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Santiago Posteguillo es un hombre que da mucha paz. Le miro con atención a la cara buscando de dónde viene esa tranquilidad inteligente, esa pausa sabia suya. Escritor (de esos pocos tocados con la varita que podrían vivir holgadamente de la venta de sus novelas), filólogo, lingüista, doctor europeo por la Universidad de Valencia, profesor allí. Estudió literatura en Ohio y completó su formación en Inglaterra. Fue Premio Planeta 2018. Es un tipo templado, amable, solícito. Las cosas cobran armonía cuando él las nombra: el pasado, el presente, el sueño y la historia.

Hay algo antibelicista en su espíritu, pero de enorme dignidad, ¿cómo decirlo? Sí. Es una rebeldía pacífica. Va armado de libros y de memoria.

De casta le viene al galgo, entiendo ahora, cuando me habla de la primera mujer de su vida: su madre. “Recuerdo una infancia feliz. Mi madre era una persona culta que fue maestra en su juventud. Cuando se casó, dejó de trabajar, algo que se hacía normalmente en esa época. Lamentablemente, pero es lo que pasaba, ¿no?”, evoca.

“Recuerdo que cuando falleció mi padre, no podía juntar la pensión de viudedad con la pensión que tenía (pequeña, por los años que ejerció de maestra), porque había una ley, que no sé si habrán cambiado, por la cual un ciudadano normal no podía juntar dos pensiones a las que tuviera acceso. Cuando sabemos que otras personas de otros ámbitos profesionales sí que pueden juntar distintas pensiones, ¿no?”, guiña, con intención, y se disculpa por la digresión, que, al cabo, le parecía pertinente. También a mí.

Entrevista a Santiago Posteguillo Laura Mateo

Su madre, subraya, era una persona culta y leída, y eso le influyó sobremanera. “Placer por la lectura. Interés por la lectura. Sin duda, ese es el germen para cualquier escritor”. Le digo a Santiago que él nació en el año 67 y le pregunto cómo era en ese momento ser un niño español y relacionarse con niñas en el tardofranquismo. “Yo me eduqué en un colegio religioso, en el Colegio del Pilar, al que yo creo que hay que reconocer siempre, como a la mayoría de los colegios religiosos, que cuidaba el nivel académico. Eso lo han hecho razonablemente bien y lo siguen haciendo”, sostiene.

En esa época, niños y niños estaban separados en las aulas. “Así que crecí hasta los 14 años sólo con chicos en clase. Luego se fueron adaptando a los tiempos. En Bachillerato el colegio ya era mixto. Y yo recuerdo con cierto impacto ese primer día en el que llegué a clase y no sólo había chicos, sino chicas. Y lo único que había pasado con esa segregación en la enseñanza es que nos resultaba difícil, al principio, ver cómo relacionarte con chicas, porque sólo las conocías del verano”, sonríe, con ternura.

¿Cómo era en tu cabeza el mundo femenino y cómo pasó a ser cuando te familiarizaste con él, cuando tuviste por fin amigas?

Hay una gran diferencia entre las personas que crecen entre hombres y las que crecen entre mujeres. Al final acabo hablando de lo mío (sonríe): mira, Julio César crece entre mujeres porque crece con su madre, con sus hermanas, con su hija y con su esposa, y sus referentes masculinos, su tío y su padre, fallecen cuando él es adolescente. César es una persona que crece entre mujeres y eso quizá le permitió después, históricamente, tener una relación muy fluida con el género femenino en todos los ámbitos, ¡también a nivel intelectual! Se interesó por estar por mujeres. Esa era la Marca César. En mi caso fue al contrario: yo crecí en un ámbito más bien masculino, con mi padre y tres hermanos. Y fue a partir de Bachillerato, y en la universidad, cuando empecé a tener una relación más normalizada con las mujeres, con las chicas.

"Me eduqué en El Pilar y empecé a relacionarme con chicas en Bachillerato: sólo las conocía del verano" 

Eso que dices de Julio César me llama la atención, porque me acordaba de una frase que dijo Fernando Fernán Gómez: “Yo quiero que mi mujer sea bella. Si es lista, que sea mi maestra”. Lo que esperaba en una compañera era deseo erótico y sexual, no esa parte más cerebral.

