Justina Llorente, en el programa Madres: Voces desde el alma, con Cruz Sánchez de Lara.
Justina Llorente, en busca de respuestas sobre la muerte de su hija desde hace 32 años: "Eso no cicatriza nunca"
Susana Ruiz, de 16 años, salió de fiesta y no volvió en 1993. Su cadáver apareció con signos de violencia, pero el caso fue archivado.
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El de Susana Ruiz es uno de esos casos sin resolver que tiene detrás la lucha incansable de una madre que lleva más de tres décadas buscando respuestas. Su nombre es Justina Llorente y ha visitado Madres: Voces desde el alma de Mitele Plus para contar su historia. Las heridas no se curan, pese a que ha transcurrido mucho tiempo, porque sigue sin encontrar al responsable de la muerte de su hija.
"Te quitan un trozo de carne y no cicatriza nunca", le ha dicho durante la entrevista a Cruz Sánchez de Lara, vicepresidenta de EL ESPAÑOL. El caso ha sido archivado en varias ocasiones, pese a los indicios de que se trató de un episodio violento. Ella misma recuerda lo que le dijo a la jueza que lo llevaba: "Usted está esperando un bebé, que no le pase lo que me ha pasado a mí".
Ha llorado mucho, según ella misma confiesa, pero ha logrado volver a sonreír. "Yo miro para arriba y digo: soy feliz", ha confesado delante de las cámaras en una conversación muy emotiva con la conductora del programa.
Justina Llorente es madre de Susana Ruiz, la menor desaparecida y asesinada en 1993 🚨
— mitele plus (@miteleplus) April 3, 2025
Durante más de 30 años, ha luchado para hacer justicia y encontrar al asesino de su hija 🚨
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Un caso cerrado
La pesadilla para ella comenzó el 9 de enero de 1993, cuando su hija, Susana Ruiz (16 años), decidió acudir a un concierto en una sala del barrio madrileño de San Blas, donde residía la familia. Obtuvo el permiso de sus padres, pero debía avisar al acabar el evento para que la fueran a recoger.
De camino se encontró con un grupo de conocidos. Ellos la convencieron para que les acompañase a una fiesta de cumpleaños en un edificio abandonado, en un descampado de Vicálvaro. La adolescente estuvo bebiendo y fumando, y alrededor de las tres de la madrugada decidió irse a casa caminando. Sin embargo, nunca llegó y, al día siguiente, Justina y su marido denunciaron la desaparición.
Tras mes y medio de batidas e incógnitas, el cuerpo de la adolescente apareció semidesnudo en un descampado, a escasos metros del lugar de la fiesta. La cara estaba desfigurada y el cadáver boca abajo. El primer informe forense concluyó que no había signos de violencia y que murió de un paro cardíaco debido al consumo de alcohol y drogas. No obstante, presentaba un fuerte golpe en la cabeza, le faltaba un diente y tenía la laringe rota. Pese a esto, la jueza encargada del caso rechazó realizar otro informe forense y lo archivó, validando la muerte natural.
Los años posteriores estuvieron plagados de incógnitas, contradicciones y presuntas irregularidades durante la investigación. Los testimonios de las personas que estuvieron presentes en aquella casa abandonada no arrojaron nada de luz, más bien eran contradictorios. El caso se reabrió en cuatro ocasiones, pero ninguna de ellas permitió dar con el culpable.
En 1994 aparecería la primera pista: un neonazi que formaba parte del grupo de extrema derecha Bases Autónomas huyó de su casa dejando grabada una cinta. En esta pista de audio, José Alberto Z.O., aseguraba que Susana había sido golpeada con una piedra, violada y estrangulada por miembros de la organización a que él pertenecía.
También añadía que los amigos que estuvieron con ella aquella noche sabían lo que había pasado y callaban por miedo. Sin embargo, se consideró que la cinta carecía de credibilidad y se volvió a dar carpetazo al expediente. La Audiencia Provincial de Madrid, en cambio, ordenó que se practicaran diligencias, pero el supuesto testigo dijo que se había inventado todo.
