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Resistencia feminista en la UMA: "Tenemos que ir con una bandera blanca cuando queremos hablar"

La profesora Laura Triviño asegura que hablar de feminismo en las aulas todavía genera "resistencia y conflictos": "Hay quien lo ve como la imposición de una ideología de género".

23 julio, 2023 05:00

Tras las paredes de la Universidad de Málaga, cuando retumba la palabra "feminismo", todavía hay momentos en los que salta la chispa y la crispación. Como si de una trasposición del escenario político se tratara, la eterna aspiración a la igualdad de hombres y mujeres, por ilógico que todavía parezca, está encontrando resistencia. Por eso, hace falta hablar y enseñar feminismo, pero no de cualquier manera, sino con el saber y el conocimiento acumulado durante de décadas y, siempre, con una conciencia crítica. 

Así lo defiende Laura Triviño, doctora en Educación y Comunicación Social y en Modernidades Comparadas. Esta gaditana que estudió Humanidades en la Universidad de Cádiz, se especializó en género e identidad y da clases en la Universidad de Málaga desde hace años, está intentando revolucionar la manera de enseñar de los que enseñará en un futuro bajo una perspectiva feminista. 

Desde pequeña ha sido amante del arte, pero de adolescente reparó en que en ninguno de los libros que caían en sus manos había nombres de mujeres, “y mucho menos que pintaran”, recuerda. Ya por entonces, esa invisibilidad que se extendía a otros muchos ámbitos de la sociedad despertó su interés y, cuando llegó el momento de plantear la tesina, se lanzó a buscar historias de pintoras gaditanas. Ese estudio tomó forma de libro, "Ellas también pintan", y habla, por ejemplo, de figuras injustamente ajenas como la de Alejandrina Anselma de Gessler y Shaw, la primera mujer en ser admitida en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Laura Triviño, el pasado 8M.

Laura Triviño, el pasado 8M.

Se considera “teórica del arte feminista”, porque, asegura, “no es lo mismo hacer una biografía con los datos que tenemos de la persona que aplicándole la perspectiva feminista y yendo más allá, profundizando en el contexto de las mujeres de la época, en los obstáculos que tenían”.

Ese conocimiento, además, no se limita a sus investigaciones, sino que lo intenta llevar a la didáctica, a cómo enseñar a su alumnado, “el futuro profesorado”, a ser consciente de la importancia de que existan referentes femeninos. ¿Cómo se hace eso? De la mano, por ejemplo, de la cultura más popular.

Esta docente lleva a sus clases los videoclips de Beyoncé o las canciones de Aitana y Ana Guerra para enseñar las obras y el pensamiento de filósofas como Olympe de Gouges. “La sociedad está inundada de imágenes, pero apenas hay presencia de esa cultura audiovisual en las aulas”, apostilla.

La premisa base es que “el feminismo vende”. “Que Shakira protagonice con Bizarrap uno de los vídeos más vistos del momento, lance el mensaje de que las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan y que luego se convierta en uno de los eslóganes del 8M es algo muy positivo, pero hay que tener una visión crítica: eso no deja de ser un producto de una industria que lo único que quiere es vender. ¿Vender feminismo? Sí, pero mañana puede ser el mensaje contrario”, argumenta.

Aunque consigue llegar al alumnado con métodos de este tipo, Triviño asegura que existe una “grave dificultad” entre los docentes para hablar de feminismo y la igualdad en las aulas. “Genera resistencia y conflictos porque hay quien lo ve como la imposición de una ideología de género”, afirma.

Esta resistencia parte tanto de los adolescentes como de los futuros docentes a los que da clases. Según un estudio de la FAD de 2021, uno de cada cinco hombres de entre 15 y 29 años considera que la violencia de género no existe y es solo un "invento ideológico".

“Es un problema social importante que debemos abordar con cuidado. No puede ser que cuando se aborda el tema de la violencia de género en clase haya quien oriente el debate a que también existen casos de maltrato hacia hombres. Les pregunto si conocen alguno y la respuesta es siempre no. Es triste que se reduzca un problema tan grave como los asesinatos de mujeres a este tipo de argumento”, asegura.

