Unos jabalíes, en una imagen de archivo, y Pancho.

Unos jabalíes, en una imagen de archivo, y Pancho. Cedidas

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Ataque de jabalíes a un perro en Málaga: "Tuvimos que correr porque venían a por nosotros"

Pancho, el perro de Laura, una vecina de La Virreina, sufre magulladuras en las costillas, que le impiden usar el arnés, y está bajo tratamiento con antibióticos y antiinflamatorios. "¿Y si hubiera sido un niño?", se pregunta su dueña.

Más información: Jabalíes acceden al interior de un recinto de Ciudad Jardín, en Málaga: "Cada día las piaras son más grandes"

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Lo que debía ser una tarde tranquila de paseo con su perro Pancho acabó convirtiéndose en una auténtica pesadilla para Laura, vecina de la barriada malagueña de La Virreina. El Jueves de Pasión, previo a la Semana Santa, sobre las siete y media de la tarde, se adentró por uno de los senderos cercanos al parque periurbano, en la calle Conrad Adenauer, "la última de Málaga". Pancho iba suelto y aunque conocía que solía haber jabalíes por la zona, Laura no imaginaba lo que se encontraría al seguir caminando por pequeños caminos --situados en una zona para hacer rutas--.

“Pancho quería correr un rato, y como aún había niños jugando entre las hierbas y ruido, pensé que con la algarabía no habría animales cerca”, cuenta. Su perro, un Setter inglés rescatado hace apenas tres meses y con pasado como perro de caza, se adelantó unos metros olfateando. “Escuché quejidos y el crujir de las hierbas. Empecé a llamarlo y entonces oí gruñidos: eran jabalíes”.

El ataque fue inmediato. Laura no podía ver bien desde su posición, pero escuchaba claramente lo que estaba ocurriendo. “Me asusté y salí corriendo. Desde la avenida seguí el ruido y encontré otro camino. Ahí vi al grupo: había al menos cuatro jabalíes grandes y una veintena de crías”.

Varios adultos que estaban cerca se acercaron tras oír los gritos. Mientras unos calmaban y apartaban a los niños, otro vecino acompañó a Laura para intentar rescatar al perro. “Les tiramos piedras para que se asustaran. Los jabalíes se movieron hacia el interior del matorral, y fue entonces cuando Pancho salió arrastrándose”.

El perro no podía caminar. Laura lo cogió por el arnés y lo sacó de allí lo más rápido que pudo, esquivando varias embestidas más de los animales. “Tuvimos que correr dos o tres veces porque venían a por nosotros”, relata. Ya en una zona más segura, los vecinos les ayudaron a bajar al animal hasta un pequeño parque, desde donde pudieron examinarlo con más calma.

“Tenía sangre en la boca y en las cuatro patas, pero por suerte no le tocaron ningún órgano vital. Le han puesto puntos en las patas traseras y un drenaje del pecho al codo, en la pata delantera derecha, en una herida profunda por debajo de la piel, de unos 10 centímetros”, explica. Pancho también sufre magulladuras en las costillas, que le impiden usar el arnés, y está bajo tratamiento con antibióticos y antiinflamatorios.

La rapidez con la que actuaron los vecinos fue clave. Laura asegura que no pudieron portarse mejor. Uno de ellos llevó a Laura y a Pancho al veterinario de urgencia, mientras otros se encargaban de avisar a la Policía Local. “Yo solo quería llevarlo al veterinario cuanto antes. No sabía si tenía alguna costilla rota o algo peor”.

Le duele ver a su perro “pachucho”. Lo rescató de una situación complicada y, en estos momentos, Pancho estaba en uno de sus mejores momentos, dice su dueña con una sonrisa, “en el spa Laura”. “Es el mimado de mi casa después de lo que sufrió y ahora le pasa esto, pobrecito”, declara esta vecina malagueña.

Heridas de Pancho.

Heridas de Pancho. Cedida

Una situación que se repite

No es la primera vez que los vecinos de la zona alertan sobre la presencia de jabalíes en La Virreina y Ciudad Jardín. “Desde mi balcón los he oído muchas veces. Incluso una mañana los vi justo en la puerta”, asegura Laura. Otros vecinos han vivido cómo estos animales incluso se han colado en sus recintos. “Cuando hay jabatos, los adultos no huyen. Se quedan a defenderlos. No creo que fueran a por el perro, simplemente lo vieron como una amenaza”.

La situación, según explica, ha ido empeorando en los últimos meses. “Al principio algunos vecinos les tiraban comida por curiosidad: fruta, pan... Ahora en una calle con restaurantes encuentran que hay basura por todas partes, restos de hamburguesas, pizzas, bollería... Los jabalíes bajan porque saben que aquí hay comida fácil, es lógico, yo también lo haría”.

Medidas para evitar una tragedia

Laura considera que es urgente tomar medidas para evitar incidentes mayores. “Lo que empezó como una atracción del barrio ahora es un peligro real. Si en vez de Pancho llega a ser Manuel Pérez, de 4 años, estaríamos hablando de otra cosa”.

La aparición de fauna salvaje en entornos urbanos no es nueva en Málaga, pero sí cada vez más frecuente. Los expertos apuntan a la búsqueda de alimento como la principal causa, especialmente cuando encuentran restos accesibles cerca de las viviendas. Mientras tanto, los vecinos piden una solución inmediata para evitar estos sucesos.

El Ayuntamiento

El Ayuntamiento de Málaga, a través del Área de Sostenibilidad Medioambiental, está trabajando en la ampliación de la red de abrevaderos antes de los cauces de arroyos, zonas por las que suelen moverse estos animales. Los abrevaderos que ya están habilitados se encuentran en distintos puntos de Churriana, la cabecera del río Guadalmedina, Cerrado de Calderón, Toquero y Monte San Antón.

Así, están trabajando con la Junta, el colegio de Veterinarios y colectivos animalistas para ir implantando soluciones para facilitar la situación al vecindario y a los animales. El Colegio de Veterinarios, por ejemplo, propone la instalación de contenedores antivuelcos y la eliminación de papeleras de balancín. También proponen programas de divulgación para la ciudadanía donde se enseñe, por ejemplo, que no deben alimentarlos.

Hay que recordar que el Ayuntamiento de Málaga dispone de la autorización por parte de la Delegación Territorial de Sostenibilidad y Medio Ambiente de Junta de Andalucía, para la adopción de medidas de control de daños de jabalíes y cerdos asilvestrados en determinadas zonas de dominio público hidráulico del término municipal. Entre ellas, el uso del dardo narcotizante.

Se usará el dardo narcotizante solo con la idea de dormir al animal para aplicarle así una eutanasia indolora y mediante supervisión veterinaria. Según el Ayuntamiento de Málaga, así se podrá controlar a "las especies exóticas invasoras que se encuentran en libertad en el medio natural, al constituir un riesgo real en el ecosistema, la ganadería, la agricultura y a la población, además de suponer un peligro de accidentes de tráfico".