Vista del Centro histórico de Málaga.

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10 palabras 100% malaguitas (vol. II)

En esta segunda edición vamos a descubrir cómo utilizar términos como parguela, apollardado, potra apalancado en un contexto adecuado.

23 enero, 2022 05:00

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La riqueza con la que cuenta el habla popular español es una realidad que se manifiesta en cada uno de los vocablos que, con el paso de los años, ha ido instalándose de forma distinta por toda su geografía. Un despliegue sensacional al que hay que prestar especial atención a la hora de aplicarlo en el día a día, especialmente si se quieren evitar errores garrafales; ya que no es lo mismo pedir una conchas finas en un chiringuito de Pedregalejo que hacerlo en Buenos Aires.

Es por eso por lo que aquí, en esta segunda edición de las 10 palabras 100% malaguitas, te proponemos una lista con algunos términos que quizá sí habías escuchado, pero que no sabías muy bien cómo utilizar en el contexto adecuado. Para evitar equivocaciones innecesarias, aquí tienes la muestra.

Chorra

¡Cuidado! Al igual que la inmensa mayoría de términos que componen el Diccionario de la lengua española, chorra es una palabra polisémica, por lo que tiene varios significados. Pon atención al momento en el que te encuentras cuando vayas a usarla, porque también puede hacer alusión al órgano reproductor masculino. Sin embargo, este vulgarismo se suele emplear como sinónimo de suerte. Tener chorra no es otra cosa que tener buena fortuna. Estar bendecido por la flor en el culo o un trébol de cuatro hojas. 

Chorraera

Aquí entra en conflicto el mayor de cuantos debates lingüísticos se pueda plantear a la hora de definir los objetos cotidianos del día a día. El "aparato de entretenimiento formado por una pista inclinada por la que la persona se desliza y cae al suelo o al agua" no se llama tobogán. Se llama chorraera. Y si alguien desconfía de ello, que le pregunte a Dani Rovira: "Tú te chorras, no te tobogas". Ante semejante evidencia, no hay refutación posible.

Potra

¡Ojo! ¡No te confundas! Es un false friend. Pese a lo que pueda parecer, la potra no es la hembra del potro. Este término tan malaguita responde a una suerte de estado de gracia en el que todo te resulta favorable. Relacionándolo con lo visto anteriormente, se trata de un evidente sinónimo de la palabra chorra.

Malapipa

Ese vecino que nunca te saluda, que no sujeta la puerta cuando vas a pasar, que baja la basura a última hora de la tarde con la idea de no encontrarse con nadie y que si te ve, como mucho arquea las cejas y levanta la cabeza, dándote a entender que no mereces más cordialidad que un simple gesto. Un seco, un borde, un antipático... Un malapipa.

Guarnío (estar)

Llegas a casa después de un largo día de trabajo. Esa noche, además, has dormido mal pensando en el proyecto que tienes que entregar y que tu jefe te ha deshecho en unos pocos minutos. Además, tu familia te ha pedido que al salir de la oficina te acerques un momento al supermercado a comprar "algo" para cenar. Enciendes la tele, te dejas caer en el sofá y disfrutas de los últimos minutos antes de entregar la cuchara ante Morfeo. Todo el ajetreo del día te ha dejado guiarnío. Es decir, reventado, hecho polvo, agotado.

Apollardado

El que no se entera de nada. El que aun sentándose en primera fila no es capaz de seguir el hilo de la clase. El que no pilla las indirectas más sencillas y responde con titubeante "¿qué?" a cualquier intento de empezar una conversación, por muy simple que sea. No, esa persona no es tonta ni torpe, sino que vive en su mundo. Esa persona está apollardada. Como segunda acepción, podemos dar por válida esta definición: "Individuo que corre despavorido de un sitio a otro cuando está asustado".

Apalancado

Viernes noche de un frío (y húmedo) mes de enero. Te proponen salir de fiesta por el Centro de Málaga, pero justo echan en la televisión una recopilación de los mejores momentos cofrades de la última década. Tus amigos te insisten, pero tú sientes que una fuerza mucho mayor se apodera de ti. Un híbrido entre la pereza, la desgana, y la comodidad de una manta que te arropa. Eso, querido malagueño, se llama apalancamiento.

Esmayado

Echa la vista atrás. Retrocede unos cuantos años, los suficientes como para verte sentado junto al pupitre de tu colegio. Has tenido Educación Física a primera hora y, después del recreo, un examen de Matemáticas que ha acabado contigo. Para más inri, te has olvidado del desayuno. Llevas todo el día sin comer nada, porque con los nervios tampoco te has tomado el Colacao con el que suelen empezar la mañana. Llegas a casa casi sin fuerzas, mendigando por una triste loncha de jamón que te permita huir de este estado de semiinconsciencia. Sí, estabas esmayado.  

Parguela

Hasta la propia musicalidad de la palabra suena mal. El típico al que timan los engañabobos. El blanco perfecto de los asustaviejas. Un tipo con poca suerte y que se acostumbra a tomar malas decisiones. Eso es un parguela.

Daleado (estar)

Toca ir de boda. Has sacado el traje de las grandes ocasiones. Le has echado cera a tus castellanos para que la piel reluzca como el primer día. Durante 15 minutos has debatido con tu yo interior sobre qué camisa elegir. Al final te has decantado por la celeste, que combina a la perfección con la corbata verde oscuro. Sin embargo, a la hora de hacerte el nudo, hay algo que no cuadra. La tira de tela no ha quedado centrada, sino que se ha vencido ligeramente hacia la derecha. En este caso, podemos decir que tienes la corbata daleada. Un término derivado del tradicional ladeado al que los malagueños le hemos puesto nuestro sello. 

Niqui

Niki Lauda, Nicki Minage, Nicki Nicole... Pues no, con niqui no nos estamos refiriendo a ningún conocido personaje público. El significado de este término hace alusión a los polos y jerséis con los que vestimos en el día a día. Aunque hay varias teorías al respecto de su origen, todo parece indicar a que se trata de un extranjerismo procedente de Alemania. Así era como llamaban en el país germano a esta prenda textil. Muchos inmigrantes españoles que residían allí lo trajeron de vuelta, por lo que es común haberlo escuchado a nuestros abuelos y familiares más mayores.