María Oruña: "En situaciones límites aparece nuestra cara no domesticada y vemos cómo es el color del alma de cada cual"

Autoras de palabra con Rosa se cita con María Oruña, autora de la saga del Puerto Escondido, con más de un millón de lectores de narrativa de novela negra, ambientadas en escenarios reales, tangibles, de una Cantabria única envuelta en asesinatos. En este caso, con Los inocentes (Destino, 2023), su última novela publicada, nos compele a encontrar al culpable de un crimen masivo en el balneario de Puente Viesgo.

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Mil metros cuadrados y una enorme piscina a 32 grados centígrados, con cascadas, cuellos de cisne, burbujeantes camas de agua y jacuzzis. Desde sus ventanas puedes contemplar el apacible paisaje, lo más parecido a un paraíso. Sin embargo, un crimen brutal y despiadado acaba de ejecutarse.

Hay lugares en los que es todo tan idílico que nada parece ocurrir. Uno en el que un mirlo acuático vuela en armonía, pero como animal que es, se dispone a cazar. La cuestión, apunta María, es que "nosotros también tenemos ese instinto, afortunadamente muy guardado, pero a veces, por alguna razón, se despierta. Porque sí, somos muy amables y estamos muy domesticados socio-culturalmente".

Y añade: "Por eso me interesaba también un lugar tan tranquilo, tan idílico, donde nos confiamos, donde pensamos que somos eternos, que es curioso, ¿no? Que somos conscientes desde muy niños que vamos a morir, pero nos olvidamos, como si eso no fuera a suceder, y luego ese lado salvaje, ese lado depredador que tenemos, que también termina apareciendo".

Rosa Sánchez de la Vega.

La autora refiere que no tenemos que pensar en psicópatas retorcidos, inteligentes, de hecho en las seis novelas de la serie, solamente hay un psicópata y los demás son personas 'normales' porque al final siempre nos mueve la ambición. El poder y el respeto que creen que les genera, aunque sea una deferencia artificiosa.

El arma química es el causante de las muertes, el más invisible, el más potente y el más inquietante, porque las personas mueren de la manera más absurda sin saber porqué, ni cuál es la causa, ni quién te ataca.

¿Despreciamos la vida en tanto el modo en que la ejecutamos, asesinamos o nos suicidamos?

Creo que nos falta este estudio de la vida y la muerte, esta reflexión sobre ello, porque abandonamos el lado espiritual de las cosas, somos muy pragmáticos, muy prosaicos.

A la hora de ejecutar una sentencia de muerte, quién puede ser considerado un héroe de guerra o un criminal. La dignidad que puede haber en un suicidio o la cobardía. Todo esto depende del momento histórico sociocultural, del punto geográfico del mundo en el que estés a día de hoy.

Por ejemplo, la forma de vestir, hay lugares del mundo en el que yo estaría ahora mismo en la cárcel por llevar un mínimo escote.

¿Entonces cuál es el criterio moral? para mí, el mío es bueno, pero para los otros no. Y esta reflexión, a mí me interesa mucho, sin necesidad de hacer un ensayo, o de hacernos intensos, pero es la idea que pivota a lo largo de toda la trama. 

María Oruña sostiene que sus novelas en general, también en Los inocentes aún siendo muertes violentas, son de distracción. “No escribo novelas en las que haya pederastia, ni trata de blancas, son temas tan serios que no me atrevo hacer entretenimiento con ello”.

Asegura que: "Pongo a mis personajes al límite porque quiero que muestren su verdadera cara. Aquella que no está domesticada, cuando tienes que actuar de forma rápida, por impulso, por instinto, ahí vas a ver cómo es el color del alma de cada cual", confirma Oruña con rotundidad.