Escena de 'Historia de un matrimonio', película protagonizada por Scarlett Johansson y Adam Driver.

Escena de 'Historia de un matrimonio', película protagonizada por Scarlett Johansson y Adam Driver. IMDb

Estilo de vida

Apego ansioso, evitativo y seguro: los vínculos de los que todo el mundo habla y que condicionan las relaciones

¿Qué hay detrás de estos conceptos que pululan al libre albedrío por las plataformas de internet? Los expertos y los casos particulares lo aclaran.

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La palabra apego es tendencia. En su hashtg en Instagram se despliegan 699.000 publicaciones. En TikTok, la lista de vídeos que hablan sobre este lazo invisible y profundo que sostiene nuestras relaciones y condiciona nuestra forma de unirnos es prácticamente interminable.

En torno a este término, giran muchas consultas en las salas de los psicólogos. Entender si somos evitativos, ansiosos o seguros, siendo este último un calificativo del que se habla mucho menos, pero sumamente importante, supone abrir la puerta a un diálogo interior que revela cómo se ama, cómo se sufre y cómo se construyen las bases emocionales de nuestra vida adulta.

"La teoría del apego, desarrollada por John Bowlby y posteriormente ampliada por Mary Ainsworth, explica cómo los vínculos que se establecen en la infancia con las figuras de cuidado influyen en la manera en que nos desenvolvemos en sociedad en la vida adulta", explica la psicóloga María Blanco.

De acuerdo a esta experta, estos modelos internos no son determinantes ni inmutables. Sin embargo, sí marcan una tendencia en la forma de gestionar la intimidad, la autonomía y la regulación emocional.

Según el estudio de 2017 Dependencia emocional y estilo de apego adulto en las relaciones de noviazgo en jóvenes españoles, elaborado por Laura Valle y María de la Villa Moral, integrantes de la Universidad de Oviedo, del total de encuestados en aquel momento, un 33,5% respondían al patrón seguro, un 26,7% al ansioso, un 20,9% al huidizo-temeroso y un 18,8% al huidizo-evitativo.

Pero, ¿qué hay detrás de esta maraña de términos?, ¿cuál es la realidad de este tipo de vinculaciones?, ¿cómo se generan y cómo afectan?

Clasificación

"La teoría mencionada explica que este lazo es fundamental para el desarrollo y la regulación socioemocional y la capacidad de establecer relaciones saludables a lo largo de la vida", comenta la psicóloga Ana Sánchez. 

"El apego es una conexión emocional profunda y duradera entre una persona y otra. El primero que se establece se da cuando somos niños, nada más nacer, con los cuidadores principales, sea quienes sean estos", detalla la profesional. 

En este momento, el lazo se caracteriza por la seguridad y protección que aportan los sujetos. Según la terapeuta, basándose en ello, se identifican tres tipos de patrones: 

  • Seguro: equilibrio entre cercanía e independencia.
  • Ansioso: busca demasiada proximidad, con miedo al abandono.
  • Evitativo: a diferencia del anterior, se aleja para protegerse de la vulnerabilidad.

Respecto a la clasificación que marca Sánchez, la psicóloga María Blanco hace además algunas anotaciones:

"El primero se caracteriza porque la persona confía tanto en sí misma como en los demás, se siente cómoda con la intimidad y al mismo tiempo mantiene su independencia. Se trata de gente que, en general, tienen relaciones estables, con buena comunicación y adecuada regulación emocional", detalla.

"En cuanto al apego ansioso, este se manifiesta en una fuerte necesidad de cercanía y de validación externa, miedo constante al rechazo y conductas de hiperactivación emotiva. Estos perfiles suelen experimentar dificultades para calmarse en momentos de incertidumbre y dependen mucho de la respuesta del otro", especifica.

"Por último, el evitativo se define por la tendencia a inhibir las propias necesidades en el plano sentimental, mostrar incomodidad con la intimidad y priorizar la autosuficiencia. En las relaciones, se comportan de forma fría o inaccesible, aunque lo que hacen en realidad es protegerse de la vulnerabilidad", comenta Blanco. 

Imagen de archivo de una pareja de la mano.

Imagen de archivo de una pareja de la mano. Foto de aranprime en Unsplash

No obstante, y aunque estos tipos de patrones son los que más se comentan en redes sociales, también existe un cuarto. Es el conocido como desorganizado.

"En este caso consiste en un vínculo ambivalente marcado por la mezcla de deseo de cercanía y miedo a ella, originado en experiencias tempranas de inseguridad y/o trauma", concreta Sánchez.

