Admitámoslo: todos compramos el mismo manual de instrucciones. Nos prometieron que la vida adulta venía en un pack "llave en mano": estudias cinco años, consigues un trabajo fijo, te hipotecas, tienes hijos y disfrutas de los domingos. Parecía un plan sólido.

Pero llegamos al cierre de 2025 y, si somos honestos, intentar aplicar ese manual hoy se siente un poco como intentar meter una cinta VHS en una PlayStation 5. Simplemente, el formato ya no es compatible. Y no es que lo estemos haciendo mal. Es que el sistema operativo ha cambiado y algunos todavía no lo han aceptado.

Veo a mucha gente a mi alrededor —desde los chavales de veintipocos hasta directivos de mi quinta— con esa cara de confusión de quien sigue pulsando el botón de "Imprimir" y la impresora no responde. Sentimos ansiedad porque el proyecto de "vida estable" tradicional ha colapsado, y nadie nos dio el número del servicio técnico.

Antes, tu trabajo definía quién eras. Te presentabas con tu cargo por delante como si fuera tu apellido. Hoy, para muchos, el trabajo ya no es el eje único de la identidad, sino simplemente lo que financia el resto de tu vida (o tu terapia). Y ojo, que esto no es "falta de compromiso", como dicen algunos agoreros; es pura supervivencia inteligente.

Este año he estado inmersa en el programa de Chief Operating Officer del MIT. Suena muy solemne, lo sé. Pero, entre marcos estratégicos y análisis de datos, ¿sabéis cuál ha sido mi mayor lección? Que en la alta gestión ya nadie cree en los planes perfectos. Hemos asumido que vivimos en un entorno de "incertidumbre radical", y es lo que hay.

Básicamente, el MIT me ha enseñado con palabras elegantes lo que la vida nos está gritando a la cara: que cuando el plan A falla (y fallará), no te tiras al suelo a llorar; activas la resiliencia operativa que, por otra parte, es algo intrínseco al ser humano.

Si aplicamos esto a nuestra vida cotidiana, la cosa se vuelve hasta divertida. Significa aceptar que somos como ese software en versión "beta" que lanzamos al mercado aunque todavía tiene fallos. Significa que cambiar de carrera a los 40, no poder comprarte una casa donde querías o descubrir que tus amigos de verdad están en un grupo de Discord y no en el bar de abajo, no son errores del sistema. Son las nuevas características (features) del sistema operativo en el que vivimos.

Nos sentimos solos a veces, sí. Dicen que la soledad es el síntoma estructural de nuestra época, quizás porque seguimos buscando comunidad en instituciones antiguas que ya no nos escuchan, en lugar de construir nuestras propias redes de apoyo donde realmente fluimos hoy.

Así que, de cara al 2026, propongo que nos relajemos un poco. Dejemos de intentar ser el CEO visionario que tiene toda su vida planificada en un Excel a diez años vista. Eso no existe; desde hace muchos años, es un unicornio.

Mejor intentemos ser un buen Director de Operaciones de nuestro propio caos. Alguien que sabe que la educación ya no termina nunca, que la identidad es flexible y que, si hoy sale una "pantalla azul" en tu planificación vital, lo único que tienes que hacer es reiniciar, reírte un poco del error y seguir operando.

Bienvenida, bienvenido, a la vida en beta.