Adrián Pelayo, en su llegada a Nápoles, a las puertas de la Basílica de San Francisco de Paula.
Adrián Pelayo, el "Jesús Calleja" de Málaga que va a Roma a pie y sin dinero para conocer al Papa: "Haré 2.800 kilómetros"
A través de su proyecto ‘Un camino por descubrir’ relata una aventura personal y espiritual que ya siguen más de 32.000 personas en TikTok.
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A pie y sin dinero, con una mochila, una maceta y unas semillas que quiere entregar al Papa para que las bendiga. Adrián Pelayo, un malagueño de 35 años, lleva más de siete meses recorriendo Italia en una aventura personal y espiritual que ya siguen más de 32.000 personas en TikTok.
Adrián cuenta su viaje por Italia a diario a través de su cuenta ‘Un camino por descubrir’, que también le da nombre al proyecto. “Estoy viviendo una experiencia única y conociendo a personas que me llevo para toda la vida”, relata a este periódico.
La historia de este trayecto a pie hacia Roma arranca en España, cuando Adrián y su amigo Andrea Martello, ambos residentes en Marbella, completaron el Camino Lebaniego en 2019 hasta el monasterio de Santo Toribio de Liébana, en Cantabria, uno de los grandes centros de peregrinación del cristianismo junto a Roma, Jerusalén y Santiago de Compostela.
Allí causaron sensación: dos jóvenes habían llegado desde Marbella tras recorrer andando más de 1.400 kilómetros sin dinero, y terminaron nombrados cofrades de honor del lugar.
El vínculo de Adrián con Santo Toribio de Liébana no es solo espiritual, también es familiar: la comarca lebaniega es la tierra de su padre y él siempre ha sentido ese monasterio como “casa”.
A partir de esa relación, uno de los sacerdotes le propuso una misión muy concreta: emprender un viaje que uniera Jerusalén, Roma y Liébana a través de un símbolo vivo.
Para ello, Adrián debía llevar consigo semillas de ciprés relacionadas con la tierra de Jerusalén —el mismo tipo de árbol del que, según la tradición, se obtenía la madera de las cruces romanas— y, además, caminar con una pequeña planta de ese ciprés en una maceta, cuidándola durante todo el recorrido como anticipo del futuro “árbol de la cruz”.
Presentará las semillas y la maceta al Papa León XIV para que las bendiga en Roma y, después, regresará con ellas al monasterio para plantarlas junto al Lignum Crucis, la reliquia de la cruz de Cristo que se conserva en Santo Toribio.
A esa misión espiritual se suma el espíritu aventurero de Adrián, que quería comprobar hasta dónde podía llegar “sin dinero”, confiando solo en la hospitalidad de la gente.
El plan original era salir en velero desde España rumbo a Palermo, pero diversos contratiempos truncaron la travesía náutica y finalmente Adrián voló el 2 de abril hasta Sicilia, donde empezó a caminar desde el aeropuerto ya sin efectivo en los bolsillos.
Adrián, en la cima del volcán Etna.
En el camino surgieron más giros inesperados: Andrea no pudo acudir, y le acompañó Salvador, un joven marbellí que regresó a casa tras varias semanas por motivos de trabajo. En ese momento, comenzó su recorrido en solitario. “Necesitaba tiempo para grabar, conocer a la gente y vivir el camino”, explica Adrián.
Sicilia se convirtió en el gran punto de inflexión del viaje. Allí pasó casi cuatro meses, entrando en casas de familias que le ofrecían techo y comida sin que él lo pidiera abiertamente. “Yo solo pido agua y pan, aunque toda la gente es muy hospitalaria y me dan muchas cosas”, cuenta.
Esa forma de vivir el viaje empezó a compartirse en TikTok e Instagram: Adrián reconoce que la respuesta en redes ha sido “muy inesperada” y admite que no esperaba tanta aceptación ni tanta interacción de la gente con sus vídeos.
Sus historias de hospitalidad y de caminar sin dinero se han viralizado, y eso ha hecho que en cada pueblo haya personas que ya lo conocen, lo esperan, le abren sus casas y hasta le ayudan a conseguir entrevistas y contactos con autoridades locales.
En la isla de Sicilia descubrió también la fuerte conexión histórica entre España y el sur de Italia, herencia del antiguo Reino de las Dos Sicilias. “Me dicen que casi no se nota que soy extranjero; comemos lo mismo, tenemos el mismo carácter y el mismo sentido de familia”, explica sobre una tierra en la que ha dejado “mucha huella” y donde mantiene contacto constante con las familias que le acogieron.
¿Cómo es el día a día de un peregrino sin dinero y sin comida? Adrián admite que ducharse y mantener cierta rutina de limpieza ha sido uno de sus mayores miedos desde el principio.
Muchas noches, antes de ser conocido en redes, dormía en salas parroquiales, dependencias de catequesis o habitaciones sencillas junto a iglesias, donde los curas le ofrecían un colchón, una ducha y enchufes para cargar su móvil, las dos baterías externas y su dron.
Durante el día suele entrar en bares o cafeterías para recargar equipos mientras edita, pero intenta no abusar y mantiene una regla clara: "No uso dinero".
Adrián Pelayo cruzando el estrecho de Mesina.
Si alguien quiere invitarle a un café o a la comida, le pide que pague directamente en la barra; incluso ha rechazado billetes de 5, 10 o 50 euros que algunas personas han intentado darle para ayudarle, porque considera que rompería la esencia del proyecto.