Al igual que el resto, suele desarrollarse en la infancia, cuando el cuidador principal es, al mismo tiempo, fuente de seguridad (de quien el niño depende); y a la vez de miedo (por maltrato, negligencia, abuso, conductas impredecibles o inestabilidad emocional).

"El niño queda atrapado en un dilema: 'quiero acercarme porque lo necesito, pero me da pavor eso mismo", comenta.

"Cuando se alcanza la adultez, se manifiesta en relaciones inestables, gran dificultad para confiar y problemas importantes en la regulación emocional. Es el estilo más complejo y el que más se beneficia del acompañamiento terapéutico especializado", determina la psicóloga María Blanco.

A la raíz

Como ambas expertas comentan, el origen de este tipo de lazos se encuentra, en la mayoría de los casos, en la infancia.

"Depende de las experiencias que se tengan con los cuidadores, si son fríos o distantes o si suelen estar disponibles. También influye la manera en la que puedes expresar tus emociones en casa, con la gente de confianza. No es lo mismo escuchar comentarios como 'estoy aquí para lo que necesites' frente a 'no llores, sé fuerte, no necesitas a nadie'", declara Ana Sánchez.

En el último ejemplo que señala la profesional, el niño aprende a reprimir emociones y necesidades para evitar el rechazo, desarrollando autosuficiencia forzada, además de una hipervigilancia emocional.

"En estos casos, intensifican sus demandas (llanto, protestas) para garantizar atención ante la falta de disponibilidad de la persona que está a su cargo", detalla. 

Sin embargo, hay algunos perfiles que tienen claro que la raíz de sus problemas de cara a la unión emocional no se encuentra tanto ahí, sino en relaciones de pareja, de un grado u otro, que terminan condicionando.

"No siento que en mi caso tenga que remitirme a la niñez para buscar el nacimiento de mi tipo de apego. Afortunadamente, mis padres han sido, y son, muy buenos cuidadores y referentes. También exigentes, pero el amor que he sentido de ellos no creo que haya sido lo que más me ha llevado a desarrollar un tipo de patrón u otro", comenta una fuente cercana a esta revista.

"Estuve durante años con una persona y la actitud, de cara a la vinculación, que tenía cuando comencé a salir con él no es para nada la que mantengo a día de hoy. Mi predisposición ha cambiado tras esa experiencia y también después de la que tuve tras romper con esta pareja", detalla. 

"Desde entonces ha pasado más de un año y medio y ahora, por fin, estoy intentando mostrarme como soy ante los demás en este plano. Mi psicóloga dice que tengo que ser consciente de que llevo una coraza por miedo, pero siento que no me puedo permitir ser vulnerable con cualquiera. No estoy dispuesta. También tengo claro que eso puede desembocar en otros problemas", declara.

La gestión emocional

¿Cómo se diferencia el funcionamiento en estos términos de alguien con apego seguro respecto a alguien que manifieste otros patrones? Una vez más, hay que remitirse a los orígenes del trauma para encontrar las claves.

"En el caso de los perfiles ansiosos, durante la infancia se percibe al cuidador como impredecible. Como resultado, durante la edad adulta se puede mostrar dependencia emocional, miedo al abandono y necesidad constante de aprobación y atención. Ante un problema, requieren una solución o conversación inmediata", comenta Ana Sánchez. 

"Cuando hay se es evitativo, el niño aprende a no expresar sus necesidades. Más adelante, tiende a evitar la intimidad, mostrarse autosuficiente y tener dificultad para expresar emociones, tomar decisiones o enfrentarse a situaciones complejas que requieran una conversación incómoda. Su mejor solución siempre será salir corriendo", amplía la experta. 

El personaje de Mr. Big de 'Sexo en Nueva York' es una representación del apego evitativo.

El personaje de Mr. Big de 'Sexo en Nueva York' es una representación del apego evitativo. IMDb

Y en esta línea se manifiesta también la fuente antes citada: "Hasta el momento, cuando notaba que la persona con la que estaba quedando quería ir un paso más allá, mi primera reacción era huir", comenta.

"Para evitar esa situación, lo que comencé a hacer fue centrarme en perfiles que sabía que no iban a interesarme en un plano que fuera más allá del físico, por lo que el riesgo emocional se reducía de forma notable. No obstante, sé que es un comportamiento nada recomendable", aclara. 

El apego evitativo

Dificultad para intimar: sienten que depender de alguien es una debilidad y evitan abrirse.

Aislamiento emocional: aparentan autosuficiencia, pero en el fondo pueden experimentar soledad.

Conflictos en pareja: tienden a retirarse en discusiones, guardarse lo que sienten o cortar vínculos cuando perciben demasiada demanda afectiva.

Desconexión: les cuesta identificar o expresar lo que están sintiendo y también validar a los demás. 

