Dan Gamboa, en calle San Agustín.

Dan Gamboa, en calle San Agustín.

Cofradías

Dan Gamboa, el "explorador cultural" colombiano que ha descubierto la Semana Santa de Málaga

Destaca el simbolismo de la propia sociedad: "Los niños recogiendo cera del nazareno son el futuro; representa ese comportamiento cíclico de crear generaciones".

24 abril, 2022 05:00

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La religiosidad popular es un fenómeno tan arraigado en el ADN humano que su extensión llega a todos los rincones del planeta. Los peregrinos de Okunoin, en Japón; el Divino Niño de Cebú; la concepción de los ancestros como creadores de vida o la festividad de Qingming en China son algunos de estos ejemplos. Pero “ninguno tiene una dimensión comparable a la Semana Santa de Málaga”. 

O al menos es lo que transmite Dan Gamboa (1988) al charlar con él. Este “explorador cultural” colombiano, como le gusta definirse, llegó a Málaga en octubre de 2020, pero su pasaporte está repleto de sellos que le consolidan como un auténtico trotamundos. Arquitecto, periodista, fotógrafo… Uno de esos perfiles polivalentes que este año ha descubierto una ciudad que, cada primavera, se llena de penitentes que marchan por sus calles

Su cuenta de Twitter (@DanGamboaB), con casi 60.000 seguidores, ha sido protagonista durante estos días de pasión por sus imágenes, reflexiones y comentarios respecto a las procesiones: “Tienen ese elemento familiar que nos une. Mi abuela tenía el sueño de conocer la Semana Santa andaluza, pero falleció. Así que hablé con mi madre para poder cumplirlo con ella”, relata a EL ESPAÑOL de Málaga. 

Su experiencia hasta el momento había sido todo lo vivido en 2021. Esa vorágine cofradiera que nació con la Semana Santa íntima en los templos y culminó con la Magna (y otras tantas extraordinarias que marcaron el pasado octubre): “Vi la procesión Camino de la Gloria y la salida de la Paloma, pero no había nazarenos. Aquello me sirvió como un pequeño abrebocas. Empecé a reconocer los distintos puntos de la ciudad, sus maniobras y estampas que también fueron novedosas para los malagueños, como el Resucitado de noche”, comenta. 

Ahora, con el recuerdo todavía vivo de una Semana Santa especial en todos los sentidos, Dan Gamboa explica que la llegada del Domingo de Ramos llevaba tiempo señalada en su calendario: “La esperaba para poder disfrutarla con mi madre. Sabía que no era un año normal por varios motivos: la vuelta del Mutilado y su historia, el recorrido oficial… Yo no conocí el antiguo itinerario, pero el mero hecho de que exista un trazado común ya me parece novedoso”, asegura. 

Reconoce que, con esos condicionantes, estaba a la expectativa de “algo bueno”: “No sabía cómo iba a afrontarlo. Quería aplicar lo que había aprendido de las procesiones; para ello, comencé a trabajar un mapeo dentro de la ciudad, adaptando mis costumbres al momento”. Eso sí, mentalizado por sus amigos de que el reto iba a ser mayúsculo: “Me habían dicho que las jornadas iban a ser muy largas, por lo que no me iba a dar tiempo a verlo todo”.

Una visión antropológica

Durante siete días (con sus noches y sus mañanas), Dan ha realizado un ejercicio de espeleología hacia las propias entrañas de una celebración central. A través del objetivo de su cámara, ha intentado capturar aquellos detalles que, lejos de quedarse en una estampa bonita, suponían la consolidación de un pueblo en sí mismo. Gamboa explica que, entre los miles de momentos que componen la película de su Semana Santa, hay uno en concreto que llamó la atención: los niños recogiendo la cera de los nazarenos: “Diría que son los que en un futuro van a llevar la túnica o el uniforme de la banda. Representa ese comportamiento cíclico de crear generaciones. Una escuela en la misma calle”.

