Una imagen de un operario de limpieza en el lugar donde cayeron los cuerpos.
La pareja ucraniana que se suicidó en Málaga vivía en un piso subalquilado por una compatriota
Las víctimas tienen 60 y 64 años. No se apreciaron signos de violencia, por lo que se descarta un caso de violencia de género.
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El reloj marcaba las 7:49 de la mañana cuando ocurrió la desgracia en el barrio malagueño de Cruz de Humilladero. A esa hora, algunos chavales iban al instituto, otros vecinos paseaban a sus perros y alguno que otro estaba cogiendo su coche para marchar al trabajo. En medio del trasiego de personas, un fuerte impacto desencajó a todos. Había quien pensó que se trataba de la explosión de una bombona, otros que un reventón de un neumático, pero jamás se imaginarían el origen del sonido: un hombre y una mujer habían caído desde la octava planta de un edificio en la calle de la Madre Teresa de Calcuta.
"Vaya manera de empezar el mes de abril, esto es muy doloroso", lamentaba un vecino que paseaba a su perro sobre las diez de la mañana, aún conmocionado por la tragedia. La pareja es de origen ucraniano y él tenía 64 años y ella, 60. Ambos vivían en una habitación alquilada dentro del piso que una compatriota tenía alquilado, en el octavo piso del bloque 6, llamado 'La Alondra'.
Según indican diversas fuentes, esta señora, a la que todos en el barrio conocen como una mujer muy trabajadora, para poder llegar a fin de mes, había tenido que arrendar parte de su hogar. Una habitación para esta pareja y otra para una chica joven. Compaginaba trabajos limpiando y por la tarde siempre trabajaba en un supermercado asiático cercano al edificio, justo a la espalda de este.
La puerta del 8ºB2 es la del piso donde ocurrieron los hechos.
Aunque a primera hora de la mañana acompañó a Comisaría a los agentes para tomarle declaración, unas dos horas después, la mujer volvió al portal, apresurada, contestando a la prensa, con tono de preocupación que en caso de necesitar algo preguntaran a la Policía.
Los fallecidos no eran rostros familiares en el barrio. Pocos sabían de su historia, de sus miedos o de sus luchas diarias. "Ella era tímida, no hablaba mucho. Siempre entraba en el ascensor con la cabeza baja", relataba una vecina del edificio, impactada por el suceso.
Pero si hay alguien que nunca podrá olvidar esta mañana es una adolescente del barrio que vivió la caída de los cuerpos a solo unos metros de ella. Caminaba hacia clase cuando el destino le puso frente a un horror inimaginable. La pareja cayó casi a sus pies. Corrió, temblando, con lágrimas resbalando por su rostro, hasta el taller de reparación de coches de Francisco. "Yo solo pude decirle que se fuera a casa, que llamara a su madre, va a estar traumatizada de por vida", contaba él, con impotencia, horas después del suceso.
Agentes de la Policía Nacional en la zona.
Elena, vecina del primer piso, también escuchó el golpe. "Al principio pensé que se había caído un mueble grande", contaba. Le pilló dormida y casi no se percató, aunque le sorprendió que su perro se despertara también. "Pero luego me asomé y vi el horror. Había dos cuerpos allí, en el suelo. Fue inmediato".
Esta misma residente explica que vio cómo él tenía una bolsa en la cabeza, lo que podría mostrar que no quería ver con sus propios ojos la caída. A unos veinte metros del lugar donde cayeron los cuerpos se localizó un teléfono que ya está en manos de la Policía Científica para ser analizado.
Las primeras investigaciones de la Policía Nacional apuntan a un suicidio. No hay signos de violencia, por lo que descartan un caso de violencia de género. Algunos vecinos insisten a este periódico que vieron como primero cayó ella y luego él, aunque este extremo no ha sido confirmado por fuentes oficiales. Según La Opinión de Málaga, la mujer no estaba inscrita en el sistema Viogén.
La zona precintada.
Como el ruido fue tan fuerte y confundido por una explosión, los técnicos del gas revisaron el edificio después de que fueran requeridos por el 112 ante la posibilidad de un escape, pero nada que ver. Todo esto ha sido descartado. A la espera de conocer qué dice la autopsia y cómo avanza la investigación, solo queda la realidad de dos vidas truncadas y un barrio sumido en la tristeza.