Clarisa Nieva y Shohreh Rezai.

Clarisa Nieva y Shohreh Rezai.

Protagonistas

El régimen iraní intensifica la represión a las mujeres en vísperas del aniversario del asesinato de Masha Amini

Hoy negarse a llevar velo en Irán está considerado por el régimen un 'virus', una 'enfermedad social o trastorno' y una 'depravación sexual'. En Magas hablamos con Shohreh Rezai y Clarisa Nieva acerca de la mujer y la represión en Irán. 

16 septiembre, 2023 02:23

El 16 de septiembre de 2022, el asesinato de Gina Mashsa Amini a manos de la policía moral desató una oleada de protestas en todo Irán. Mujeres y hombres salieron a la calle gritando 'Mujer, vida, libertad'. Exigían sus derechos y el fin del estado represivo.

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Masha Amini murió a causa de la brutal paliza que recibió en el furgón policial de camino al centro de detención. La policía de la moral la había arrestado por llevar mal puesto el velo. Era kurda y estaba visitando Teherán con su hermano.

No eran las primeras protestas ni serán las últimas, pero han sido las más prolongadas de la República Islámica. 500 manifestantes, muchos de ellos adolescentes y niños, murieron. 7 fueron ejecutados. Hubo 16.000 detenidos.

En vísperas del aniversario de su asesinato, para prevenir posibles celebraciones, el estado islámico ha incrementado su política represiva. Ha arrestado a mujeres activistas de derechos humanos, estudiantes, minorías, periodistas, artistas y familiares de los manifestantes muertos por los agentes de seguridad. También ha hecho una purga de profesores en la universidad.

Shohreh Rezai.

Shohreh Rezai.

La gente tiene miedo. La negativa a llevar velo está considerada por el régimen un 'virus', una 'enfermedad social o trastorno' y una 'depravación sexual'. Puede acarrear tortura y prisión junto a otras penas como ser condenada a lavar cadáveres o a costearse terapias psicológicas, no poder ir a la universidad, expulsión del trabajo, confiscación del coche…

Los delitos imputados son: 'Incitar a la corrupción y la prostitución y facilitarlas',  'difusión de propaganda contra el sistema' y 'reunión y colusión para cometer delitos contra la seguridad nacional'.

Mujeres bahaís

Entrevistamos a dos mujeres bahaís, una religión que nació en Irán a mediados del siglo XIX. Con 300.000 fieles, constituyen la minoría religiosa más numerosa de Irán. Es una doctrina sincrética que promueve la justicia social y la paz en el mundo. Sistemáticamente perseguidos en Irán, los métodos represivos del régimen son iguales para todos, sean activistas, abogados, mujeres, estudiantes o bahaís.

Shohreh Rezai (Shiraz, Irán) ha sido encarcelada por sus creencias, así como su marido y su hermano. Ejecutaron a sus amigas. Vive en España. Sorprende la ausencia de acritud en sus palabras.

Clarisa Nieva (Bolivia) es la representante de comunicación y relaciones institucionales en España de la comunidad bahaí.

El asesinato de Masha Amini desató una oleada de protestas en Irán.

Shohreh Rezai: El pueblo iraní estaba sufriendo. Fue, como dicen los españoles, la gota que colmó el vaso. Una chica tan inocente asesinada bajo custodia policial, solamente porque no llevaba bien el velo.

¿Va a haber más protestas en vísperas del primer aniversario de su muerte?

SR: Creo que sí, pero no serán muy numerosas, porque la represión es muy fuerte. Pobres mujeres. Están haciendo un esfuerzo inmenso. Son muy valientes. La mayoría son universitarias, académicas. Conocen sus derechos, no son ignorantes. Es muy difícil para las dos partes. Para la autoridad que no puede controlarlas y para ellas.

Las mujeres son ciudadanos de segunda en Irán.

SR: Las leyes en Irán van en contra de las mujeres. No es solo el tema del velo, que es simbólico. Por ejemplo, una mujer iraní necesita el consentimiento del marido si quiere salir del país. Si se divorcia, pierde la tutela de los hijos.

Si no llevas el velo, cualquier persona puede denunciarte a la policía de la moral. Te pueden detener. Eso te pasa mucha factura como mujer. Pero aun así, se quitan el velo.

Hasta 10 años de cárcel por no llevar el velo. ¿Se ha recrudecido la represión?

SR: Sobre todo con las mujeres. Ayer veía en internet los comentarios de Narges Mohamadi, una activista muy famosa en Irán que está en la cárcel, donde es obligatorio llevar velo. Ella se niega a pesar de los golpes.

Hay muchas activistas y abogados en Irán que están luchando por vivir en un país más libre y democrático. Nasrim Sotoudeh creo que ha salido, pero también está presa Yasaman Aryani de 24 años. Otra chica está en huelga de hambre porque recientemente han ejecutado a presos políticos. Muchos jóvenes que participaron en las protestas siguen en la cárcel.

