Manuela, dueña de Modas Ricardo en el interior de la tienda.

Manuela, dueña de Modas Ricardo en el interior de la tienda. Patricia Sierra

Málaga ciudad

Modas Ricardo sobrevive entre oficinas y pisos turísticos en Málaga: “Por un local pequeño piden 4.000 euros de alquiler”

Para este comercio, el principal problema del casco histórico es la gran cantidad de franquicias.

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Patricia Sierra
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El 21 de mayo de 1979 abría sus puertas Modas Ricardo, un pequeño local situado a tan solo unos pasos de la mítica calle Larios. Este comercio se unió, hace ya 46 años, a la bandada de escaparates que llenaban el centro de Málaga, y que hoy ocupan grandes comercios y restaurantes. Aunque no es el único cambio: donde antes había edificios plagados de vecinos, ahora solo hay oficinas y pisos turísticos llenos de desconocidos.

Ojalá todo lo malo fuera eso. Tirones de bolso, robos en los negocios y más ha tenido que presenciar Manuela, propietaria de Modas Ricardo. Sin embargo, ya está acostumbrada. El procedimiento es similar, pero no muy habitual: entre comerciantes difunden la vestimenta y aspecto de los sospechosos y, si hubiese algún problema, las autoridades están a una llamada de distancia. No obstante, “la cosa está difícil”, comenta Manuela.

Para comenzar, la dueña de Modas Ricardo argumenta que “los alquileres son altísimos”, tanto que solo las grandes empresas pueden permitírselos. “Por cualquier local pequeño te están pidiendo 4.000 euros” y no es ni calle Larios, cuenta la dueña.

Por si fuera poco, se actualizan constantemente y, si no pagas religiosamente, “te ponen en la calle”. La escasez de los aparcamientos y el bullicio de gente son otras complicaciones que añadir a la lista. “Los ruidos, los malos rollos te van echando”, añade Manuela. Si tan mal está la cosa, ¿por qué no lo ha dejado?

“Claro que me he replanteado marcharme”, asegura. ¿La razón de no hacerlo? Sus clientas y el amor que le tiene a su tienda. En aquel pequeño local que abrió junto a su padre Ricardo, ha criado a sus hijos, ha hecho grandes amigas, ha reído y ha llorado. Durante más de 40 años, Modas Ricardo ha sido la única constante en su vida. Incluso en momentos difíciles como el fallecimiento de su padre y su marido, o en la olvidada pandemia.

Aunque han sido sus clientas las que han ayudado a que el comercio se mantenga en pie. Y es que, a pesar de que la moda es una rueda que siempre está en constante movimiento, sus clientas, algunas ya amigas íntimas, han permanecido fieles.

No obstante, Manuela ha tenido que ajustarse a los cambios: “vas evolucionando con lo que van pidiendo, aparte que tratas de tener para la clienta otras cosas distintas, porque si no todos los años la misma ya no la compran”, explica la propietaria. Adaptarse o morir, esa parece que es la cuestión.

Interior de la tienda.

Interior de la tienda. Patricia Sierra

Lo único a lo que no se ha amoldado, ni planea hacerlo, son las nuevas tecnologías. Sin ordenador, sin página web, Modas Ricardo es una tienda como ‘las de antes’. De esas que se conocen del boca a boca y por el trato personal que le dan a sus clientes. Durante más de 40 años se ha dedicado a vender ropa y hacer arreglos, de su ropa claro está, a clientes de todo rango de edad. Pero toda historia tiene su final, y esta no iba a ser distinta.

Manuela no sabe cuándo cerrará las puertas de su local en calle Martínez. Lo que sí tiene claro es que, una vez baje la verja, no se volverá a subir. Al menos bajo el nombre de Modas Ricardo. “Mis hijos no quieren continuar, ni yo lo quiero para ellos”, comenta. Sus hijos tienen su trabajo, sus vacaciones y, además, “si esto ya estaba muy difícil, las cosas se ponen muy complicadas ahora mismo”, añade.

No es oro todo lo que reluce. La estampa parece muy bonita, como cuando un niño de 6 años se imagina lo que es un trabajo, pero “hay que luchar mucho, pagar mucho. Son muchos gastos de todas las clases, muchas irritaciones porque hoy te ponen una reja en la entrada y mañana te ponen un contenedor”, explica Manuela. No es entonces de extrañar que, tras tantos años, negocios “de toda la vida” cierren sus puertas, o que jóvenes llenos de sueños se vean obligados a dejarlos tras fulminar todos sus ahorros en un pequeño local.

Interior de la tienda.

Interior de la tienda. Patricia Sierra

El centro cada vez está más plagado de franquiciados, como dice Manuela, los únicos que tienen el dinero para poder pagar esos alquileres. ¡Ojo! No es algo malo su presencia, “sobre todo si son españolas”, aclara. Al fin y al cabo, hace mucha falta la presencia de negocio. ¿El problema? “No vienen nada más que franquicias”, agrega la dueña. Ya no es lo que era antes, la gente no sale a pasear y a observar escaparates. Las tiendas locales desaparecen, la restauración y los pisos turísticos limitan a los comerciantes.

A pesar de las dificultades, Modas Ricardo se mantiene. ¿Por cuánto? Aún no se sabe, pero Manuela pretende dar guerra para rato. Tiene miedo de decir adiós a toda una vida conocida. Sabe que llorará pero, por ahora, “mientras esté bien, voy a tirar para adelante”, dice con una sonrisa, justo delante del certificado oficial del homenaje concedido por el Ayuntamiento debido a sus más de 40 años de historia.