Cori, profesora.

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Estilo de vida

Cori, profesora harta: "No somos enfermeras, si tu hijo está enfermo deberías saber que puede quedarse en casa"

La profesora de Educación Infantil ha denunciado en redes sociales algunas de las pésimas condiciones laborales de su oficio.

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Trabajar en Educación Infantil es una carrera vocacional; sin embargo, en España —y en otros países del mundo— lo reducen a una titulación universitaria específica que te permita ejercer con niños de 0 a 6 años en colegios públicos, concertados y privados. Como consecuencia, cada año en nuestro país se gradúan unas 28.000 personas.

Es en ese momento cuando comienzan las oposiciones y lo que se conoce como "la vida real": baja remuneración, largas jornadas laborales, sobrecarga de trabajo, falta de recursos y estrés. Estos son algunos de los factores más conocidos; sin embargo, dentro de la profesión existen otras sombras que diluyen, poco a poco, la vocación del oficio.

Para Cori, "la educación no es tan fácil como se ve desde fuera" y hay ciertas cosas que no se entienden, incluso cuando tienes años de experiencia. Algunas de ellas son las aulas llenas o la falta de conciliación en las familias, que llevan a sus hijos a los colegios, incluso cuando están enfermos.

La conciliación familiar y la enseñanza

Cori lleva años dedicándose a la enseñanza y, según ella misma cuenta —y demuestra— en sus redes sociales, es la profesión que ella ha escogido por vocación. "Me encanta educar, me encanta pasar tiempo con los pequeños y adoro formar parte de su proceso vital", cuenta.

Sin embargo, si hay algo que también muestra en sus redes sociales, es la realidad del oficio. Su entusiasmo, lejos de haberse apagado, convive hoy con una frustración que crece cada año. "Cuando empecé a trabajar en esto descubrí que no todo era tan bonito como pintaba en la carrera", confiesa.

La docencia, dice, es una vocación que a menudo se enfrenta con una realidad distorsionada. Los profesores tienen que enfrentarse día tras día a unas condiciones laborales que dificultan su profesión. Cori habla de ratios elevadas, aulas llenas y una atención individual que se diluye entre tanto alumno.

Disponer de más profesores para tener menos alumnos a cargo es uno de los grandes caballos de batalla de los docentes, que llevan desde la época de los recortes de 2012 reclamando la medida con el objetivo de mejorar el aprendizaje.

Si bien los datos pueden variar ligeramente según la comunidad autónoma y el curso escolar, la ratio habitual de alumnos por clase en España es de 25 en Infantil y Primaria, 30 en ESO y 32 en Bachillerato. Sin contar la Universidad, donde los profesores tienen a cargo cientos de alumnos.

Todo ello, para un único profesor, que lucha por intentar enseñar en los cursos más altos y, con los más pequeños, tratar de ofrecer una atención individualizada. Algo que se hace imposible y que, para Cori, es una "carga de responsabilidad".

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Más allá de las ratios, Cori cree que hay una situación que se repite en colegios de todo el país y que, sin embargo, nadie habla sobre ello: los niños de infantil que acuden a clase estando enfermos.

"No entiendo por qué no se dan las medidas de conciliación necesarias a las familias para que cuando sus hijos estén enfermos puedan quedarse en su casa", afirma con tono sereno pero firme. Para Cori, el problema no es la falta de empatía con los padres, sino la ausencia de políticas que les permitan conciliar.

El hecho de que los niños acudan a clase enfermos hace que las docentes, como Cori, tengan que dedicarse a ser enfermeras y no profesoras. "No es lo que hemos estudiado", explica.

Su crítica no va dirigida solo a las familias, sino también a un sistema que coloca a los docentes en una posición incómoda: cuidar, atender y contener, incluso cuando los recursos no alcanzan.

Este detalle es algo que, también, tratan de informar los propios centros. La mayoría de los bebés en las escuelas infantiles tienen de 8 a 12 resfriados al año, que son algunos más de los que tendrían si fueran cuidados exclusivamente en el hogar.

"Ser docente no es guardar, pasar el rato, pintar y colorear", dice con determinación. "Tiene que ver con la implicación, la creatividad, las ganas de aprender, la generosidad, saber escuchar, enseñar y transmitir pasión por la enseñanza".

A pesar del desgaste, Cori sigue creyendo en la educación como motor de cambio, pero también reivindica el derecho de las profesoras a ser escuchadas. "No entiendo por qué todo el mundo puede quejarse y opinar del trabajo que hacemos las docentes, pero nosotras no tenemos derecho a compartir lo que realmente pensamos", lamenta.

La suya no es una voz aislada. En muchas escuelas, maestras y educadoras comparten la misma sensación de sobrecarga, de desprotección institucional y de falta de reconocimiento.

El aula se ha convertido en un espacio donde confluyen responsabilidades que van mucho más allá de lo pedagógico: atender emergencias, mediar en conflictos familiares, suplir carencias emocionales y, a veces, incluso cuidar de niños que deberían estar en casa recuperándose.