La calle Larios en feria.
Un paseo por la calle Larios de Málaga, el mejor escaparate de la Feria del Centro: turistas y verdiales se dan la mano
El corazón de la ciudad recoge en su interior durante la semana de fiesta tanto a trabajadores como a meros disfrutones procedentes de toda la geografía.
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El reloj marca la una de la tarde. Las calles del Centro de Málaga están a rebosar y con solo caminar por la Alameda Principal esta ya da una pista de lo que se esconde tan solo unos cuantos pasos más adelante: un hervidero de gente pasándolo bien en la arteria principal de la ciudad: la calle Larios, el lugar donde la Feria de Málaga cobra vida mientras que el sol calienta.
Aunque son miles los perfiles que se reúnen en la Feria de Málaga, a la que muchos definen como la feria hospitalaria, ya que todos son bien recibidos en sus festejos, no es hasta que te sumerges en ella cuando empiezas a poner nombre y rostro a los que la conforman, ya sean personas que la disfrutan o trabajadores que la mantienen en pie.
Y ese es el objetivo: ver qué rostros forman parte de la Feria. Por ello, damos el paso de atravesar la portada de la calle Larios para ser "bendecidos" por la pareja que baila malagueñas en los arcos. Una vez conseguido, con algún que otro empujón ante el ir y venir de personas, nos topamos con Claudia y Úrsula, dos amigas jóvenes que han querido dar una oportunidad a la Feria del Centro tras disfrutar durante días del Real.
Ataviadas con sus mejores galas, una de ellas incluso con su traje de flamenca, llegan dispuestas a disfrutar del centro y su fiesta. Llevan mucho tiempo esperando este momento. Bailar hasta que duelan los pies, con amigos o en familia, enfundarte una flor en la cabeza, colocarte el mantón en tu traje de flamenca... Reconocen que están dispuestas a pasarlo bien y terminar la feria "a lo grande".
Claudia y Úrsula ante la portada de la Feria de Málaga en calle Larios.
A tan solo un puñado de metros de la pareja de amigas, se encuentra un poblado grupo de mujeres ataviadas con lunares y volantes bailando al compás de una música que solo acaba de comenzar a sonar a estas horas. Son amigas, pero también compañeras de baile, y forman parte de la Academia de Inma en Ciudad Jardín.
Hoy es su primer día en la Feria del Centro de Málaga. ¡Ojo! Como visitantes. A principios de la semana deleitaron a aquel que anduviese por calle Larios con sus sevillanas, tanguillos y rumbas. Aunque también lo han hecho en el Real, confiesan que su lugar favorito para bailar siempre será el corazón de la ciudad. "Siempre hay mucho ambiente, hay muchos sitios para bailar, la gente es muy amable", expresan.
Malagueñas de los pies a la cabeza, se resisten a abandonar la Feria del Centro, pues es la que han mamado toda su vida y les duele ver que ya no es lo que era. "La he notado más vacía, antes no se cabía y ahora hay menos gente", comenta una de las amigas. Aunque eso no parece frenar sus ganas de disfrutar. Mañana llegarán las preocupaciones, pero hoy, dicen, "hasta que el cuerpo aguante".
Las señoras de Academia de Inma en calle Larios durante la Feria de Málaga.
Subiendo la calle hacia la plaza de la Constitución, nos topamos de frente con el puesto de Juan. Es uno de los tantos que adornan la vía con sus flores y abanicos. Toda su vida gira en torno a este negocio. El hombre mueve su puesto por todas las celebraciones que tienen lugar en la provincia de Málaga: desde la Semana Santa y la Feria de Málaga capital, hasta otras más pequeñas en algunos de sus 103 pueblos.
Su jornada laboral durante los festejos de agosto comienza a las 08:00 y termina a las 22:00. "A eso de las tres de la tarde es cuando la cosa se anima en la calle Larios", dice. Sin embargo, comparada con otras ediciones, ve la feria de este año "muy flojita". "Compran menos y hay menos gente", insiste.