"Hablar de feminismo genera resistencia y conflictos porque hay quien lo ve como la imposición de una ideología de género"

Algunas investigaciones ya hablan, de hecho, del auge de valores posmachistas: argumentos que tienen a la victimización de los hombres bajo el pretexto de que las políticas de igualdad sobreprotegen a las mujeres. Otra investigación de la FAD, esta de finales de 2022, ponía incluso cifras a esta realidad: el 51,4% de los jóvenes opinan que la violencia de las mujeres hacia los hombres no se tiene en cuenta lo suficiente y el 41,8% afirma que los hombres están desprotegidos ante las denuncias falsas por violencia de género.

“Se está dando un discurso de que el feminismo va contra los hombres y es una afirmación que se rompe en cuanto cogemos el diccionario de la RAE. El feminismo es la igualdad y hemos llegado a un punto en el que tenemos que ir con una bandera blanca cuando queremos hablar de ello”, lamenta Triviño.

Frente a ello, emerge el posfeminismo y la sororidad, aunque “no sean tan reales como pensamos”. La investigadora insiste en la necesidad de entender que la teoría feminista tiene una idea clara: un movimiento que promueve la igualdad entre hombres y mujeres. “Hay muchas veces que dicen que el feminismo no puede cargar con todas las luchas. Yo creo que sí. Vivimos en el patriarcado, el sistema de dominación más universal, y la única alternativa es el feminismo”, añade.

Con estas ideas, esta docente, feminista interseccional declarada, ha acuñado el concepto de "alfabetización crítica feminista" como mecanismo para formar al futuro profesorado. Parte del feminismo como “un campo científico con su propio paradigma y metodología”, pero embarrado en los polos extremos y entre creencias erróneas, en gran medida, por el influjo de las redes sociales.

"El feminismo es la igualdad y hemos llegado a un punto en el que tenemos que ir con una bandera blanca cuando queremos hablar de ello"

El objetivo es que el profesorado tenga una mínima formación feminista porque, aquel que no tenga ni esto ni una mínima conciencia de género, “no va a tener interés en impartirla y mucho menos lo va a hacer bien”. A su juicio, debería existir la formación feminista “al igual que nos hablan de competencias digitales o de idiomas”. “Son cosas básicas, ¿por qué no el feminismo?”, cuestiona.

Aunque queda mucho camino por recorrer, hay pequeños pasos con los que ir avanzando. Por ejemplo, a la hora de contar con referentes femeninos. “Si te dedicas un año a estudiar nada más que filósofos, asimilas la idea de que el que tiene la capacidad racional es el varón y la mujer no sabe pensar”, ejemplifica.

También ve importante Triviño darle una vuelta a la perspectiva desde la que se abordan los problemas. “Tenemos la costumbre de criticarlo todo, de ir a la contra, siempre en lo negativo. Por eso si le preguntas a un alumno o alumna cómo es un hombre machista te lo dirá muy rápido, pero si preguntas por un hombre feminista no”, asegura. Ante esto, defiende que “la deconstrucción también permite construir”. “La sociedad necesita ya de propuestas alternativas en positivo y que no generen malestar”, apostilla.

Esta docente piensa a lo grande, en un vuelco que sea capaz de mover todos los cimientos del patriarcado y posicionar de una vez a las mujeres en igualdad respecto a los hombres, pero es consciente de que es difícil y por eso aplica el “pensamiento utópico”. “Con que una sola persona en el aula cambie o que se dé cuenta de la situación que tenemos de desigualdad, habrá valido la pena. Hay que ir a lo mínimo, porque ese mínimo es la clave para ir cambiando las cosas”, resume.

Y en esa labor, dice, no está sola. “Hay profesores que vamos a seguir en la lucha”; una lucha, eso sí, “que tenga el conocimiento, el saber histórico de todo lo que ha sucedido, y la capacidad de analizar críticamente lo que nos rodea”.