Has mencionado a Fernando Fernán Gómez, a quien respeto y admiro mucho, y todos sabemos de él que le encantaba ser políticamente incorrecto. El otro día veía un discurso suyo en unos Goya donde arremetía contra los premios en general y decía que eran terribles, porque eran una celebración donde el 92%, y había hecho cálculos, salían sin premio. Y empezaba a hablar de los no premiados. Era maravilloso. Estoy seguro que esa frase que tú dices la dijo en su línea provocadora, que es la que gustaba de ejercitar, porque era una persona muy culta, muy inteligente…

Y su mujer, Emma Cohen, también.

¡Exacto! Cuando actuaba, se contradecía con esa aseveración que había enunciado. Jugaba a la controversia, que era algo que podía hacerse más antes y que en el presente sería delicado.

Posteguillo.

Posteguillo. Laura Mateo.

¿Qué buscas tú en la persona amada?

En mi caso, yo busco en mi actual pareja una relación donde esté todo. Estoy con una persona que tiene dos carreras universitarias, que sabe latín…

Sabe latín literalmente.

(Ríe) Sí. ¡Latín de verdad! Es profesora de Latín y de Griego clásico. Lo sabe de verdad. Y si estoy escribiendo sobre una cita, le pregunto si va en ablativo o en acusativo y me lo dice. Más allá de que es una mujer que pienso que es muy atractiva, me interesa esa relación intelectual que nos llena mutuamente. Yo prefiero ese tipo de relación.

¿Cómo crees que influyó en el mando de Julio César el hecho de haberse criado entre mujeres, de haberse empapado de mundo femenino? ¿Hubo alguna gobernanta en la sombra?

Yo pienso que él aprende a respetar mucho al género femenino en la medida en la que se da cuenta de que las mujeres de su entorno pueden ser muy inteligentes, empezando por su propia madre, que tenía una astucia política notable.

Me recuerda a los Soprano. Finalmente, quien organizaba le cotarro de la mafia era la madre de Tony. Lejos de ser una serie patriarcal, era bastante matriarcal.

Exacto. Luego Julio César se cruzará con mujeres que no podemos calificar como feministas en la medida en la que ese concepto no existía en la época, pero sí con unas mujeres de carácter muy potente y una inteligencia muy aguda, como es su famoso encuentro con Cleopatra. Entonces yo creo que él sabe valorar mucho el intelecto de las mujeres. Tiene otras relaciones duraderas en el tiempo, por ejemplo, con Servilia, la hermanastra de Catón. Servilia era otra mujer brillante. Al César siempre le gustó estar con mujeres de sobresaliente inteligencia y, además, coincidía que eran mujeres atractivas. Pero le importaba más la inteligencia que la belleza.

"Julio César valoraba más la inteligencia que la belleza de las mujeres. Siempre estuvo con mujeres brillantes, como Cleopatra o Servilia"

Ahora que has mencionado a Cleopatra, se me ocurre preguntarte por algo: ¿cómo se han llevado los hombres con la libertad sexual de las mujeres? Se conoce que Cleopatra era libérrima eróticamente. ¿Por qué ha parecido eso un problema a lo largo de la historia?

Si me permites una matización, se dice y se ha transmitido que Cleopatra era libérrima, o que era una mujer que podía haber tenido relaciones con muchos hombres diferentes, cosa que a día de hoy no lo calificaríamos ni bien ni mal, sería una actitud como otra y ya está. Nos da igual desde el punto de vista moral.

Hoy sabemos que antiguamente se utilizaba el hecho de que una mujer pudiera estar con muchos hombres para descalificarla. Un hombre que estaba con muchas mujeres, por el contrario, era una muestra de su virilidad. Teniendo en cuenta este contexto: realmente a Cleopatra sólo se le conocen dos amantes, ¡dos en toda su vida!, que son Julio César y Marco Antonio, con los que además tiene hijos. Uno con Julio César y tres con Marco Antonio. Eso muy libérrimo no parece, ¿verdad?

No, desde luego. Me había quedado con la leyendita.

Claro. Es una leyenda que viene de que Augusto, el sobrino nieto de César, quiere heredar el imperio. Y Cleopatra tiene un hijo de César que podría, si fuera reconocido por César o por el Senado como heredero legítimo, desviarlo a él de la línea de sucesión.Y se le ocurre crear una pompa, una gran campaña. “Construyamos un relato que permee en la sociedad romana y que quede para la historia que Cleopatra era, permíteme el uso de la palabra, una puta, y que se acostaba con todos”.