Resistencia a la ayuda: no suelen pedir apoyo, lo que puede afectar su salud mental o física a largo plazo.

El apego ansioso

Tiene miedo al abandono: interpretan señales ambiguas como rechazo y reaccionan con ansiedad.

Dependencia emocional: buscan constantemente validación y seguridad en la pareja o seres queridos.

Celos y control: tendencia a vigilar o exigir atención, lo que puede desgastar la relación.

Autoestima frágil: se sienten bien consigo mismos solo si reciben aprobación externa.

Altibajos emocionales: oscilan entre la idealización y la frustración hacia los demás.

Tanto para el ansioso como para el evitativo, el problema central es la dificultad para regular la cercanía y la distancia emocional. Uno teme perder la conexión, el otro su autonomía.

Las dinámicas

Teniendo en cuenta todo lo que se expresa en el artículo, quizás una de las preguntas a resolver más interesantes sea la de cómo se relacionan en pareja estas personas. 

¿Se escoge basándose en el estilo de apego que se tiene? Es decir, ¿influye en la búsqueda de esa persona?, ¿a qué perfiles se suele tender con cada uno?

"Claro que tiene que ver y que depende del patrón que se siga. Puede que a veces no lo hagamos de manera consciente, pero nos solemos sentir atraídos por personas que refuerzan o que desafían lo que somos", comenta Ana Sánchez. 

"Los evitativos suelen tender a perfiles ansiosos, porque uno busca cercanía y otro distancia, lo que activa la dinámica de 'perseguidor–distanciador'. En la situación opuesta, la falta de disponibilidad activa la necesidad del sujeto de 'luchar' por amor. Para lograr salir de estos bucles, en muchas ocasiones lo idóneo es acudir a terapia", explica la psicóloga.

En la serie de Netflix 'Nobody wants this', el personaje de Adam Brody es un buen ejemplo de comportamiento seguro.

En la serie de Netflix 'Nobody wants this', el personaje de Adam Brody es un buen ejemplo de comportamiento seguro. IMDb

"Por otro lado, aquellos que se manifiestan como desorganizados pueden adoptar ambas actitudes, lo que los hace propensos a relaciones caóticas o con personas también inestables", detalla la terapeuta.

"Por último, los que tienen comportamientos seguros suelen elegir también a gente en su misma línea, lo que fomenta vínculos estables, de confianza y equilibrio", concluye.

Marina es enfermera, tiene 24 años y sale con su pareja desde hace tres. Considera que con él ha tenido la suerte de establecer lazos que responden a este último apego. "Gracias a él he conocido una mejor versión de mí misma. He descubierto aspectos que se me escapaban y me ha devuelto algunos que había olvidado después de haber estado con otras personas", comenta a la revista.

Sin embargo, hay algo que tiene muy claro: "Lo que esto me ha enseñado también es que aunque lo nuestro se termine, yo seguiré siendo igual de válida", dice con seguridad.

No obstante, no todo está perdido si se responde a un patrón evitativo o ansioso. Al menos eso es lo que explica la terapeuta María Blanco: "A pesar de la fuerza que tienen estos apegos, no se trata de algo estático. Es posible desarrollar un comportamiento más seguro a través de la psicoeducación, la consultas individuales o de pareja", señala. 

"Las terapias cognitivo-conductuales ayudan a cuestionar creencias disfuncionales. Por otro lado, aquellas centradas en la emoción y los enfoques basados en el apego ofrecen nuevas experiencias correctivas que permiten integrar una forma distinta de relacionarse", detalla la profesional.

Su compañera Ana Sánchez indica además que primero habría que hacer un trabajo personal, de seguridad, autoestima y valores. "Es necesario conocer nuestros puntos débiles, manejar la incertidumbre y tolerar la intimidad. Hay que comunicarse de manera asertiva, para explicar cómo nos sentimos con libertad y seguridad, pero también para escuchar de forma activa", especifica.

"Por supuesto, hay que exponerse a ello y da miedo. Pero si lo afrontamos con la ayuda de un profesional, podemos desarrollar nuevas maneras de relacionarnos que nos hagan disfrutar más de los demás y de lo bonito de las relaciones", aclara.

Y es que es cierto que el que no arriesga no gana, pero en tiempos de inmediatez y fugacidad, caer en la confusión es sencillo. Perderse entre lo que es amor y lo que es solo deseo es fácil, sobre todo cuando no se educa en ello y cuando el miedo a abrirse emocionalmente lo ocupa todo.

En la actualidad, cualquier acto de intimidad, lo es también de valentía. Y lo privado va mucho más allá de lo que suceda entre las sábanas.