Una tortuga en un acuario.

Una tortuga en un acuario. Istock

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La tortuga gigante de Crimea que lleva 20 años viviendo en cautividad: la historia que generó una denuncia mundial

Un vídeo de Instagram se viralizó por las condiciones en las que este animal está obligado a vivir, provocando un debate en torno al bienestar animal. 

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En los últimos años, la discusión sobre el uso de animales en exhibiciones ha crecido en todo el mundo. Zoológicos, acuarios y centros recreativos son constantemente cuestionados.

Mantener a las especies en condiciones que muchas veces ignoran sus necesidades biológicas y su derecho al respeto, es impertinente. Varios países han dado pasos importantes prohibiendo circos con animales, corridas de toros o espectáculos forzados.

Sin embargo, aún persisten prácticas que atentan contra el bienestar animal. Un ejemplo reciente volvió a encender la polémica internacional. La historia de una tortuga gigante que lleva más de 20 años confinada en un acuario de Alushta, en la península de Crimea.

Dos décadas de encierro

Un video difundido en redes sociales reveló que la tortuga vive en un tanque minúsculo, sin posibilidad de moverse libremente ni de recibir estímulos adecuados.

Su comportamiento refleja claros signos de estrés, lo que provocó una oleada de indignación en la opinión pública.

Miles de personas firmaron una petición para que el animal sea trasladado a un santuario o centro de rehabilitación. Solo allí podría acceder a cuidados dignos y recuperar su calidad de vida.

¿Educación o sufrimiento?

El caso plantea una interrogante que atraviesa fronteras. ¿Hasta qué punto los recintos de exhibición cumplen funciones educativas o de conservación, y dónde empieza el sufrimiento innecesario?

Organizaciones ambientales subrayan que no basta con evitar el maltrato directo. Para garantizar el bienestar de los animales, es indispensable que vivan en entornos que reproduzcan lo más fielmente posible su hábitat natural.

Con condiciones de espacio, alimentación y ambientes acordes a cada especie, estos recintos deberían cumplir con la Ley de Bienestar Animal.

Retos adicionales 

Además del cautiverio, las tortugas en estado silvestre se enfrentan a amenazas graves como el robo de huevos, el tráfico ilegal y el mercado negro, impulsado por creencias sobre supuestas propiedades medicinales.

Este conjunto de factores pone en riesgo la supervivencia de distintas especies. Las tortugas son animales longevos, pueden vivir entre 50 y 80 años, e incluso superar el siglo.

Sin embargo, su esperanza de vida depende directamente de las condiciones del entorno. Un hábitat adverso acorta drásticamente su existencia.

Claves para su bienestar

Para vivir en condiciones saludables, las tortugas necesitan:

Espacios amplios y proporcionales a su tamaño, con áreas de tierra y agua según la especie.

Dieta equilibrada y variada, rica en vegetales frescos, frutas y, en especies acuáticas, fuentes de proteína.

Condiciones ambientales con luz natural o lámparas UVB, temperatura controlada y refugios que imiten su hábitat.

Sin estas bases, el estrés, las enfermedades y las malformaciones físicas resultan inevitables.

Una conciencia en construcción

La historia de la tortuga de Crimea visibiliza la deuda pendiente con el respeto animal. Aunque las campañas ciudadanas y las normas internacionales han logrado algunos avances, todavía queda mucho camino por recorrer.

Proteger a las especies significa algo más que asegurar su mera supervivencia. Implica garantizar su dignidad, su bienestar y su derecho a vivir en condiciones acordes a su naturaleza.

Solo así será posible construir una relación armónica y respetuosa entre los seres humanos y el resto de los habitantes del planeta.