Porque si una mujer se acuesta con muchos, ¿cómo podemos saber que realmente el hijo Cesario era de César? A lo mejor era de cualquiera de esos otros supuestos hombres con los que Augusto.y sus cronistas dijeron que ella tenía relaciones… entonces esa imagen de Cleopatra de acostarse con muchos hombres (que habría parecido perfecto hoy día desde un punto de vista moral) no está demostrada por las fuentes. O sea: los datos no lo certifican. Sólo lo dicen los cronistas bajo las órdenes de Augusto.

Posteguillo.

Posteguillo. Laura Mateo.

Hablemos de la Universidad. ¿Qué has observado en el alumnado femenino y en su presencia en la vida académica española?

Yo creo que es notorio que el alumnado femenina ha crecido en presencia en la Universidad, tanto como estudiantes como en el ámbito del profesorado: han ido ascendiendo en escalafones académicos y ahora es muy frecuente, incluso en algunos ámbitos, que haya más profesoras titulares o más catedráticas que hombres. Es verdad que hay algunas carreras (sobre todo las Ingenierías o las carreras tecnológicas) donde aparece ser que hay más estudiantes hombres y más profesorado masculino, pero yo creo que es una cuestión de elecciones personales, porque está claro que ahora cualquier mujer puede estudiar cualquier titulación. Esa es la mayor transformación.

Cuando hablamos de esta incorporación de la mujer a la vida intelectual de un país, me pregunto mucho por el componente de la admiración. Ha sido frecuente que las mujeres admiren a otras mujeres y a los hombres, pero está claro que los hombres han tenido más dificultad en admirar a las mujeres. Han sentido que competían únicamente entre ellos. No sé qué opinas de esto.

Hombre, es muy probable, en la medida en la que muchos hombres han crecido y han sido educados en una sociedad esencialmente machista o patriarcal, que les cueste no asumir una condición auténtica de igualdad entre hombres y mujeres. Les cuesta adaptarse a una igualdad total, sobre todo a los varones de otras generaciones. Me gustaría pensar que en las generaciones jóvenes esto no pasa tanto. No lo tengo tan claro, la verdad, porque hay otros influjos e influencias.

"Las mujeres son las que popularizan la novela: Mary Shelley, las Bronte, Jane Austen… iniciaron géneros. Son la génesis de la novela moderna"

¿Qué notas entre los jóvenes?

Creo que hay resistencias al feminismo… y es delicado de expresar, pero ya decían los filósofos griegos que lo más indicado para el consenso y para el buen desarrollo social es el punto medio, el punto de equilibrio…

Ahí está la virtud.

Sí, ahí está. Entonces, ¿qué ocurre? Que si tú empiezas a llevar de un extremo (que era malo) la situación al otro extremo contrario, pues no lo estás llevando de un sitio malo a uno ideal y perfecto, sino que puedes estar llevándolo a otro sitio… que no es tan malo como el anterior, pero que no es idóneo. Yo creo que la igualdad hay que construirla con igualdad, no con desigualdad. Esto es delicado porque se puede trasladar a muchos ámbitos: ¿hasta qué punto hay que hacer discriminaciones positivas para favorecer a las personas que más lo necesitan?

Yo entiendo que estas cuestiones tienen un sentido, el problema es establecerlas de forma normativa. Creo que tienen que ser temporales para corregir algo, pero… ¿qué nos vamos a pasar, 2000 años corrigiendo algo? No. Puedes decir “pues llevamos varios milenios de patriarcado”, y tendrás razón, pero es que las cosas están cambiando muy rápido. Hablemos de 15 o 20 años, hablemos de dos generaciones. Establezcamos esas zonas de igualdad y no construyamos desigualdades alternativas. Soy del equilibrio, nunca de los extremos.

Posteguillo.

Posteguillo. Laura Mateo.

Me decía Albert Boadella hace poco que detecta una auténtica guerra de sexos, una mala relación entre hombres y mujeres provocada, sobre todo, por decisiones políticas, institucionales.

Claro. Mira, yo en mi literatura he buscado un equilibrio entre personajes masculinos y femeninos. ¿Por qué? Porque la sociedad es así. Y es verdad que en la época de la que yo suelo novelar, la época de la Antigua Roma, los hombre estaban en posiciones más preeminentes que las mujeres, ¡pero ellas también estaban allí! Y podían influir en ellos… y de hecho, lo hicieron, y mucho. Algunas terminaron siendo incluso generadoras de dinastías, como planteo en mis novelas de Julia y Julia retó a los dioses.