Ahora mismo, el gobierno está expulsando a catedráticos y profesores de las universidades y los reemplaza por otros, no siempre catedráticos, que siguen su línea de adoctrinamiento. Úlltimamente, en nuestra comunidad bahaí, también la persecución se ha incrementado.

Clarisa Nieva: La persecución de los bahaís responde a una política de estado. Además, hay un cambio generacional en la guardia revolucionaria. La nueva generación implementa con más fuerza sus políticas represivas.

Creía que el cambio de régimen pasaba por los jóvenes. Que estos jóvenes sean todavía más fanáticos es preocupante…

CN: Y contradictorio, porque gran parte de la juventud quiere un cambio.

SR: Hay una diferencia. Antes, la autoridad por lo menos tenía la convicción de que trabajaba por el islam. Ahora lo hacen por motivos económicos, el salario, las guarderías, el acceso a la universidad, por todas las ventajas que reciben.

CN: Lo que padece la comunidad bahaí es una muestra de lo que sufre toda la sociedad iraní. El patrón de represión es el mismo. Por eso nuestra campaña “Our story is one” de las 10 mujeres que ejecutaron hace 40 años ha tenido tanta resonancia en la sociedad iraní.

¿La gente tiene miedo?

SR: Las mujeres activistas son muy valientes, así como los abogados, pero es una situación muy difícil.

¿Sus familiares allí tienen miedo?

SR: Son todos bahaís. Están acostumbrados al acoso y la persecución por parte de las autoridades. Son firmes. Saben que es un proceso que tienen que pasar para que Irán alcance un gobierno más democrático. Tienen esta esperanza.

¿No se esconden?

SR: No. Nunca hemos ocultado nuestra identidad. Por ejemplo, yo pertenezco a la primera generación a la que el estado prohibió ir a la universidad por ser bahaí. Podíamos ocultarlo e ir, pero no lo hicimos.

Como adquirir conocimiento es muy importante, la comunidad bahaí en Irán tuvo una reacción constructiva: formar una universidad propia. Ahora tienen un edificio, pero cuando yo estudié era complicado. Las clases se daban en distintas casas bajo amenaza del gobierno. Cuando echaron a los trabajadores bahaí de las empresas, principalmente públicas, cada familia montó un negocio pequeño.

¿Qué estudió?

SR: Humanidades. No es fácil. Vives en una ciudad que te cierra todas las puertas: universidad, trabajo, pensiones...

¿Cómo te sientes? Tus hijos ¿cómo se sienten?

Tenemos ese amor por Irán y por mejorar la sociedad. Sin odio. Esto es lo más importante.

Usted estuvo en la cárcel.

SR: Tres años después de la Revolución Islámica y 40 días después de la ejecución de esas 10 mujeres que eran amigas mías, me detuvieron junto a otras 4.

En la cárcel sufrimos por ser bahaí y por ser mujer.

Por ejemplo, era obligatorio llevar el velo o el chador. Si no lo llevabas bien te castigaban. Nos acusaban de inmorales porque no queríamos llevarlo; tenemos el principio de igualdad entre mujeres y hombres. Justo ahora, a las chicas que no quieren llevar velo también se las acusa de inmorales. Nuestra historia de verdad es una.

¿Era una cárcel de mujeres?

SR: Era muy grande, había un lugar para hombres y otro para mujeres. Había mucha discriminación. A nosotras como nos consideraban impuras nos pusieron en el lugar de los castigados, el peor de la cárcel. La celda era muy pequeñita y sólo tenía una manta. Dormíamos encima de la manta. Tres años viviendo así. Muy difícil. Eran años muy oscuros para los iranís. Había muchas ejecuciones.

Nos presionaban para que renunciáramos a nuestra fe. Me metieron cuatro meses en una celda de aislamiento. Me preguntaron por última vez si abjuraba. Dije que no. Me enseñaron mi sentencia de muerte y me llevaron a mi celda. Sólo tenía que esperar a que vinieran a llevarme.

Aquella noche sólo pensaba en mi familia. Cada ruido me sobresaltaba creyendo que había llegado la hora. Una experiencia muy rara. Pasaron unos días hasta que me di cuenta de que solamente querían presionarme. Lo hacían y lo siguen haciendo con muchos presos. Es un tipo de tortura. Si tú niegas una parte de tu identidad, después ¿cómo puedes vivir? No tienes dignidad. Por eso no aceptamos esas presiones.

¿Qué edad tenía?

SR: 19 años. Era el año de 1983.

¿Le acusaban de ser bahaí?

SR: Sí. Ahora, te acusan de hacer actividades contra el régimen, como a mi hermano. Ha pasado 10 años en la cárcel, de 2008 a 2018.

¿En la cárcel había muchos presos políticos?