Entre las pocas pertenencias que lo acompañan hay dos banderas que se han vuelto casi inseparables: la italiana y la del antiguo Reino de las Dos Sicilias, que le regalaron en Messina.
Cuando la gente reconoce la bandera en su mochila, la reacción suele ser inmediata: lo paran por la calle, lo felicitan y lo invitan a comer o a dormir en sus casas, emocionados de ver a un español recorriendo el país con un símbolo tan cargado de memoria. “Estoy muy contento, está siendo una aventura”, relata.
Uno de los grandes hitos del viaje fue cruzar el estrecho de Mesina en una tabla de paddle surf, acompañado por una flotilla de pequeñas embarcaciones de apoyo. Se trata de una de las zonas marítimas más complejas del Mediterráneo, donde confluyen las aguas del mar Jónico y el Tirreno y se forman peligrosos remolinos, además de soportar un intenso tráfico de ferris y cargueros.
@uncaminopordescubrir 𝐃𝐢𝐚 𝟗𝟔 𝐂𝐚𝐝𝐚 𝐠𝐞𝐬𝐭𝐨 𝐟𝐮𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐥𝐮𝐳 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐜𝐚𝐦𝐢𝐧𝐨✨ En este tramo del camino, no caminé solo. Cada paso entre Ramacca y Castel di Iudica fue acompañado por gestos de bondad, miradas cómplices, y manos que se ofrecieron sin pedir nada a cambio 🙏💛 Desde quien me ofreció comida, hasta quien me regaló una medalla de oro . Desde la bandera de Italia ondeando a mis espaldas, hasta los abrazos espontáneos que curan el alma 🇮🇹❤️ No es solo un camino… Es la prueba de que cuando uno camina con fe, el universo y la gente buena se alinean. Gracias a todos los que aparecisteis en el momento justo. Gracias por hacer de este trayecto algo inolvidable. 🌟👣 #uncaminopordescubrir #aventura #camino #peregrinodelaesperanza #sindinero #senzasoldi #fyp #fypシ゚シ゚ #italia #españa #sicilia #ramacca #casteldiudica #perte ♬ Un'Estate Italiana (Notti Magiche) - Stadio Version - Gianna Nannini & Edoardo Bennato
Una asociación de nadadores paralímpicos con permiso oficial para organizar travesías le permitió sumarse a una de sus jornadas, con barcos que coordinaban el paso con la autoridad marítima para detener la navegación cuando era necesario. “El día que crucé sentí que estaba en una película: iba yo delante con la tabla y detrás una caravana de barcas siguiéndome, como si fuera una pequeña procesión en mitad del mar”, cuenta a este periódico.
Tras dejar Sicilia, Adrián ha ido bordeando la costa tirrena por Calabria y Campania, pasando por lugares como Pestum, Salerno, la costa Amalfitana, Positano, Sorrento o Pompeya, donde ha sido acogido en casas particulares. “Estoy descubriendo sitios únicos, es un país muy bonito”, detalla.
Ya ha recorrido más de 2.600 kilómetros a pie, desde Sicilia a Nápoles. “Se me han roto las zapatillas, me han tenido que regalar unas nuevas”, explica.
Adrián y sus zapatillas gastadas.
Al llegar a Nápoles, el 21 de noviembre, lo hizo literalmente empapado. Había salido de Pompeya bajo una tormenta que descargó con fuerza mientras él caminaba los 35 kilómetros hasta la ciudad, con el chubasquero, el pantalón calado y la maceta del ciprés entre los brazos. Cuenta que intentó proteger como pudo las pequeñas plantas que ya habían brotado: "algunas murieron por el agua y el viento, pero tres lograron resistir".
Después de pisar la plaza, se adentró en el Quartieri Spagnoli para ver el famoso mural de Maradona y cerrar así un círculo simbólico: para él, Nápoles y todo el sur que ha recorrido —de Sicilia a la capital campana— siguen siendo territorio marcado por una fuerte esencia española, heredera del antiguo Reino de las Dos Sicilias. Por eso insiste en que, pese a llevar miles de kilómetros a la espalda, siente que aún “no ha salido de casa”. "Aquí nos quieren como a hermanos", asegura.
Ahora, ya en Nápoles, prepara el tramo hacia Roma (más de 200 kilómetros), donde espera llegar antes de que termine el año jubilar el próximo 6 de enero.
Cuando comenzó a gestarse el proyecto, el objetivo era claro: llegar a Roma para una audiencia con el Papa Francisco, una cita que consiguió con la mediación del monasterio de Santo Toribio y de contactos eclesiásticos en España e Italia.
Adrián, en San Lucido.
La muerte de Francisco alteró esos planes, pero el camino se ha ido abriendo de otras formas: tras meses de gestiones, el nuevo Papa León XIV ya le ha concedido un besamanos, unos cinco minutos de saludo y bendición, aunque sigue luchando por conseguir una audiencia algo más larga.
Después de su encuentro con el Papa, el viaje no terminará en Roma: su idea es seguir cruzando Italia por el centro hasta Asís, Siena, la Toscana, Florencia, Bolonia y, finalmente, Venecia, cumpliendo así el trazado completo de sur a norte.
Su familia le sigue a distancia desde Marbella y el norte de España, orgullosa de su peculiar viaje. Él, por su parte, lo tiene claro: su vocación está en la aventura, lejos de su trayectoria en el mundo del marketing, la publicidad y el sector inmobiliario. “Me gustaría ser un Jesús Calleja de la vida, es mi sueño”, asegura.