Mariana González.
De WhatsApp al buzón: la moda de intercambiar cartas manuscritas ha vuelto para enganchar a la Generación Z
Las redes sociales se han llenado de vídeos de jóvenes escribiendo a mano y mandando sus misivas llenas de color, pegatinas y recortes.
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Queridas lectoras,
Vivimos en la era de la inmediatez. En ella, los mensajes que desaparecen al poco tiempo de enviarse y los que tan solo permiten un único visionado conviven con los correos electrónicos que se pierden en las bandejas de entrada saturadas pidiendo clemencia.
Las notificaciones saltan, pero los mensajes se entremezclan con alertas de otras aplicaciones, ofertas, noticias, suscripciones o recordatorios del calendario.
El almacenamiento del teléfono avisa por decimotercera vez en la semana que se está quedando sin espacio, pero los dispositivos siguen sin vaciarse. No hay tiempo para borrar archivos y menos de uno en uno.
El email de un cliente aprieta —y ahoga— suplicando una respuesta ASAP (as soon as possible) y, a medida que se siguen revisando los pendientes, se advierte que hay cuatro más, redactados por diferentes personas, que terminan con la misma coletilla.
Al final, la única solución que muchas veces se encuentra es contestar en horas intempestivas —cuando desciende el bullicio y como único compañero se tiene al silencio—, y programar el envío a otra franja horaria en la que no te da vergüenza admitir que andabas tecleando.
Las nuevas generaciones ya no imaginan las palabras bailando en el espacio, ya no las agarran de su mente y las estampan en sus cuadernos. Ahora las pulsan, letra a letra, y con la tranquilidad que da saber que tienes la posibilidad de volver atrás en cualquier momento.
Muchos no conocen qué es el Tippex, ni lo que suponía esperar a que secara ese ungüento mientras el dictado del profesor no cesaba.
Mariana González.
Lejos de WhatsApp y de cualquier otra aplicación de mensajería instantánea, reaparece un viejo hábito que parecía condenado al olvido: escribir cartas. A mano, con boli, con pluma y hasta a máquina.
El último informe del sector postal, elaborado en el segundo semestre de 2024 por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, revela que alrededor del 80% de los encuestados no recibe ni envía cartas.
Sin embargo, existe un amplio colectivo que está comprometido, casi como acto de resistencia, en trasladar los mensajes de una forma más artesanal de lo que el mundo se empeña.
El universo penpal (amigos por correspondencia) —esa red global de desconocidos que se convierten en confidentes a golpe de tinta y papel— gana cada vez más adeptos, y aunque sobre todo lo hace entre los jóvenes, realmente alberga público de todas las edades.
A tan solo un clic tenemos la prueba evidente de que este mundo tangible está triunfando: se ha colado y ha dejado huella en el digital. Basta con acudir a las redes sociales e introducir en el buscador el hashtag #penpal para comprobar que hay 1,3 millones de publicaciones en Instagram y 95.900 en TikTok.
Carta elaborada por Lucía Robson para Magas.
No se trata de intercambiar palabras, sino de entregarse a un ritual pausado y manual en el que cuenta tanto el contenido como el continente. Importa cada detalle, desde el sobre, al sello, sin olvidar la tipografía.
Todo se hace con el mimo que se le pone a las cosas en la que se invierte lo más valioso que se tiene como ser humano: el tiempo. La carta se transforma en un objeto que se conserva, que se lee con cariño y se contesta con la misma paciencia que se elaboró.
Es una bocanada de calma entre el latir desacompasado de la prisa digital que te condena —en el buen sentido— a esperar al cartero y a hacer uso de esa pequeña caja rectangular ubicada en los portales que casi había quedado de adorno: el buzón.
La dinámica es sencilla, encontrar un receptor que quiera iniciar una relación por correo postal y enviar la primera carta. Es tan elemental que no hay reglas, no las requiere y, por tanto, si Julio Cortázar aún siguiera vivo, estaría triste porque es una práctica de la cual no podría escribir sus instrucciones.