SR: En aquella época, muchísimos, y ahora también. Mi hermano estaba con los presos políticos. Nosotras todas juntas, comunes y políticas. Era un ambiente muy difícil. Me acuerdo de lo que sufrían esas jóvenes condenadas por delitos políticos. Yo también sufría por ellas. Les decía que teníamos que ser fuertes y firmes.

¿Cómo salió?

SR: Tras cumplir la sentencia de tres años. El juez que era paquistaní, no hablaba bien farsi. Sólo me preguntó unas cosas y dictó sentencia.

Ha dicho que las 10 chicas ahorcadas eran amigas suyas.

SR: Sí. Las conocía muy bien. Me afectó mucho. Antes de su ejecución, habían ahorcado a los miembros de la asamblea nacional que dirigía la comunidad bahaí, pero nunca pudimos imaginar que ahorcarían a estas mujeres tan jóvenes. Fue muy doloroso. Eran años muy difíciles.

¿Qué delito cometieron esas 10 mujeres?

CN: Participaban activamente en la administración de la comunidad bahaí. Tuvieron larguísimos interrogatorios para que renegaran de su fe y delataran a otros. Torturas blandas, horas y horas de preguntarte lo mismo, hacerte escribir. Torturas físicas, latigazos, golpes. Es lo que están viviendo las jóvenes hoy en día. Hay que tener mucha fortaleza de espíritu para no renunciar a tus convicciones.

Vemos las condenas, los argumentos por los que encarcelan a los activistas y hasta las penas de muerte. Son absurdas. Es muy triste. Además, la alimentación en la cárcel es pésima, aunque con dinero se puede comprar comida. Los presos, hacinados, empiezan a tener problemas de salud, se les caen los dientes, no reciben luz del sol.

¿Sirve de algo la presión de la comunidad internacional?

CN: Sí. Irán es un país que cuida su imagen. Quiere reactivar su economía y sus acuerdos internacionales, así como librarse de las sanciones. Si no fuera por los activistas, los periodistas, Naciones Unidas y los gobiernos, la cosa sería mucho peor.

Hace dos años, en el Círculo de Bellas Artes presentamos Poemas enjaulados, un libro de poemas que Mahvash Sábet escribió en la cárcel sobre papel higiénico, trozos de papel, lo que encontrara. Estos son unos versos: “en las esquinas grupos de mujeres conversan entre ellas, mientras que, abstraídas, otras jóvenes caminan apenadas, impotentes, mustias y doloridas”.

En la carta que mandó para la presentación del libro agradecía a las instituciones internacionales estar con vida. Contaba que cuando el juez la condenó a 20 años de prisión, lo miró y le dijo ¿no hubiera sido mejor matarme? Él respondió que hubieran querido hacerlo, pero no tenían pruebas suficientes. Fue gracias a una campaña internacional muy fuerte, porque pruebas nunca tuvieron. La soltaron, pero recientemente la han vuelto a encarcelar condenada por los mismos cargos. Tiene 72 años.

Hay que seguir insistiendo para que Irán cumpla los acuerdos de derechos humanos que ha suscrito. La presión es cada vez es mayor y más siniestros y refinados sus métodos de represión.

¿Cuándo estuvo en Irán por última vez?

SR: Hace doce años. Quería estar en el juicio de mi hermano y hablar con el fiscal. Me dijo que los iban a ejecutar a todos. Están vivos gracias a los esfuerzos de la comunidad internacional.

¿Cuántos años lleva en España? ¿Por qué dejó Irán?

SR: Casi 20 años. Por motivos personales. La enfermedad de mi hija. Si no fuera por mi hija, regresaría a Irán. Amo a mi país.

¿Qué echa de menos de Irán?

SR: Todo.

Otras minorías religiosas- cristianos, judíos y zoroastristas- reciben mejor trato que los bahaís.

SRi: Porque la constitución de Irán reconoce esas religiones. Son anteriores al islam y aparecen en el Corán.

CN: Nuestra religión nació en 1844. No tenemos clero, ni ninguna figura superior. En un estado como Irán donde religión, poder y política están juntos es un atendado para su seguridad. Otra amenaza es que muchas personas se sientan atraídas por nuestra fe. 

Leí un artículo sobre el sentido del humor de la población iraní. Frente a todas estas iniquidades, reírse del absurdo es un mecanismo de defensa para sobreponerse, respirar y seguir adelante.

En opinión de expertos la resiliencia y adaptabilidad de la élite política permite prever la continuidad de la república Islámica. ¿Hay algún atisbo de esperanza?

SR: Es una pregunta muy difícil. Yo tengo esperanza. ¿Cuánto tiempo hace falta para cambiar todo esto? No lo sé. Veremos la luz al final del túnel.

CN: Para que haya un cambio- no sólo en Irán, sino en el mundo- es fundamental la participación plena y en igualdad de condiciones de la mujer. Codo con codo con los hombres. De ahí la importancia de apoyar a las mujeres en Irán. Va a ser largo.