Desde el punto de vista del tendero, la única manera de reflotar la Feria del Centro sería "metiéndole un poquito más de cosas", es decir, con más actividades y movimiento, lo que incrementaría el número de clientes, más allá de que sepa de que el gasto del visitante se va reduciendo considerablemente poco a poco. Recuerda con cariño el espectáculo de folclore que se celebraba hace años en la Plaza de la Marina y que quedó extinto. "Y como se fue, poco a poco irá desapareciendo todo", apunta.
Juan en su puesto en calle Larios durante la Feria de Málaga.
Frente al quiosco Arturo, tres flamencas deslumbrantes acaparan varias cámaras con sus coloridos vestidos y mantones. Una parece más mayor que las otras dos y tiene pinta de ser la que las ha guiado por el camino de los volantes. En menos de diez minutos las han parado en tres ocasiones varios turistas alucinados con su caminar.
La mayor es María del Mar, que ha bajado a la feria con sus dos niñas. Llevan años vistiéndose y ya es casi como una tradición para ellas. Lo disfrutan y se llevan cada mes de agosto un recuerdo de esos que se quedan grabados por siempre en la retina. Este año es la primera vez que pisan la Feria del Centro y para su sorpresa, y en contraposición a los anteriores entrevistados, la ven más llena de lo que esperaban.
Casi es imposible hablar con ellas. Otra mujer se acerca a pedirles una foto. Sin embargo, no les supone ningún problema. Todo lo contrario. "A nosotras nos gusta que hagan fotos porque es una tradición muy bonita y nos gusta mucho venir a la feria de flamenca", confiesa la madre de las chicas, que promete con la mirada que mientras la Feria siga viva, ahí estará ella en sus filas con sus hijas.
María del Mar junto a sus hijas en calle Larios durante la Feria de Málaga.
En uno de los marmolados bancos de la calle Larios, un grupo de turistas portugueses descansan a la sombrita. El calor aprieta y los pies comienzan a doler pasado el ecuador de la Feria de Málaga, por lo que una pequeñita pausa entre la música, siempre se agradece. Al parecer, la Costa del Sol no estaba entre sus planes de viaje, pero una cosa llevó a la otra, tras una cancelación de última hora, y han acabado en la feria.
Son todos familia y reconocen que están disfrutando mucho viendo a las personas "tocando y bailando". Aunque aún no se animan por sevillanas ni malagueñas, de momento son meros observadores de la tradición andaluza. Quieren llevarse a Portugal el mejor souvenir que pueden, el espectáculo de color y música que tienen ante sus ojos y que jamás podrán borrar de su memoria.
La familia portuguesa en calle Larios durante la Feria de Málaga.
Y la bonita música procedente de una guitarra y un violín se va acercando por uno de los cruces de Larios. El ambiente grita Málaga por los cuatro costados. Es el broche de la Feria del Centro: una panda de verdiales. Paco guía a uno de los grupos hacia el escenario que está en mitad de Larios. En apenas cinco minutos, llega su turno. Los nervios ni se notan en el ambiente, están más que acostumbrados. "Lo llevamos en la sangre, lo sentimos como nuestro y lo pasamos muy bien", dice el hombre con una sonrisa.
Paco con la Panda Perianas Estilo Comares en calle Larios durante la Feria de Málaga.
Hay veces que toca el centro, otras el Real. Sin embargo, Paco tiene favorito. "Aquí lo pasas un poquito mejor porque estás entre medio del público y es un poquillo más divertido", asegura. Tiene hasta su propia panda, aunque además forma parte de la Federación de Pandas de Verdiales, su segunda familia, a la que le ha dedicado toda una vida.
Acude a la feria, ya sea la del Real o la del centro, sin ninguna molestia. Para él, es un orgullo representar a Málaga. Y planea hacerlo durante mucho tiempo, "hasta que podamos mantenernos de pie".