Ha habido mujeres extraordinarias en sociedades patriarcales que han conseguido subvertir contextos y ser más influyentes que la mayoría de los hombres de su entorno. Cleopatra, o la emperatriz Livia, que tiene una gran influencia, o Fulvia, muy olvidada. Fue la primera esposa de Marco Antonio, que llegará a comandar ella, personalmente, ocho regiones. Esto no suele saberse, ¿no? Y también quemó el Senado en el año 52 antes de Cristo. Fue todo un personaje. No digo que me parezca bien que quemara el Senado, ¿no? (Ríe)

No te hacía sospechoso de eso.

Lo que quiero decir es que tenía sus razones. Hubo mujeres muy importantes y me parece muy bien rescatarlas, pero tampoco se trata de revaluar todo tiempo pasado con los valores más revolucionados que podemos tener hoy día, porque entonces no podríamos escribir sobre nada. Todo lo que ha habido anterior al siglo XX ha sido absolutamente patriarcal.

"Isabel la Católica era muy inteligente: tomó decisiones duras, como cualquier persona poderosa, pero si las toma una mujer, la calificamos de ‘temible’"

¿El patriarcado ha terminado?

Yo creo que en Occidente estamos en vías de conseguir unos niveles de igualdad que han de ser el objetivo para todos (aunque probablemente, no en todos los ámbitos de la sociedad occidental se hayan conseguido). Y obsérvese mi insistencia en remarcar la palabra “occidental”, porque el mundo es muy grande… y deberíamos sentirnos orgullosos de que sea precisamente en la civilización occidental donde la mujer tiene más oportunidades y más nivel de igualdad. A veces se nos olvida y está bien tenerlo presente. Hay otras sociedades y otras culturas. Eso no significa que no tengamos que seguir mejorando.

¿Qué hay de las instituciones culturales, como la RAE, y su camino hacia la igualdad? Ha habido una especie de desprecio histórico hacia las figuras femeninas. Pienso en María Moliner, en su momento. Y pienso en cierta reticencia a la hora de incluir a mujeres en sus sillones.

Bueno, yo no voy a evaluar en concreto una institución, pero pienso que es normal que a las instituciones más tradicionales les cueste un poco más entrar en el proceso de acercarse a esa igualdad entre hombres y mujeres. La RAE procede del siglo XVII. Tendrá que ir evolucionando. Todas las instituciones tienen que aprender a crear igualdad, pero más fundamentada en el mérito de todos y de todas que en discriminaciones positivas.

Posteguillo.

Posteguillo. Laura Mateo.

¿Qué personajes históricos femeninos te han inspirado especialmente?

Ya hemos hablado de la Antigua Roma, así que pasemos al ámbito literario. Fíjate que lo que yo hago, que es novela, realmente se construye en el siglo XIX y con muchísimas mujeres que empiezan a escribir novela popularizando el género, porque hasta entonces lo que era más popular o lo que llegaba a mas gente era la poesía, o, sobre todo, el teatro. Pero no tanto la novela, con excepciones como El Quijote, quizá. En el XVII empieza la picaresca… pero es a finales del XVIII y a principios del XIX cuando aparecen autoras como Ann Radcliffe, como Jane Austen, como a Mary Shelley, como a las tres hermanas Bronte… y tenemos a George Eliot, que es un seudónimo masculino para Mary Ann Evans.

¡Todas inician géneros! Mary Shelley la ciencia ficción y las Bronte y Jane Austen le dan un gran impulso a la novela romántica. Son escritoras importantísimas y comparten, la mayoría de ellas, una enorme dificultad para publicar. Contra eso lucharon todas y tuvieron muchas que usar seudónimos masculinos, algo que pervivirá a lo largo del tiempo, hasta bien entrado el siglo XX. Y las que publicaron con su nombre de mujer, como Jane Austen, pudieron tardar hasta 16 años en que les publicaran. Luego claro, le publicaban un gran éxito y enseguida las querían todas. Ellas son la génesis de la novela moderna.

Ahora que mencionas lo de los seudónimos: ¿qué te pareció que tres hombres firmaran bajo el seudónimo femenino de Carmen Mola? ¿Esto es un ejercicio de publicidad, de marketing…?

