Baño para mujeres.

Baño para mujeres. Getty Images

Magas-Mujeres en la Historia

Las mujeres del siglo XIX dijeron basta a la 'correa urinaria', una atadura que no les permitía conocer mundo

Los baños públicos, durante un tiempo, fueron un privilegio para una parte de la población. Ellas tuvieron que luchar por tener acceso a una necesidad tan básica.

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¿Han tenido las mujeres que luchar por tener baños públicos?, ¿dejaron de hacer cosas por no tener un inodoro al que acudir en caso de necesidad?, ¿solo salían a los alrededores de sus hogares porque más allá no había retretes a los que ir?

El primer inodoro con cisterna se creó en Gran Bretaña en 1851, de la mano de George Jennings, un fontanero de Brighton. Su popularidad fue tal que al año siguiente se crearon los primeros baños públicos bautizados como 'salas de espera públicas'.

Un invento que atrajo la admiración de muchos, pero, una vez más, solo se pensó en ellos al realizarlo. ¿Y ellas?, ¿por qué no se hicieron baños pensando en las mujeres? Solía decirse que no estaban dispuestas a comprometer su dignidad entrando a los baños públicos.

La realidad es que no proporcionar o no crear baños públicos para ellas era una forma indirecta de mantenerlas en casa, en la esfera privada. Si querían salir de sus casas debían contenerse en la ingesta hídrica y aguantar las ganas de ir al servicio durante las horas que estuviesen fuera.

Si querían viajar, estas debían planificar cada salida teniendo en cuenta las casas conocidas, de familiares o amigos, donde podían parar. Este hecho condujo a que muchas de ellas no fuesen más allá de las zonas familiares.

Por ello nació el término 'correa urinaria', ya que tan solo podían alejarse de sus hogares tanto como su vejiga les permitiera.

En época victoriana, la palabra 'correa' podía estar directamente vinculada a la atadura de las mujeres a los hogares, mientras que los hombres disfrutaban de las libertades y de la cotidianidad de la esfera pública.

Como consecuencia de esto, y, en un intento de luchar por sus derechos, en Londres se creó la Asociación Sanitaria de Damas, asociación que pretendía incluir en los baños públicos ya existentes una zona que se pudiese habilitar para las mujeres.

También se creó la Unión de Asociaciones de Mujeres Liberales y Radicales, cuyo propósito era crear baños públicos para las mujeres trabajadoras en Camden, y preparar los ya existentes para que también los pudiesen utilizar.

Mujer paseando al lado de un baño público para hombres y mujeres.

Mujer paseando al lado de un baño público para hombres y mujeres. Getty Images

Al igual que ocurrió con la confección de los bloomers, que se habilitaran baños para las mujeres fue algo que no gustó a los hombres de aquella sociedad.

Sabotajes, destrucción a algunas piezas e incluso el "accidental" percance en el que un taxi de caballos, conducido por hombres, se estrelló contra la maqueta de un inodoro femenino alegando que estaba en un sitio muy inconveniente.

Ninguno de estos sucesos fueron motivos suficientes para pararlas en su lucha por la igualdad. Fue una carrera de fondo llena de obstáculos cuyo fin se logró, pero no por darle a la mujer lo que se merecía, sino por una razón económica.

Este momento coincidió con el desarrollo de grandes almacenes y el aumento de la urbanización. En este contexto, ellas comenzaron a tener más presencia en trabajos tradicionalmente masculinizados, y, como ellos, necesitaban unas condiciones sanitarias mínimas.

No solo se empezaron a incluir baños para trabajar, que las mujeres se desplazasen a las tiendas y gastasen dinero en ellas era sinónimo de pasar tiempo fuera de casa y de ganancias para las empresas.

Pero si no tenían las condiciones necesarias para ello, las tiendas comenzarían a perder dinero. Por ello, los dueños de los grandes almacenes, como una estrategia de marketing y de beneficios a futuro, dieron pie a la creación de baños públicos.

En el año 1887, la ciudad de Massachusetts vio la primera ley que exigía la separación de baños entre hombres y mujeres. Después del cambio de siglo, en 1992, con el Reglamento del Lugar de Trabajo, se dejó claro que no garantizar baños separados para los trabajadores y trabajadoras era una ilegalidad.

En realidad, fue en la Ciudad de la Luz donde se introdujeron los primeros baños separados para ellos y para ellas en el siglo XVIII. Así fue como poco a poco las mujeres consiguieron tener baños públicos.