Gemma Fillol y la portada de su libro

Gemma Fillol y la portada de su libro Cedido

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No creí posible experimentar un 'burnout' haciendo aquello que más me encendía

Gemma Fillol
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¡Estoy agotada! Esta semana lo he escuchado en la cola del súper, en la salida del cole de mi hijo y hasta en el vagón silencioso del AVE.

Somos una generación que ha normalizado el agotamiento como la manera en la que habitamos el mundo. Quizás consecuencia del fomento de la "ocupaditis" como nuevo modelo de éxito. Parece que si paramos o pausamos, algo va mal.

A finales de 2022, me quemé y fue toda una sorpresa. Como mujer emprendedora, mentora, docente, conferenciante, autora, consultora y madre a tiempo completo, extenuarme no entraba en mis planes, ni tampoco en mi agenda, ni mucho menos en mi imaginario.

Soy una persona optimista, enérgica, ambiciosa y disfrutona, por eso no creí posible experimentar un burnout haciendo aquello que más me encendía.

Pensaba que el agotamiento pasaba factura a personas que trabajaban en entornos altamente competitivos y sutilmente abusivos.

El estrés laboral crónico llega para advertirte de que te has pasado, de que has superado un límite. Y, al mismo tiempo, es una invitación a reducir el ritmo, a cuidarte más y, sobre todo, a explorar nuevas maneras de ser. Y de eso va este libro.

Todo el trabajo que hice para recuperar la ilusión, sobre todo la conexión conmigo misma, la materialicé a través de prácticas intencionales: rituales.

Y ahí es donde tomo consciencia del impacto que tiene esta práctica en el liderazgo personal e incluso en la cultura organizacional de cualquier empresa.

Practicar la pausa estratégica y significativa, ofrece una nueva manera de hacer, de crear y de compartir más consciente, amable y sostenible, y proteger así tu conexión contigo misma en la era de la máxima dispersión.

Desde un café por la mañana hasta una reunión de estatus puede ser significativa, inspiradora y vinculante si la creas con ese sentido.

Con el hype de la nueva serie de moda "Adolescencia" y la complejidad que requiere un análisis completo del momento que atravesamos como sociedad que acompaña a la adultez. Me surgen varias reflexiones:

¿Y si creáramos más espacios seguros de conversación honesta? ¿Y si pausáramos nuestra rutina y reflexionáramos sobre lo que nos acerca a nuestro propio éxito vital? Cuanta más conexión digital, más desconexión emocional, así con todo.

Personalmente, siento que atravesamos una crisis de sentido, debido a un estilo de vida acelerado e hiperconectado donde el progreso tecnológico nos ha empujado a tantos avances que nos ha atropellado.

Los rituales son un acto de rebelión contra un patrón económico y social que se beneficia de nuestra propia desconexión personal y emocional.

Pequeñas ceremonias de bienestar que nos anclan y dan sentido a nuestra propia existencia e identidad. Y es que el ritual es una práctica que sitúa el "tú" en el centro.