Mariana González mantiene correspondencia con otras cuatro jóvenes repartidas por la península.
Tan solo se necesita acudir a alguna publicación de penpal hecha en redes sociales y bucear por sus comentarios, seguro que hay algún usuario que desea ser tu destinatario. Si ahí no hay suerte, se puede conseguir a través de las comunidades.
Existen páginas web como PenpalWord, con más de tres millones de miembros, en la que puedes inscribirte en una especie de tablón de anuncios para encontrar al candidato perfecto con el que mensajearte. Y, aunque parezca algo muy nuevo, lleva activa desde 1998.
También existen grupos en Facebook, por ejemplo PEN PALS, que cuenta con casi 15.000 miembros y cuya dinámica es la misma.
Jóvenes adeptos
Lo vintage ha regresado y lo ha hecho para quedarse. Los vinilos han aumentado las ventas y, ahora, no es tan raro encontrar un tocadiscos en el salón de cualquier casa.
Barbie ha ocupado la gran pantalla, los vaqueros de tiro bajo han vuelto, al igual que las cámaras analógicas y los festivales con música de los 2.000 han hecho sold out en todas sus fechas, así que…¿por qué no iba a volver el escribir cartas?
Lucía Robson (Bilbao, 2003) apenas lleva un año "en este mundillo", pero su historia con las misivas viene de atrás. Cursó primero de bachillerato en Canadá, donde conoció a una chica que estaba inmersa en las correspondencias y con la que prometió cartearse cuando regresara a España para mantener la amistad.
Lucía Robson (Bilbao, 2003).
Una vez que el intercambio entre ellas cesó, se olvidó un poco de este tema. Pero, las redes sociales se encargaron de recordárselo. "Un día me habló una chica que me seguía en Instagram y me dijo si me interesaba ser su penpal y yo, que me apunto a todo, le dije que sí", apostilla.
Reconoce que el tiempo que dedica a escribir le sirve para reflexionar, para explorar su creatividad y dejar el móvil de lado. "Es una manera mucho más personal de conectar con alguien, ya que te hace parar y tener más consciencia de lo que quieres decir", detalla Robson.
Así lo respalda Noelia Barroso Ceballos, psicóloga y directora de Psicología NBC. Alude a la forma que tenemos ahora de vivir, "en piloto automático, rodeados de estímulos", y por ello, escribir cartas está resurgiendo, porque se convierte en refugio donde dedicar "tiempo pausado y en exclusiva".
Mariana González envía una carta a la redacción de Magas.
Pero, ¿eso es todo? No, la espera y el factor sorpresa también influyen. Barroso determina: "Las notificaciones de las redes sociales generan gratificación mediante un neurotransmisor que se produce en el cerebro, llamado dopamina".
"Sin embargo, recibir una carta activa procesos multisensoriales con el tacto del papel, la letra, o el olfato que vincula memorias profundas. La espera genera una emoción sostenida, y el cariño y dedicación del emisor generan un pico de emoción más intenso y duradero porque se genera dopamina y oxitocina", continúa.
Robson compara la sensación de revisar el buzón con la de abrir una blind box que tan de moda se ha puesto últimamente. "Es que te llenas de felicidad, es una sensación inexplicable", apostilla.
Ella entiende a la perfección lo que supone preparar una carta, invierte unas seis horas en cada una de ellas. Pero aún es más consciente del esfuerzo que supone parar tu mundo digital para explorar el sensorial.
La bilbaína tiene seis penpal y una de ellas es Mariana González (2001, Santander). Esta joven es ilustradora y nos cuenta que "debido a su dislexia escribir le generaba mucha inseguridad".
Mariana González.
Sin embargo, Robson le propuso intercambiar cartas creativas y "aceptó sin pensárselo". Y, aunque lleva algo menos de un año con los envíos, asegura que "le hacen desconectar de todo".
