La gata de Vera Florin Christensen, psicóloga.

La gata de Vera Florin Christensen, psicóloga. Vera Florin

Mascotario

Vera Florin Christensen, la psicóloga que integra una gata en su consulta: "Su presencia me beneficia hasta a mí"

La asistencia con felinos facilita la alianza terapéutica, mejora los efectos del tratamiento y el camino hacia la recuperación personal del paciente. 

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La psicoterapia asistida con animales emerge como una modalidad innovadora y en expansión dentro de los tratamientos psicológicos. Se ofrece en una gran diversidad de entornos terapéuticos y abarca a personas de todas las edades. 

Su metodología se basa en la interacción entre efectos físicos y psicológicos, además de un vínculo complementario y afectivo entre el animal, el terapeuta y el paciente. El objetivo es construir un intercambio social, físico y emocional que potencie el proceso terapéutico.

Vera Florin Christensen, psicóloga y bióloga especializada en neurociencias y medioambiente, tiene una experiencia muy particular con esta modalidad. Desde hace un año y medio integra la presencia de un felino en su centro terapéutico.

"La gatita se acercaba a mi ventana, inicialmente distante y asustada", cuenta Florin Christensen a Macotario. "Lentamente, fue ganando confianza hasta entrar en el consultorio".

Ahora se ha transformado en su casa. Se acurruca junto a los pacientes durante las sesiones, estableciendo una presencia cálida y empática que ha transformado las dinámicas terapéuticas.

Una alianza terapéutica

Según Florin Christensen, el vínculo con el animal facilita la creación de la alianza terapéutica y mejora los efectos del tratamiento psicológico, actuando como un catalizador social que relaja el ambiente y hace que los pacientes confíen con mayor facilidad. 

Vera Florin con su gata terapeuta en su consulta.

Vera Florin con su gata terapeuta en su consulta. Vera Florin

Los momentos de interacción, como acariciarla y mimarla, suavizan incluso las cuestiones emocionales más difíciles, tales como la pérdida de una mascota u otros duelos complejos.

"Siento que su presencia también me beneficia a mí, aportándome calma y ayudándome a manejar el estrés laboral", confiesa Florin Christensen. En las áreas comunes del centro, la gata genera un ambiente de familiaridad y afecto tanto para pacientes como para sus familias.

Aunque la terapia con felinos no se limita al consultorio; el animal disfruta también de un espacio verde creado en el centro, que funciona como un pequeño refugio ecológico donde se promueve la convivencia con la naturaleza y se crían mariposas monarca, contribuyendo al medioambiente y al bienestar general.

Marcar la diferencia

"Contrario a estereotipos que los pintan como 'egoístas' o 'desinteresados' hacia los humanos, investigaciones científicas demuestran que los gatos poseen habilidades cognitivas sofisticadas", explica la psicóloga.

Estos animales son capaces de desarrollar vínculos afectivos y responden a señales comunicativas humanas, tanto visuales como auditivas. "La atención activa y selectiva fortalece el vínculo con las personas y potencia la calidad de la interacción asistida en terapia".

Un paciente acaricia a la gata terapeuta.

Un paciente acaricia a la gata terapeuta. Vera Florin

Entre los beneficios más destacados está la reducción del estrés gracias a la disminución del cortisol al acariciar a un gato, la mejora del estado de ánimo y el alivio de síntomas de ansiedad y depresión.

"El ronroneo, frecuentemente asociado con un efecto relajante, contribuye a calmar y proporcionar un ambiente propicio para el proceso terapéutico", cuenta.

La terapia asistida con felinos se presenta así no solo como una opción complementaria para el tratamiento psicológico, sino como una experiencia afectiva profunda que humaniza, tranquiliza y facilita el camino hacia la recuperación emocional de pacientes de todas las edades, consolidando una relación de mutuo cuidado entre humanos y felinos en el ámbito terapéutico.