es imposible que una relación surja. En otras ocasiones, basta un cruce de miradas, deslizar el dedo a la izquierda o escribirle a alguien que si le apetece hacer algo. Siendo algo un eufemismo que no se va a detallar.

No obstante, en el caso de estos vínculos que se asocian a la climatología, esta cuffing season, responde a una serie de ítems concretos, que suelen ir de la mano de la biología y de la cuestión cultural.

"Durante el invierno, los días son más cortos y hay menos luz, lo que afecta muchísimo al bienestar psicólogico. Altera los ciclos del sueño, provoca cambios hormonales y favorece episodios de tristeza", comenta Lara Ferreiro.

Según el estudio Temperature and Mental Health: Evidence from Helpline Calls, de Benedikt Janzen, disponible en la página web de la Universidad de Cornell, tras analizar casi medio millón de llamadas telefónicas en Alemania a líneas de ayuda, se observó un incremento de las mismas cuando las temperaturas eran más extremas, tanto en lo que respecta al calor como al frío.

La psicóloga es tajante: "Muchos de mis pacientes me dicen que se emparejan para animarse. Tinder ahora tiene un repunte de usuarios porque lo que la gente no quiere es estar sola. Buscamos el confort físico y emocional".

También refiere a los estragos del estrés térmico, que puede causar estados de ánimo más irascibles: "En este tipo de conexiones se busca también estabilidad".

En otro orden, es fundamental tener en cuenta los factores culturales: estas fechas son propensas a exámenes que van más allá de que finalice el trimestre. Los chequeos abandonan las aulas y ocupan las mesas de celebración.

"El otro día una paciente me decía que su abuela, cuando llegaba este momento, siempre le preguntaba que cuándo se iba a echar novio, que tenía ya 37 años. En estos momentos también es habitual que aparezca el término machista de solterona", destaca la psicóloga.

Esta premisa es, por ejemplo, el punto de partida de uno de esos pelotazos navideños de Netflix: Amor de calendario (Netflix, 2020) protagonizada por Emma Roberts y Luke Bracey. En ella, ambos acuerdan fingir ser la pareja en las ocasiones especiales para evitar el cuestionamiento de sus allegados sobre sus vidas privadas.

Escena de 'Amor de calendario'.

Escena de 'Amor de calendario'. IMDb

Evidentemente, en la cinta todo se mezcla y viven su 'felices para siempre', que, por otra parte, es lo que espera también el espectador. Por cierto, de acuerdo a CincoDías, en el cuarto trimestre del año pasado, la plataforma de entretenimiento batió un récord histórico de suscripciones —18,9 millones, una cifra que superó a los 15 de los meses duros de la pandemia—. ¡Viva el invierno!

Ficción o realidad

En mitad de esta maraña de conexiones que quizás ni siquiera debieran bautizarse como tal, la duda se extiende, ¿cómo puedo diferenciar si mi interés por iniciar una relación en esta época es auténtico o se trata de algo impulsado por la soledad?

Quizás si la actitud ante esta pregunta es dubitativa, eso mismo ya sea una pista. Pero como en ocasiones en los inicios cuesta discernir lo que se quiere de verdad —por presión social, por rehuir de ataduras o por evitar ciertas expectativas— podemos hacer una serie de comprobaciones.

Lo primero que detalla Lara Ferreiro es que habría que cuestionarse si se busca compañía ante la soledad del invierno. "También hay que observar la constancia y tu interés. Estaría bien saber si ese instinto de encontrar pareja estaba presente antes de la bajada de temperaturas y si te imaginas con esa persona en el futuro", especifica.

Igualmente, hace una distinción muy importante, que al igual que aplica en estas relaciones fugaces lo haría también en esas que se prolongan a lo largo de los años, en apariencia imperturbables: ¿se busca la comodidad o la conexión?

"Desde que empezamos a quedar, ambos lo dejamos claro: no queríamos nada serio. De hecho, ella fue la que me dijo que por qué no teníamos citas únicamente para acostarnos, pero yo le dije que me encantaba que pasáramos tiempo juntos", dice M.M., que estuvo con una chica desde comienzos de febrero hasta finales de abril.

