El arquitecto Frank Gehry.
El sorprendente episodio que unió a Málaga y Frank Gehry: una visita, un malentendido y un enfado monumental
En el año 2001, el arquitecto canadiense llegó al puerto de Málaga pensando que le iban a encargar el proyecto de un edificio emblemático en la incipiente transformación del recinto portuario.
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Málaga puede presumir ahora de tener entre sus numerosos proyectos inmobiliarios firmas tan reputadas como la de Rafael Moneo, con el polémico hotel de Hoyo de Esparteros; de Carlos Lamela, con las torres del litoral oeste; de François Leclercq, con el desarrollo de La Térmica, o del estudio Morph.
Nombres a los que pueden sumarse, al menos en el plano teórico de proyectos por llegar, los del estudio danés BIG, el de Toyo Ito, el de David Chipperfield…
Pero hubo un tiempo en que la capital de la Costa del Sol estaba deseosa de lograr una firma reconocida que elevase el valor de su arquitectura. Y ese arquitecto, por momentos, pareció que iba a ser el de Frank Gehry.
El prestigioso urbanista canadiense, que acaba de fallecer a la edad de 96 años, fue el protagonista de un episodio cuanto menos sorprendente. Y que, en otro contexto y con otros actores, hubiese podido pasar por una inocentada en toda regla.
Vistas del puerto de Málaga.
Era junio de 2001 cuando Gehry fue invitado a visitar el puerto de Málaga, el mismo recinto donde sigue encendida la discusión con relación a la torre de 144 metros de altura diseñada por David Chipperfield junto a la estación de cruceros.
En el caso de Gehry, llegó pensando que iba a recibir un encargo por parte de la Autoridad Portuaria, en aquel entonces presidida por Enrique Linde.
La cuestión es que al autor del Guggenheim quien lo trajo a la ciudad no fue el Puerto, sino un colectivo que en aquella época tenía cierto peso, Aesdima.
Su intención era la de sentar las bases para que la institución portuaria pudiera encargarle el diseño de algún edificio emblemático dentro de la incipiente transformación del recinto portuario.
En concreto, casualidades de la vida, el propósito era que reconociera un terreno en el dique de Levante. Justo el mismo sobre el que Chipperfield dibuja, tras el encargo de Al Alfia y Hesperia, el hotel de gran lujo.
Tras llegar por la mañana y reunirse brevemente con Linde, éste le hizo ver que no había posibilidad alguna de que el Puerto le contratara para alguna de las operaciones pendientes.
Visiblemente molesto por el portazo, Gehry cogió un vuelo a las 16:00 horas con destino Barcelona donde sí iba a firmar un contrato.