Petro trabajando en la urbanización.

Petro trabajando en la urbanización.

Málaga ciudad

Petro, uno de los fallecidos al caer al vacío en Cruz de Humilladero, era jardinero: "En Barceló era como de la familia"

Los vecinos de esta urbanización de la avenida de Europa están muy dolidos con la noticia de su inesperada muerte y aseguran que era un hombre "muy trabajador".

Más información: La pareja ucraniana que se suicidó en Málaga vivía en un piso subalquilado por una compatriota

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En la urbanización de Barceló de Málaga no se habla de otra cosa esta semana. En cada corrillo, sale el nombre de Petro, seguido de un "no se merecía un final así". Hay quien llega a las lágrimas recordándolo. Petro era el jardinero del recinto desde hace bastantes años y el pasado martes murió tras caer al vacío desde un octavo piso junto a su mujer, María. Tenían 64 y 60 años y eran de origen ucraniano. La principal hipótesis policial es un suicidio consensuado y los que lo conocían, no dan crédito a lo ocurrido. 

Un trabajo tan visual como el de la jardinería facilita hacerse una idea de cómo se defendía con las plantas el fallecido. La urbanización está preciosa, con margaritas y rosales muy bien cuidados, además de un césped recortado y verdoso. "Cuando se nos iba de vacaciones, la empresa traía a dos operarios para realizar lo que él solía hacer solo. No los va a haber más currantes que él", dice una señora, que salía con varias bolsas de un portal.

Precisamente, prosigue, Petro solía ayudar a todos los vecinos que llegaban cargados con la compra a la urbanización, llevándole todo hasta su puerta e incluso salía a tirarles las bolsas de basura. "Además, siempre me sorprendía lo bien que estaba a su edad, era muy activo y lo daba todo a los 64", confiesa esta mujer.

"Por no hablar de su simpatía, no era de los que de lejos no saludan. Siempre tenía un buenos días y una sonrisa en la cara", dice otro joven vecino, que aún no se cree cómo el lunes lo vio trabajando en unas matas de hierba por última vez. "Si no te veía, se preocupaba por ti, te preguntaba por los tuyos", añade otra anciana que está en la conversación entre lágrimas.

Todos están viviendo su trágica muerte como la de "un familiar". Al final, Petro formaba parte de su día a día. Religiosamente, de siete de la mañana a tres de la tarde, siempre de lunes a viernes, ahí estaba él a sus tareas. Y si las plantas estaban bien, igual se ponía a limpiar, o se atrevía a coger la brocha de pintura. Valía igual para un roto que para un descosido. 

"Siempre venía al trabajo en bicicleta. No me voy a olvidar nunca de cómo se la han robado al pobre varias veces, qué lastima me daba", confiesa entre risas un vecino, que se había tomado un té caucásico en su honor durante la mañana, ya que a Petro le encantaba. 

El patrimonio humano de este vecindario, precisamente, luchó para que las condiciones laborales de Petro mejoraran por su buen hacer. No saben especificar hace cuántos años aterrizó en este recinto, pero calculan que entre cinco y diez años, pero sí confirman que cuando llegó no estaba asegurado por la empresa que lo llevó hasta allí y sus condiciones "no eran las mejores". Sin embargo, con la que estaba en la actualidad la cosa cambió y todos estaban muy contentos. 

"No tendría un sueldazo, pero sí que se ganaba un dinero digno. Así que esperamos que los motivos que le hayan llevado a acabar con su vida, si es que ha sido así al final, no tengan que ver con algo económico. Aquí le hubiéramos dado lo que le hubiera hecho falta", dicen varios vecinos de esta zona obrera de Málaga.

Vecinas mayores reconocen que les hubieran ofrecido una habitación, o que incluso en el recinto hay varios locales bajos vacíos donde se hubiera podido "colocar un colchón" para ellos. "Es que estoy convencido de que hubieran recibido ayuda, igual que ahora, ya fallecidos, cuando estamos organizándonos para ayudar a la familia con los gastos fúnebres. No sabemos si harán entierro, si repatriarán los cuerpos... Pero ahí estaremos, ayudándolos", sostiene otro.

Barceló es casi un pequeño pueblo. El complejo cuenta con varios locales comerciales, bares, un parque infantil y un pequeño campo de fútbol. Uno de los vecinos, curiosamente, propone ponerle a esta pista el nombre de Petro, para homenajearle y recordar su gran labor en el vecindario.

La mayoría han conocido la noticia de su pérdida este miércoles, cuando la presidencia de la urbanización colocó carteles con ayuda de la empresa de Petro para anunciar a los vecinos el fallecimiento de este y su mujer. Así, les indicaban que se decretaban dos días de luto en los que se suspenderían sus servicios.

En uno de los bancos que hay repartidos entre los diferentes portales varios hombres también hablan de lo mismo. "Tú al menos has dormido, pero mi mujer se enteró anoche y no hemos pegado ojo", le dice uno de ellos a otro, que recuerda con cariño cómo Petro saludaba a todo el mundo con el codo, como en los tiempos de pandemia, porque siempre andaba con guantes. 

Algunos de ellos echaron en falta a Petro este martes y comenzaron a pensar mal cuando las noticias comenzaron a hablar de un posible suicidio de una pareja ucraniana en Málaga. Sus edades cuadraban. "A mí me llama la atención la hora a la que cayeron. Él era súper puntual. Si eran las ocho menos diez, ese día decidió claramente que no venía, porque a esa hora él ya le hubiera dado varias vueltas al bloque cinco", añade otro de los residentes.

Para este grupo, Petro era un amigo. La mayoría le tenía agregado en WhatsApp, un canal por el que este les compartía imágenes de sus vacaciones en Ucrania con su familia, entre otras cosas. "Nosotros hemos tenido a los chavalitos aquí. Sus hijos, que tenía dos, vinieron por aquí hace tiempo y él fue a Ucrania en septiembre. Le dijimos que guardara cuidado con la guerra, pero siempre nos decía que sus hijos vivían en una zona apartada donde estaban fuera de peligro", explican. 

Ellos solían darle a la pareja víveres para enviar a sus nietos e hijos, pero también al resto de compatriotas. "Ellos lo cogían todo: ropa, comida... Petro decía que todo valía", dice otro de los componentes de esta pandilla. Él mismo confiesa que ha tenido a Petro varias veces limpiando la cristalera de su balcón ante la falta de movilidad en sus brazos. "Muchos de nosotros solíamos pagarle por esos trabajitos para que se ganara algo extra, era muy apañado. Una mujer se ha hinchado de llorar antes al leer el cartel informativo. El otro día estuvo en su casa poniéndole los cordeles del tendedero", lamenta.

Por su parte, uno de los vecinos que más apego tenía con él recuerda que hace poco Petro le manifestó que estaba "muy feliz" porque en la habitación que había alquilado ahora a una compatriota solo pagaba 400 euros y todo estaba cuidado, no como en otra vivienda donde estuvo y donde estaban "hasta los grifos rotos". "Antes de estar en Cruz de Humilladero, donde llevaba poquísimo tiempo, pasó un tiempo en la zona de Vialia", dice. Ningún vecino sabe qué pudo pasar por su cabeza ni por la de su mujer, pero en lo que sí coinciden todos es que en Barceló, al menos, le van a echar mucho de menos. "Nos da que nadie como él va a volver a pasar por aquí", zanjan.