Después de dos años viviendo, y sintiendo, como un malagueño más, este creador de contenido colombiano expresa con criterio cuáles son sus gustos cofradieros: “Dolores de San Juan es una hermandad exquisita de ver, muy bien llevada; también me quedo con Zamarrilla y la Sangre, además del temple y la organización de Mediadora. Por supuesto, me impresionó muchísimo la Clemencia, creo que lo hizo muy bien. Me ocurrió una cosa muy curiosa; disfruté la Esperanza por la rampa de la Aurora, pero me sentí agobiado porque a unos pocos metros se estaba encerrando la Cena y no era capaz de focalizar la mirada en un solo punto”, asegura.

8.000 km de distancia

Durante estos siete días, Dan ha estado subiendo a su cuenta de Twitter e Instagram varios hilos y posts en los que explicaba el trasfondo de tradiciones como las del Rico o la de la Clemencia. Las redes sociales permiten llegar a cualquier parte del mundo, eliminando la barrera de la distancia que, en este caso, son los casi 8.000 kilómetros que separan Málaga de su Colombia natal: “Mis amigos han quedado impresionados al ver cómo funciona la Semana Santa. No solo por la dimensión de los tronos, sino por el componente de comunidad que subyace a todo. Muchos piensan que los hombres de trono son parte del clero y que la sociedad religiosa es muy protagonista. He intentado explicarles ese componente antropológico, la vinculación de los barrios”. 

Incluso va más allá y profundiza en el sentido simbólico de las procesiones: “Es una renuncia entre la Iglesia y la comunidad, que da las imágenes para salir a las calles. Una dulce renuncia. Eso impresiona muchísimo”. 

En su caso particular, recalca que antes era muy creyente, pero que actualmente se considera ateo. Esa manera de entender la fe no la he privado de analizar el sentido sociológico de esta celebración: “La Semana Santa también crea una tradición que permite a la comunidad mantenerse. Es un binomio muy fuerte, casi inseparable, entre la iglesia y el pueblo. La prueba más evidente la tenemos en que los titulares están en un templo y no en un museo, teniendo méritos para hacerlo”.

Recorrido oficial

Igual que el resto de malagueños, Dan también ha desarrollado una opinión respecto del recorrido oficial. En varias ocasiones puntualiza que su idea no parte de un discurso único, sino que está conformado por una lluvia de conceptos que vertebran sus pensamientos: “Yo soy nuevo en la ciudad. No he conocido el antiguo trazado, pero de entrada, su propia existencia me llama enormemente la atención”. 

Señala que “no ha sido indiferente al salseo” producido en las redes y en las calles: “Pasas y percibes que ocurre algo con ese tema”, apunta. Pero su reflexión no se centra únicamente en la construcción de un trazado: “Es más profundo. Creo que se está intentando optimizar con herramientas viejas. Hay que mirarlo con los ojos del presente. La aplicación de El Penitente me ha permitido ver datos y la posición de las procesiones a través del GPS. Esa tecnología nos puede ayudar a facilitar cruces, conocer el promedio de kilómetros o incluso definir un sistema de alquiler de sillas similar al del cine u otros espectáculos”, afirma. 

Los hombres de trono de Zamarrilla, 'by Dan Gamboa'

Los hombres de trono de Zamarrilla, 'by Dan Gamboa' @DanGamboaB

Su experiencia ha sido tan inmersiva que ya es común escucharle expresiones como ratonera o itinerario en forma de U: “¿Se necesita un mismo inicio y un mismo final para todas? Creo que esto ayudaría en términos de flexibilidad”, explica.

De Málaga para el mundo

El fenómeno de la Semana Santa de Málaga es tan sumamente amplio y diverso que necesita darse a conocer. Y esa tarea requiere de buenos embajadores que lleven a gala el peso de la tradición. Preguntado sobre la manera en la que invitaría a sus paisanos a conocer las procesiones, Dan asegura que se trata de una tarea “difícil”: “Soy consciente de que he aprendido en tiempo récord. Me he convertido en un boquerón adoptado”, bromea. 

Confiesa que Málaga ha sido la ciudad en la más rápido se ha adaptado: “Me siento uno más. Entiendo que la Semana Mayor es una celebración y una conmemoración de la comunidad y la fraternidad, valores estructurales de las cofradías y la Agrupación. Creo que el lema de la ciudad lo explica muy bien: muy hospitalaria