La psicóloga detalla: "En algunos casos, escribir a alguien que no conocemos en persona puede ayudarnos a abrirnos emocionalmente más que con nuestros amigos cercanos porque, al no existir relación previa, se reducen los temores al juicio, al rechazo o a las expectativas sociales".
Esto facilita una apertura emocional más libre y espontánea. Además, la distancia física y el anonimato relativo pueden dar sensación de seguridad, lo que permite expresar aspectos que quizá resulten difíciles de compartir con personas significativas en la vida cotidiana.
Ambas, aunque las separen kilómetros, más o menos comparten el mismo ritual: Lucía se pone música de Extremoduro y Mariana una serie de fondo y dejan volar su imaginación. Incluyen recortes, estampan sellos, pegan dibujos, hacen ilustraciones y meten pegatinas de regalo.
Barroso destaca todos los aspectos positivos que se desprenden de esta práctica, pero advierte que también conlleva algún riesgo como una posible "desconexión emocional, cierta inseguridad si no hay comunicación constante y un aumento de la idealización que puede proyectar expectativas poco realistas sobre la otra personas que conduce a la frustración".
Mariana, la santanderina, entiende un poco esos posibles riesgos porque uno de sus penpals es una niña de 13 años. Ella no supo su edad hasta que recibió su primera carta, sin embargo, defiende la idea de que hay que ser cauto para no dar tu dirección a cualquier desconocido.
Papeles de colores
Paula Bueno (Oviedo, 1994) es una veterana en el mundo del correo postal. Ella empezó casi cuando no tenía ni nombre esta práctica. Heredó la pasión de su bisabuela por los sellos y, sin apenas pretenderlo, con apenas siete años era toda una filatelista.
Con esa edad, vivía en Barcelona, pero veraneaba cada año en una pequeña localidad de León. Lo que implicaba que al llegar septiembre se separaba de sus amigas hasta el comienzo de la siguiente temporada estival.
"Aún no había cumplido los ocho, pero de vuelta a casa, le dije a mis padres que quería escribirme con todas ellas durante el curso. Y ahí empezó todo", recuerda Bueno.
Ese intercambio de cartas duró muchos años, sobre todo con Aroa, con quien lo hacía de manera más frecuente. Sin embargo, "como muchas otras cosas, cuando llega la adolescencia, se terminan dejando".
Recién cumplida la mayoría de edad, su bisabuela falleció y eso la removió por dentro. "Algo en mi interior me decía que tenía que seguir con esa tradición, continuar su colección de sellos y recuperar el envío de correspondencia", explica Paula.
Para continuar su legado investigó por las profundidades de internet y descubrió una web llamada postcrossing —aún vigente—. Basta con inscribirte para que te proporcionen una dirección postal de un desconocido al que poder hacer tus envíos.
Por aquel entonces, en 2015, abrió una cuenta de Instagram y descubrió que había mucha gente como ella que también elaboraba cartas muy creativas, subía sus composiciones y los envíos que recibía.
"Ya no mantengo correspondencia con mis penpals, pero sí que guardamos cierto contacto. De hecho, a finales de este mes, voy a Valencia por un viaje familiar y aprovecharé para conocer a una chica con la que me escribía en 2016", cuenta Paula.
No siempre es así, pero en ocasiones, los amigos postales se terminan conociendo en la vida real, cerrando el círculo de la amistad con el broche de un buen abrazo.
Su cuenta empezó a crecer y con ella, "la oportunidad de negocio". Por lo que, a pesar de haber estudiado Ingeniería de Telecomunicaciones, decidió iniciarse en el diseño de material de papelería como postales, sellos o celos decorados.
Trabajaba en una empresa tecnológica en Dublín mientras lo alternaba con su hobby artístico, pero pronto le generaba el mismo dinero, o incluso más, que su propio salario fijo.
Eso, sumado al poco tiempo libre que le dejaba compatibilizar ambos mundos, le hizo replantearse su vida.