Él, de 31 años, considera que fue claro con lo que pedía en este tipo de relaciones el concepto de responsabilidad afectiva tiene mucho peso—. Ella, sin embargo, difiere en su respuesta.

"Supe desde el primer momento que no iba a ninguna parte. Yo era la primera que no quería más, pero me fastidió enormemente. Sí, fue algo pasajero, pero entonces, ¿qué necesidad había de tocar según qué temas? No necesitaba que me dorase la píldora, yo sabía lo que quería por mi parte y lo que había por la suya", responde M.S.

En este caso, aunque los dos miembros de la relación deseaban lo mismo, cada uno lo trasladó de una forma, lo que en M.S. provocó cierto daño y resquemor por el surgimiento de una promesa totalmente innecesaria.

En 'Con derecho a roce' (Screen Gems, 2011), la relación entre los dos protagonistas evoluciona de un acuerdo de amigos con beneficios hasta ser una pareja.

En 'Con derecho a roce' (Screen Gems, 2011), la relación entre los dos protagonistas evoluciona de un acuerdo de amigos con beneficios hasta ser una pareja. IMDb

Al entrar en cualquier tipo de vínculo, se asumen una serie de riesgos en el plano emocional, ¿y cuáles son los propios de estas conexiones estacionales? Lara Ferreiro los enumera: "Desde el desajuste de expectativas a la desilusión, la frustración, el sufrimiento y el dolor".

"Esto, a su vez, puede desembocar, o provenir, de dependencia emocional, generar apegos rápidos, evitativos y ansiosos o lazos tóxicos", añade.

Además de esta peligrosa ristra de consecuencias, también se pueden provocar problemas de autoestima, resentimiento y, algo muy importante, la idea de que una relación de este tipo puede funcionar para tapar según qué carencias. Y esto suele terminar en una mayor sensación de soledad.

Igualmente, cuando la duda se plantea desde el lugar de la persona que sí ansia formalizar la unión o que se alargue al menos habría que tener en cuenta una serie de detalles, además de los ya enumerados.

"Se pueden observar determinados patrones relaciones con la comunicación. Por ejemplo, que haya una inconsistencia en la misma. Por otro lado, también hay comentarios como 'ya veremos', que no son garantía de nada y que juegan al despiste", señala Lara Ferreiro.

También destaca que en estas situaciones no suele haber un interés más allá del momentáneo o que las conversaciones que se dan son meramente superficiales.

Amor líquido y utilitarismo

Y quizá todo este ir y venir emocional, esta búsqueda exprés de calor humano cuando el termómetro se desploma, encaje demasiado bien en la lógica del amor líquido que describía el sociólogo Bauman. Esos vínculos que se consumen rápido, relaciones que se ajustan al clima y a la agenda, conexiones que deben ser intensas… pero fáciles de soltar cuando vuelvan las terrazas y festivales.

Ahora que la estabilidad psicólogica parece un lujo —en todos los sentidos posibles— y el compromiso, un riesgo financiero, la temporalidad deja de ser un accidente para convertirse en la norma.

Si se afina un poco más, se podría incluso decir que esta condición anual afectiva se mueve bajo una especie de utilitarismo emocional propio del filósofo Jeremy Bentham: maximizar placer, minimizar dolor.

Se escoge la compañía no tanto por quién es el otro, sino por el uso que tiene en un momento concreto —calor, cobijo, validación, compañía para sobrevivir a la cena de Nochebuena—. Y, en muchas ocasiones, cual consultores explotados en cualquier de las Big Four, calculando costes y beneficios.

Así, la cuffing season aparece como el híbrido perfecto entre filosofía y meteorología: relaciones que funcionan como respuesta rápida a un descenso de grados. No son falsas, pero sí funcionales. No prometen eternidad, solo rendimiento. Y quizá ahí esté la clave de por qué, cada invierno, se vuelve a caer en las redes de una especie de ilusión del amor.

Pero como dejó plasmado Lope de Vega, quien lo probó lo sabe. Y qué difícil es resistirse a las mieles del sentimiento cuando es real.