Yo no cuestiono las formas en las que cada uno presenta su actividad artística ante el público. A veces las cosas se inician de forma improvisada, o medio por broma, y no piensas que vayan a llegar a según qué nivel… no sé cuál fue su caso ni su proceso. Lo fundamental es que en premios de esa categoría [Premio Planeta] y de esa entidad literaria, y aquí sí tengo más datos, podemos ver que a lo largo de los últimos 20-25 años, se está llegando a un equilibrio entre hombres y mujeres que ganan ese tipo de premios. Entiendo que esto desde el punto de vista publicitario y periodístico da mucho juego, ¿no?, indudablemente, pero me resulta anecdótico. El meollo es que premiados y premiadas se van equilibrando.

"Las mujeres en la historia han sido demonizadas" 

Retomemos. Citabas escritoras extranjeras. ¿Qué hay de las españolas?

Rosalía de Castro, Ana María Matute. Carmen Laforet. Son autoras que personalmente me han cautivado. Me impactó mucho la lectura de ‘Nada’. Esa combinación del uso del lenguaje, excelso, con una historia capaz de removerte los sentimientos con una potencia descomunal… no es en absoluto habitual. No sé hasta qué punto puede influir el tema de que una mujer tenga una sensibilidad a lo mejor más desarrollada que un hombre, porque es cierto que los artistas (hombres y mujeres) suelen ser personas que desarrollan sensibilidades importantes. Los escritores tienen que tener empatía, tienen que poder ponerse en el lugar del otro, si no serán incapaces de crear personajes.

¿Y alguna viva?

Mis compañeras de novela histórica, como Margarita Torres, que es catedrática y ha hecho libros interesantísimos. Incuestionables, también, María Dueñas o Luz Gabás.

Posteguillo.

Posteguillo. Laura Mateo.

¿Hay diferencias sustanciales entre cómo ha sido retratada la mujer en la literatura inglesa y en la española? En cuanto a personajes de ficción.

Yo creo que es bastante coincidente, y no sólo entre mujeres como Jane Austen, también si vamos a hombres como Thomas Harvey, que se preocupa mucho por la mujer que es apartada de la sociedad: ahí tienes su Tess, la de los d’Urberville, que es tremenda. Ahora estoy pensando en la escritora Edith Wharton, en La edad de la inocencia. Todos y todas claramente muestran lo discriminada que ha estado la mujer. Pero, por ejemplo, vayamos a la literatura española: La Regenta. O Lorca en algunas de sus obras de teatro también ha narrado esa marginación, ese sometimiento de la mujer, en La casa de Bernarda Alba o en Yerma. Las tradiciones literarias occidentales coinciden en ese relato.

Hablemos del liderazgo femenino y de la forma de las mujeres de encarar el poder político. Desde el pasado hasta el presente.

Además de las mencionadas, pienso en Zenobia de Palmira, que rebelará, que levantará en armas Medio Oriente contra Roma. O la reina Boudica. Mujeres que en el mundo antiguo crearon problemáticas importantes, problemáticas en el sentido de enfrentarse a los poderes establecidos, que además estaban regentados por hombres. Se me ocurre ahora, aunque me salgo del ámbito político y me meto en el científico-cultural, Hipatia: ¡una mujer perseguida y, además, una de las personas con más conocimiento filosófico y científico de su época! Realmente muy sobresaliente. O Isabel la Católica, una mujer verdaderamente inteligente…

Y temible.

Y temible, podía ser. Bueno, es que cuando alguien ejerce el poder a veces tiene que tomar decisiones duras, las tome un hombre o una mujer. Pero si las toma una mujer, le ponemos enseguida el calificativo de “temible”.

¡Es cierto!

Y fíjate con Livia y Augusto: Livia, como no sabemos si a lo mejor mató o dejó de matar a una serie de personas para que heredara el trono de Augusto un hijo suyo, Tiberio (de ella antes del matrimonio con Augusto), ha pasado a la historia como una asesina… ¡pero si Augusto ordenó la ejecución de un montón de personas!

Es más fácil demonizarlas a ellas.

Exactamente. Está demonizada ella por si mató a 5 o 6 personas (que no digo que esté bien, si lo hizo), pero Augusto está probado que mató a muchísima gente y se le recuerda como a un gran emperador. Esto sí que pervive en el relato histórico. Y contra eso me rebelo. Porque ahí no estamos siendo ecuánimes. Y respecto al contexto actual, no es fácil haber encontrado a mujeres políticas del mundo occidental que hayan destacado tanto, probablemente falta más equilibrio. En su momento hubo una Margaret Thatcher, que podías estar de acuerdo con su política o no, pero era incuestionable que era una mujer de muchísima personalidad, y ahí tenía a los negociadores europeos negociando durante horas hasta conseguir lo que ella quería.

