Un gato pequeño.

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Mascotario

Carlos Gutiérrez, veterinario, sobre el coronavirus felino: "El 60% de los gatos que tienen diarreas están infectados"

La Peritonitis Infecciosa Felina (PIF) es una enfermedad vírica grave con síntomas atípicos y fácilmente transmisible.

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Angelica Rimini
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La Peritonitis Infecciosa Felina (PIF) es una enfermedad vírica grave, mortal en casi el 100% de los casos si no se administra un tratamiento adecuado. "Está producida por el coronavirus felino, un virus que puede presentarse de dos formas", explica el veterinario Carlos Gutiérrez.

En primer lugar, el virus puede afectar únicamente a las células del intestino, causando diarreas en los gatitos que lo padecen. Esta forma se conoce como coronavirus entérico felino. Sin embargo, cuando la enfermedad comienza a afectar también a otras células del cuerpo, se desarrolla la PIF.

"Esta segunda forma es considerada la más grave", apunta el veterinario. La diferencia entre ambas radica en pequeñas mutaciones que se producen en las estructuras del virus, llamadas espículas.

Cuando estas espículas cambian, la enfermedad puede afectar a los vasos sanguíneos, el cerebro u otros órganos, como el hígado, además del intestino. "En muchos casos, las mutaciones son distintas de las que se buscan en las pruebas de laboratorio tradicionales", añade Gutiérrez.

En 2023, en Chipre, se produjo una gran epidemia de PIF causada por cambios en el virus que no se habían visto antes, incluyendo la combinación de un coronavirus felino con uno canino, lo que probablemente dio lugar a una enfermedad más grave.

Síntomas atípicos

"Sus síntomas suelen ser atípicos, especialmente al principio". El veterinario señala que se puede sospechar de un caso de PIF cuando el gato deja de comer o tiene poco apetito, pierde peso y, sobre todo, presenta una efusión abdominal.

También existen formas de la enfermedad que no presentan hinchazón. En estos casos se habla de PIF seca, que se caracteriza por alteraciones en órganos como el cerebro o los ojos.

Como indica el veterinario, estudios han demostrado que cerca del 60% de los gatos con diarreas crónicas están infectados por el coronavirus felino. El diagnóstico se basa en la identificación de los síntomas característicos, junto con pruebas específicas, como un test de Ribalta positivo.

Vacunas experimentales

"Desafortunadamente, las vacunas disponibles actualmente para prevenir la infección no son muy efectivas", comenta Carlos. De hecho, en muchos países, como España, no se comercializan ni se administran.

No obstante, en los últimos años se han realizado estudios preliminares con vacunas similares a las desarrolladas contra el coronavirus humano. "Las vacunas experimentales están mostrando buenos resultados y podrían evitar que los gatos se infecten", afirma.

Aún se encuentran en fase experimental y, hasta que estén disponibles en el mercado, la prevención debe centrarse en la higiene del hogar para controlar la propagación del virus. Según el experto, productos como la lejía, el cloro y la lavandina eliminan eficazmente el virus.

También recomienda limpiar el arenero con frecuencia y, si conviven varios gatos, evitar que compartan la misma bandeja. Una vez que el animal defeca, es importante limpiar de inmediato para prevenir el contagio.

Transmisión

La transmisión del coronavirus felino ocurre principalmente a través de las heces de un gato infectado hacia otro sano. Estas heces contaminan el entorno, como la arena del arenero o las mantas.

También es común el contagio entre madres y crías cuando estas son muy jóvenes. Sin embargo, solo en un pequeño porcentaje de casos el virus adquiere las mutaciones necesarias para desarrollar la PIF.

"Aunque esta enfermedad es extremadamente grave y casi siempre mortal, los nuevos tratamientos, que suelen administrarse durante 84 días, han traído mucha esperanza", concluye Gutiérrez. Según el veterinario, pueden conseguir tasas de supervivencia superiores al 96% en gatos infectados.