Imagen del Convento de la Trinidad, en Málaga.

Imagen del Convento de la Trinidad, en Málaga.

Málaga ciudad

Los secretos del Convento de la Trinidad, desde donde los Reyes Católicos afrontaron la conquista de Málaga

Una investigación realizada en 2009 sacó a la luz una tumba de época romana en cuyo interior fue encontrado un cuerpo con "una argolla de hierro, asociada a reos o criminales".

30 julio, 2022 05:00
Málaga

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El antiguo Convento de la Trinidad, construido por los monjes trinitarios a finales del siglo XV sobre la colina donde los Reyes Católicos pudieron haber establecido el campamento desde el que afrontaron la conquista de la Málaga musulmana, esconde secretos. Historias de una construcción que ha visto pasar a su alrededor más de cinco siglos y que es testigo único de la transformación de la urbe. 

Parte de estos misterios escondidos bajo la piedra y la tierra pueden ahora conocerse después de que la Junta de Andalucía vuelva sobre sus pasos, en el enésimo intento por devolver la vida a esta histórica construcción, en desuso completo desde hace décadas.

La Administración regional, en un primer movimiento que confirma su compromiso con la operación, acaba de licitar el concurso para la redacción del proyecto de rehabilitación del inmueble con la idea de transformarlo en un centro cultural polivalente. 

El procedimiento incorpora una serie de documentos de gran riqueza para quienes quieran conocer los orígenes del convento que luego fue cuartel. Uno de ellos, fechado en 2009, ofrece detalles amplios sobre una investigación arqueológica realizada en el emplazamiento bajo la dirección de Juan Bautista Salado Escaño.

Los resultados de la misma concluyen que donde los trinitarios edificaron su convento se encontraron restos de la época romana. "Uno de los hallazgos más sorprendentes de todos, ya que no estaba prevista la aparición de fases relacionadas con esta ocupación antigua", admiten los responsables de la excavación.

Los expertos hablan de un complejo funerario excavado directamente sobre el nivel geológico (Capa 2). Se precisa la existencia de una tumba en la que fueron encontrados dos individuos. Según se explica, tras levantar al primero de ellos, encontraron debajo de la cabeza "las piernas de otro que se metía de forma íntegra en el perfil y debajo de la plancha de hormigón del empedrado del patio". "Pensábamos que sólo habría un único individuo, como es lo habitual", apuntan.

En la fosa, que estaba cubierta por cuatro tégulas a dos aguas, fueron hallados los cuerpos de dos individuos cuyas disposiciones "no responden a los posicionamientos normales de las inhumaciones al uso". Según la documentación, el primero de los cuerpos correspondía a un hombre de mediana edad, "arrojado bocabajo con las piernas ligeramente flexionadas y los brazos arqueados y separados del cuerpo". No presentaba ajuar alguno y su cabeza estaba a una cota más baja que las piernas.

Imagen de la excavación del enterramiento en el interior del Convento de la Trinidad.

Imagen de la excavación del enterramiento en el interior del Convento de la Trinidad.

El segundo cuerpo, también bocabajo, tenía la cabeza sobre los pies del primero, girada hacia su izquierda (mirando hacia el noroeste) y los dos brazos debajo del cuerpo y doblados hacia su derecha. "Este esqueleto, de un varón en torno a los 25 años, según el estudio antropológico de campo, presenta distintos traumas, al parecer intencionados, como es el corte de sus pies, que no aparecen, y la rotura de sus caderas".

"Como elemento muy singular, es la aparición apresando el pie izquierdo, de una argolla de hierro, asociada a reos o criminales. Como único ajuar, encontramos una moneda de bronce en el interior de la boca de grandes dimensiones", describe el informe. La moneda era un as de bronce de Antonino Pío, datada a mediados del siglo II d. C. Con estos detalles, según los expertos, se deduce que los dos enterrados eran reos o ajusticiados.

La etapa más amplia de la investigación arqueológica corresponde a la fase moderna. En este sentido, se habla de la existencia de cuencos de conquista vidriados en verde, blanco o melado, platos a cuerda seca total y vidriados en distintos tonos, ollas, cazuelas, jarritas, y cuatro monedas de bronce

Los orígenes del edificio

El informe arqueológico relata los orígenes del edificio, levantado sobre la colina en la que los Reyes Católicos asentaron sus tropas ante la conquista de la ciudad, en aquellos momentos en manos musulmanas, en el año 1487.

Las referencias históricas señalan que fue esta elevación, con una altura de 33 metros sobre el nivel del mar, la que sirvió de emplazamiento de una de las baterías que se usaron en el asedio. "Parece que es aquí donde los reales de la Reina Isabel I situaron durante la conquista definitiva de la ciudad, desde mayo de 1487 hasta agosto de ese mismo año, donde se abrieron una serie de zanjas para depositar la pólvora", se precisa en el informe, en el que se apostilla que fue también en el enclave donde se enterraron numerosos soldados muertos en batalla.

Hubo que esperar algunos años, hasta el 15 de octubre de 1494, para que los trinitarios se asentaron de manera definitiva en este lugar, "primeramente ocupando el espacio de la ermita" y, posteriormente, construyendo el nuevo edificio entre 1494 y 1502.

El estudio de las edificaciones, se indica, permite observar distintas etapas constructivas. Al siglo XVI pertenece el cuerpo principal (oeste), parte del patio y las galerías y la iglesia, combinando elementos góticos tardíos con mudéjares. A partir del siglo XVII se añaden otros cuerpos, como la nave más meridional. Las obras más antiguas se construyen a base de tapiales, con verdugadas de ladrillos, siendo la fábrica característica de las partes posteriores de mampostería y verdugadas de ladrillos.

Dentro de todo el conjunto, destaca la iglesia, que se proyectó "previendo una gran capacidad de fieles". Los arcos interiores se abren a sus lados para dar paso a las capillas laterales y el gran coro disponía, además de gran órgano tubular, de libros cantorales de gran tamaño en pergamino, un artístico facistol y numerosos sitiales para los frailes. El retablo mayor, "de exquisito diseño y gran vistosidad", lucía tallas  de San Juan de Mata y San Félix de Valois, fundadores de la orden, y de San Onofre. 

En otros lugares del templo se veneraban las imágenes de Nuestra Señora de la Antigua y de un Cristo atado a una columna, regalos que en su momento hicieron a los monjes trinitarios los Reyes Católicos. También se veneraban imágenes de los santos Cosme y Damián, "cuya memoria de grandes médicos las gentes de Málaga respetaban". 

Paso a manos militares

Con el paso del convento a manos de los militares, el edificio fue objeto de importantes reformas, así como nuevos cuerpos añadidos. Tradicionalmente este cambio de uso se le atribuye a la desamortización de Mendizábal en 1835, pero consta que ya en 1821 existía un proyecto para convertir la Trinidad en cuartel. Pese a ello, oficialmente se extinguió como convento en 1835 y pasó a manos del Estado para su conversión en 1853. 

Inicialmente se destinó al edificio un regimiento de caballería, pero con las ampliaciones llevadas a cabo, sobre todo al norte de la iglesia, se convirtió en cuartel de infantería. Más tarde, en 1901, se albergó el cuerpo de artilleros y la banda de música, dotándolo de farolas de gas a todo el patio. La última gran reforma se produjo en 1923 con la ampliación del cuartel mediante las nuevas galerías.

En 1984 el edificio dejó de ser utilizado por los militares, transfiriendo el convento al Ministerio de Cultura, que a su vez, mediante las transferencias de competencias del Estado a la Junta de Andalucía, pasó a ser propiedad de la Consejería de Cultura.