Una mujer, abrigada en casa.

Una mujer, abrigada en casa.

Interiorismo

Una mujer, sobre la dura realidad de cómo ha logrado ahorrar: "Llevo 3 años sin encender la calefacción"

La historia de esta mujer puede inspirar, sobre todo, en tiempos de crisis energética o subida de precios, pero no deja de tener matices importantes.

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A medida que se encarecen las facturas y muchas viviendas siguen mal aisladas, algunas personas buscan alternativas. Una mujer decidió probar algo radical: prescindir por completo de la calefacción durante el invierno. Su experiencia se basa en ajustes caseros que transformaron su hogar en un espacio habitable, sin radiadores y sin sufrir excesivo frío.

Vestirse con varias capas, usar mantas, dejar el calor del horno extenderse por la casa, e instalar cortinas aislantes para ventanas son algunas de las claves que la han mantenido con comodidad.

Aun así, los expertos advierten de un riesgo: sin una fuente de calor constante, la humedad puede provcar moho o daños estructurales en el hogar.

Durante los últimos tres inviernos, esta mujer, Catherine Renton, periodista en Reino Unido, asegura no haber encendido nunca la calefacción. Su principal motivación era ahorrar en la factura de la luz y evitar costes elevados en una época de incertidumbre económica.

Para lograrlo, implementó una serie de medidas sencillas pero efectivas: empezó por vestirse con más capas de ropa dentro de casa, utilizó mantas cuando estaba sentada o descansando, y apostó por aprovechar el calor residual.

Por ejemplo, cuando cocinaba dejaba el horno abierto tras su uso para que el calor se extendiera por las estancias. También instaló cortinas aislantes en las ventanas para evitar que el frío entrara con facilidad.

Pasar de depender de radiadores a confiar en estos trucos caseros no es algo habitual, pero en su caso resultó suficiente para abordar los inviernos. El confort no era perfecto, pero fue suficiente para evitar gastos grandes y apretar el presupuesto doméstico.

En este caos no es simple casualidad: muchos expertos coinciden en que se puede vivir con confort razonable sin calefacción, si se combinan una serie de medidas de aislamiento y hábitos domésticos inteligentes.

Entre algunos de los trucos más eficaces están aislar puertas y ventanas (sellar rendijas con burletes, instalar cortinas gruesas o térmicas, y evitar corrientes de aire), aprovechar el calor residual (tras cocinar o usar el horno, dejar que el calor se expanda por la vivienda), y usar textieles y capas de ropa (mantas, alfombras, ropa de abrigo...).

Además, gestionar bien la ventilación, abrir ventanas pocos minutos al día y cuando el sol caldea, puede ayudar a renovar el aire sin enfríar demasiado la vivienda.

En consecuencia, la historia de esta mujer puede inspirar, sobre todo, en tiempos de crisis energética o subida de precios, pero no deja de tener matices importantes. Aunque sus trucos funcionan, muchos expertos advierten del riesgo de humedad y moho si la vivienda no está bien ventilada o aislada.

Además, la comodidad depende mucho de la vivienda: su orientación, tamaño, ventanas, aislamiento... en algunos hogares puede ser más difícil mantener un nivel de confort sin calefacción.

Dicho esto, su experiencia muestra que sí es posible reducir drásticamente el consumo de energía si se adoptan cambios conscientes en los hábitos y en el hogar.

En tiempos de incertidumbre económica, su historia abre una pregunta interesante: ¿Puede este modelo reducir costes sin sacrificar el bienestar? Quizás no todos los hogares puedan replicarlo, pero sus claves (aislamiento, hábitos inteligentesy aprovechar recursos simples) pueden servir de guía.