Una mujer que, cuando la guerra de Argentina (que yo no la defiendo, pero bueno), empezaron a cuestionar quién había disparado o dejado de disparar, estos soldados, estos oficiales, tal… se levantó ella en el Parlamento Británico y dijo: “La orden de disparar es mía y la responsabilidad es mía. ¿Tienen algo que decirme?”. Claro: eso es una persona que no eludía la responsabilidad, tan habituados como estamos a que ahora los políticos lo hagan y se zafen continuamente de responsabilidades. Más allá de estar de acuerdo o no, me parece un ejemplo notable de mujer política con personalidad indiscutible.

Posteguillo.

Posteguillo. Laura Mateo.

¿Qué opinión te merecen las políticas actuales? Tenemos una vicepresidenta del Gobierno y una presidenta de la Comunidad de Madrid, nada más y nada menos.

No me atrevo a evaluar políticas de nuestro entorno, de nuestro país. Cuando vea entrevistas donde estas personas que me has mencionado hablen obre las novelas que leen y que les interesan, yo te diré lo que pienso sobre su acción política.

¿Sientes esa dejadez por parte del mundo político hacia el mundo de la cultura?

Sí: les interesa ideologizar la cultura para que favorezca al político de turno. Intentan controlarnos. Por otro lado, yo vivo bajo la sensación, probablemente paranoica, de que quieres nos gobiernan, en general (habrá excepciones), buscan que la gente no llegue a adquirir mucha cultura y no lea demasiado, porque eso conduce a pensar, y de ahí al pensamiento crítico, y eso genera exigencia con los gobernadores. Quieren gente manipulable que no les exija cuentas. Un detalle. En pandemia se cerraron las librería porque se consideró que no era algo de primera necesidad.

Ah, pero los bares estaban abiertos.

Discúlpame, pero en Alemania no. En Alemania, las librerías estaban abiertas. Pero aquí ibas a un supermercado y podías comprar comida pero había un cordel para que no compraras los libros, no sea que te fueras a morir. Y no pasó nada, ¿eh? No hubo una queja. Sociedades cercanas: allí se considera importante la lectura, tan importante como comer y beber agua, y aquí no.

"A la princesa Leonor le recomendaría leer ‘El manual del candidato’, de Quinto Cicerón, y 'El príncipe', de Maquiavelo"

Hablemos del influjo de la religión en la mirada hacia la mujer en España. Se nos ha ofrecido históricamente una posibilidad bípeda, o ser la puta o ser la santa (o la virgen). Un país que adora a las vírgenes en los templos y juzga con mucha dureza la vida sexual de las mujeres de carne y hueso.

Yo tengo una posición respetuosa con todas las religiones, y desde el punto de vista cultural, pues claro: yo he crecido en un contexto cristiano y católico. Dicho esto, es evidente que las religiones suelen ser también de estas instituciones. Las religiones no, los que gobiernan las religiones, son instituciones como hemos comentado antes, muy tradicionales, y les cuesta aceptar esta evolución. Hay religiones dentro del cristianismo donde no existe el celibato para los sacerdotes, y los sacerdotes protestantes, muchos de ellos, pueden contraer matrimonio.

Eso no pasa en el mundo católico. Hay tradiciones que cuesta transformar, y habrá quien diga que si las transformas, pierden su esencia de origen. Es indudable el peso de la religión católica en la dificultad que han tenido las mujeres para ser tratadas igual que los hombres: su perspectiva es tradicional y patriarcal. Ahora bien: yo sí noto un cambio importante, quizás no todo lo deseable, pero lo hay. Fíjate, yo empecé educándome en un colegio religioso segregado y acabé en ese mismo colegio, transformado, sin educación segregada. Los cambios de las instituciones tradicionales, como te digo, son lentos.

Monarquía y nuevo liderazgo femenino. ¿En quién crees que tendría que inspirarse la princesa Leonor a la hora de ser reina?

Yo le recomendaría que se leyera El manual del candidato, de Quinto Cicerón (el hermano del famoso Cicerón), aunque ella no se presente a elecciones. Y El Príncipe, de Maquiavelo. Le vendrán bien.