"El 31 de octubre de 2020 presenté mi carta de renuncia y a partir de ahí, me dediqué en exclusiva al negocio de las cartas", apunta Bueno.
A día de hoy, ya no vive en Dublín, sino en su ciudad natal, tiene una hija de dos años y una papelería en la que vende todo tipo de materiales originales para hacer postales creativas y en donde imparte talleres de escritura y decoración de misivas.
Reconoce que el 90% de su clientela son mujeres, cuyas edades son bastante dispares, que van desde los 20 a los 60 años. Pero que los hombres también adquieren sus productos.
Paula confiesa que la mayoría de sus compradores son extranjeros, sobre todo de Estados Unidos, Suecia, Finlandia y Noruega, aunque advierte que "con la imposición de los aranceles en aduanas por parte de Trump, le ha imposibilitado mandar ningún paquete hasta allí en los últimos meses".
La ovetense explica que su "mayor auge del negocio lo alcanzó en 2021", cuando la pandemia seguía latente. Y que, con el paso de los años, sus ventas se han estabilizado un poco, sobre todo porque "ahora, la gente compra en grandes superficies con precios más económicos".
Para paliarlo ha tenido que poner sus productos en plataformas de venta al por mayor. Con ello, ha conseguido que tiendas finlandesas, suecas, noruegas y danesas adquieran sus productos para revenderlos.
"Las postales se venden muy bien porque son baratas y es algo que se utiliza mucho como detalle o para mandarlas cuando estás de viaje. También salen muchos washi tapes, cintas decorativas y rollos de pegatinas transparentes con cientos de diseños", apostilla Paula Bueno.
De mí, para mí
Para los más rezagados con el mundo tangible, también existen alternativas digitales para mensajearte con desconocidos —aunque aseguramos que la experiencia no será tan enriquecedora—.
Aunque, desde la redacción de Magas, la opción que más nos ha llamado la atención ha sido la página FutureMe. Lleva activa desde el 2002 y a día de hoy, se han enviado más de 20 millones de cartas.
@albajimfe TAN CUTE EL PLAN DE escribir cartas a tu yo del futuro 🥹❤️🩹 ➡️LA WEB SE LLAMA “FUTURE ME” (pongo lo en Google y te sale). ➡️Tema estructura te la dejo por aquí : - Update a tu yo del futuro: tu momento actual, cómo te sientes, quien está a tu lado, tus logros, objetivos… esto es poner al día a tu yo del futuro -Apuestas del futuro: cómo esperas estar en 6 meses / 1 año /2 años, algo que te haría sentir muy orgullosa de haber conseguido, que me haría feliz… MANIFESTING Consejitos: consejos que le des a tu yo, cosas que no quieres olvidar,… Hazlo amiga de verdad, te vas a emocionar escribiéndote a ti misma (que también te digo: yo me emociono con todo jaja) y tu yo del futuro te lo agradecerá. #planestiktok #cartasdeamor #saludmental #lifestyle #yodelfuturo ♬ original sound - music.rly
A través de ella te puedes escribir mensajes para tu yo del futuro. Las redactas en el presente, pero las programas para que se hagan públicas en la web o bien te lleguen de manera privada a tu bandeja de correo en una fecha del futuro que va desde los 6 meses hasta los 10 años.
Noelia Barroso, la psicóloga, defiende el uso de este recurso en sus sesiones, sobre todo a final de año. "El objetivo que se persigue es conectar con la situación presente, valorarla, y proyectarte hacia el futuro, establecer metas, favoreciendo así la motivación", explica.
"Con ello entienden que su preocupación dentro de un año o varios seguramente no tenga validez, pero sí aquellos aspectos más genéricos que se pasan desapercibidos como las relaciones sociales, la salud de mis padres, economía etc, conectando con la gratitud y relativizando lo que de verdad es importante", agrega la experta.
Atentamente: Cristina Muñiz