La calle Larios en Feria.

La calle Larios en Feria. Adrián Gámiz

Málaga ciudad

Los tenderos y la Feria del Centro de Málaga, un amor odio constante: "Siempre hay gente que no sabe divertirse"

Mientras algunos comerciantes coinciden en que sus ventas disminuyen a causa de las fiestas, otros aseguran que experimentan un incremento de clientes.

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Patricia Sierra
Publicada

La cuenta atrás para la Feria de Málaga de este 2025 está llegando a su fin. Los hoteles están prácticamente llenos, las casetas del Real están casi a punto y los farolillos de calle Larios ya lucen colgados dejando ver que la capital ya está lista para sus días de fiesta.

El plan tanto del malagueño como del turista se resume en beber cartojal por las calles del centro al compás de la música durante el día, acabando la noche en una caseta del Real acompañado de familiares y amigos.

La fiesta no perdona. Empieza desde bien temprano en el centro, o si no que se lo digan a aquellos que tienen un negocio en el casco histórico y están tras una barra o mostrador. "A partir de las 12 de la mañana ya empieza el alcohol y al mediodía es imposible estar aquí. Por eso recojo y me voy", expone Arturo, el quiosquero de calle Larios.

Todos los años se repite la misma historia. A las 5:00 horas se levanta para tener la persiana levantada a las siete de la mañana, pero a las 16.00 horas ya tiene que bajarla. Su clientela habitual abandona el centro durante la semana de feria y los que acuden solo buscan diversión.

"A mí la feria me perjudica", asegura Arturo. Está obligado a cerrar antes a causa de las circunstancias, pierde dinero y gana menos en comparación con el resto del año. A eso hay que sumarle que "siempre hay algún caso aislado de gente que no sabe divertirse o que no sabe parar de hacerlo".

Las seis de la mañana es el punto de encuentro de fiesteros y trabajadores. Mientras unos salen de la cama, otros acuden en su busca. Además, los comerciantes aseguran que parece que a los que vienen de marcha se les olvida que no todo el mundo está igual de contentos que ellos, "no respetan a los trabajadores".

En algunas ocasiones más de una persona ha llegado a los establecimientos algo pasado de alcohol durante la feria. En la farmacia de Pilar, en el corazón de la vía más importante del centro de Málaga, han llegado a entrar "una pandilla con tres o cuatro a ligar con una de las dependientas".

Aunque eso es lo de menos, ya que hay veces que durante la Feria son testigos de diferentes conflictos. Ante esta situación, Pilar prefiere tomar medidas de seguridad, "mejor prevenir que curar". No puede cerrar antes, pero sí puede cambiar turnos para que sus chicas no se tengan que ver expuestas ante posibles malas formas.

Pese a que en ocasiones tiene que hacer frente a alguna situación complicada, a su negocio acuden, sobre todo, durante la mañana. Entran buscando tiritas, ibuprofeno y cosas más pequeñas.

Por la tarde, la cosa cambia. "La gente va de fiesta. En una farmacia no van a ir a comprar ni mucho menos. Si acaso entran un par de borrachos", añade.

Tras muchos años al frente de negocio y muchas fiestas a sus espaldas, asegura que prefiere la Feria a la Semana Santa. Por lo menos, en lo referido a limpieza, ya que en Semana Santa hasta que no pasa el último trono no empiezan a limpiar y en Feria limpian a las siete de la tarde. "Huele mal pero me molesta menos", explica.

Además, después de paso del cartojal, varios comerciantes aseguran que buena falta hace que limpien las calles. A juicio de Esther, una trabajadora de una tienda de calle Granada, todos los que acuden al centro a beber y festejar "son unos puercos".

Durante esta semana, su horario de apertura se ve reducido, hasta las tres de la tarde están abiertos y, como es lógico, se vende mucho menos. "Entran borrachos, te roban, no hay ventas", comenta la empleada.

La Feria de Málaga: la gallina de los huevos de oro para algunos negocios

Pero parece ser que las ventas no son malas para todos. La feria se proclama como la gallina de los huevos de oro para algunos negocios del centro centrados en la hostelería, como en el que trabaja Marina, dedicado a bocatas de jamón serrano.

Desde que abrieron, hace cuatro años ya, han experimentado una gran afluencia de clientes durante la semana de feria. "Viene muchísima gente de fuera y estamos todo el día sin parar entre bocadillo y cartojal, cola tras cola", recuerda Marina.

Aunque "este año dicen que va a ser la cosa diferente, que desde el Ayuntamiento se van a poner más estrictos", sostiene la trabajadora que añade que "al final quieren llevarse todo a la feria grande y dejar el centro, esa tradición no se puede perder".