En 1996 llegaría una nueva confesión de otro exmiembro de Bases Autónomas que se encontraba cumpliendo condena en la prisión de Guadalajara. Señaló que Susana fue torturada, golpeada con una piedra y estrangulada por dos miembros del grupo que, además, eran hijos de personas importantes. Llegó a afirmar que había presenciado el crimen, aunque no dijo nada porque estaba amenazado y tenía miedo. Fue llamado a declarar, pero no se atrevió a revelar los nombres.
Tras una larga lucha por parte de los padres de la fallecida, en 1996 se exhumó el cadáver para realizar un segundo informe forense. Este reveló que había recibido un fuerte golpe en la cabeza, que fue estrangulada y que había signos de otras agresiones. Sin embargo, tampoco sirvió para nada.
El caso se reabrió por última vez en 2001, cuando una mujer afirmó que su marido, encarcelado, había asesinado a Susana Ruiz. Sin embargo, estas afirmaciones no pudieron acreditarse.
Han pasado 32 años y Justina Llorente sigue dándole visibilidad al suceso con su participación en el programa Madres: Voces desde el alma. Además, ha accedido a participar en el Magatest, un cuestionario en el que las preguntas son títulos de libros escritos por mujeres como Virginia Woolf, Ana María Matute, Almudena Grandes, Carmen Laforet o Elena Ferrante.
El Magatest
Tu 'primera memoria'…
En mi casa con toda mi familia. No teníamos demasiado para comer, pero no nos faltaba nunca. Mi madre trabajaba mucho. Y yo era muy 'chulilla' e iba como una flor por la calle y por mi casa. Siempre estábamos muy contentos.
'Una habitación con vistas' a…
Al balcón de mi casa, que estaba lleno de tiestos con geranios. Todo lo que plantaba, salía. Mi hermana me decía que tenía las manos verdes porque se me daba bien.
¿'Orgullo y prejuicio(s)' sobre…?
Orgullo de la ilusión y alegría que tengo. Y el prejuicio que tengo, que no sé todavía quién ha matado a mi hija.
'La amiga estupenda' es…
Entonces éramos todas. Y ahora es Montse, que tiene la misma edad que yo. Y cuando me junto con ella no hay penas.
¿Qué fue 'lo que el viento se llevó'?
A mi hija. Y eso no vuelve nunca más. Es un trozo de tu cuerpo que te han quitado y que no cicatriza nunca.
¿Queda algo de 'la edad de la inocencia'?
Sí, todavía me queda un poco. Las que somos así nos durará hasta que nos vayamos. Eso es lo más bonito que hay, la ilusión. Es una bendición.
¿Qué te deja 'el corazón helado'?
Hay personas que no se merecen vivir porque estropean al mundo entero. La vida sería más agradable sin ellos. Nunca cambian, solo hay que verles la cara y librarte de eso.
¿'El mejor de los mundos posibles'?
No existe.
¿A quién asesinarías 'en el Orient Express'? O por si la metáfora no se entiende como tal, ¿a quién regalarías 'un viaje sin retorno'?
Pues a unos cuantos, y lo haría, fíjate. Los primeros, los que mataron a mi hija, que espero que tengan una vida mala, como la que dieron a mi hija.
¿Qué supone 'la ridícula idea de no volver a verte'?
Me gustaría estar aquí eternamente, pero no podré. Espero que alguien me recuerde cuando no esté.
'El amor más grande'…
Es el que tienes cuando nacen tus hijos. Ese es un amor que no lo puedes comparar con nada.
¿Para qué pedirías 'amnesia colectiva'?
Hay tantas cosas que olvidaría... Imagínate. Cuando me vean algunos en la televisión hablando de lo que le hicieron a Susana, se les pondrán los pelos de punta y dirán: "¿Pero todavía está dando guerra esta señora?"
Un 'secreto a voces'.
Tengo uno, pero que no lo puedo decir ahora. Ya sabes por dónde voy.
'Un secreto inconfesable'.
Mi secreto. El día que pueda decirlo lo cantaré a los cuatro vientos.
¿Qué es para ti 'nada'?
Es una cosa vacía que no tiene ni interés, ni ilusión, ni vida. Es algo inútil.
'Cuando la revolución termine'...
Ay… (suspira). Pues yo saldría a la calle a cantar a los cuatro vientos lo bien que nos ha ido.