Carlos Pérez posa en la playa.

Carlos Pérez posa en la playa. Óscar Lugo García

Cultura

Carlos Pérez, el hombre que atiende emergencias de día y escribe novelas de noche: "Málaga es inspiración"

Es responsable de personal de operaciones del 112 en Málaga. Empezó como teleoperador y desde 2010, ocupa un puesto clave en la gestión del personal. Acaba de lanzar su tercera novela.

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En el centro regional del 112 de Málaga, tras cada llamada hay una historia personal. Un accidente que acaba de ocurrir, un incendio que aún no se ve, una vida que depende de una decisión tomada en segundos. El vallisoletano Carlos Pérez, malagueño de adopción, lleva 23 años conviviendo con esa realidad. De día gestiona personas, turnos y operaciones en la sala de emergencias. De noche, transforma sus ideas en literatura.

“Existen dos Carlos”, reconoce. El de la mañana es responsable de personal de operaciones del 112 en Málaga. Empezó como teleoperador, pasó por la jefatura de sala, fue responsable de formación y desde 2010, ocupa un puesto clave en la gestión del personal. Ha recorrido todas las escaleras de un sistema que vive en alerta permanente. El de la noche es escritor. Y escribe, casi siempre, cuando el silencio le permite un rato de calma entre la vorágine de su rutina.

Dice que no hay un "trasvase directo" de los casos que ha escuchado estos años a sus novelas. "La ficción es ficción", sostiene. Pero sí hay una huella que le marca a él y, por tanto, a todo lo que escribe. “En el 112 no ves los sucesos, los escuchas. Las imágenes las construyes en tu cabeza”.

Accidentes, desapariciones, suicidios o homicidios. Todo llega por una línea telefónica. Ese ejercicio constante de imaginar, de reconstruir mentalmente lo que está ocurriendo al otro lado del teléfono, ha terminado impregnando su manera de escribir. Capítulos cortos, ritmo ágil, escenas que saltan de un lugar a otro con precisión quirúrgica. Como una sala de coordinación en plena emergencia.

"La escritura llegó mucho antes que las emergencias", expresa Carlos, que desde niño fue un lector voraz. Creció en una época sin pantallas, con tiempo para leer, escribir cuentos y hasta para dibujar cómics. Durante años acumuló manuscritos, historias completas y otras a medio hacer. Profesionalizar ese impulso creativo ha sido un proceso reciente, ligado a una etapa vital "más serena". "Tenía muchas cosas escritas y fue mi entorno el que me animó a dar el paso", relata.

Ese paso no fue sencillo, pero lo hizo. Para él, el mundo editorial es una carrera de fondo. Decenas, cientos, miles de manuscritos llegan cada año a las editoriales. Y pasar el filtro es casi una quimera, cientos de historias quedan en la papelera de mails.

Carlos decidió autopublicar Morriña, su primera novela, y después Orballo, la segunda parte de una trilogía que se completará, si todo va según lo previsto, en mayo de 2026. Entre medias, le ha llegado también el respaldo de una editorial para otro proyecto literario, El faro y la brisa, presentado hace unos días en El Palo, el barrio que también se cuela en sus historias.

En cuanto a El faro y la brisa, esta se aleja del misterio y la novela negra y cuenta una historia desde el realismo mágico con el mar como trasfondo. Además, se centra en Málaga y, según los que la han leído, una vez más Pérez demuestra su gran talento, pero en un género totalmente diferente.

Orballo, su más potente éxito, arranca con la desaparición de dos niñas en el norte de España. No es casual. Carlos tiene una fuerte vinculación emocional con esa zona, donde pasó parte de su infancia y donde perviven leyendas y relatos que pasan de generación en generación. A eso se suma su propia historia. “Elegir ese arranque viene de que soy padre. Pensé qué podía impactar de verdad a quien leyera la novela. La vulnerabilidad de los menores lo es todo”. La desaparición no se presenta como un hecho cerrado, sino como una herida abierta que el lector deberá explorar conforme lea las páginas de la novela.

Aunque el norte es el escenario principal, Málaga también tiene un papel relevante. Carlos llegó a la ciudad con 13 años, procedente de Valladolid, y se enamoró de inmediato. Aquí ha construido su vida, su familia y también su imaginario literario. Dos de los protagonistas de Orballo son hermanos de El Palo. “Málaga es una fuente inagotable de inspiración. Vas caminando y no paras de pensar que aquí podría pasar esto, aquí lo otro”.

Las ideas no descansan. Tanto, que siempre tiene una nota en el móvil esperando a que broten. "Se me van ocurriendo cosas paseando, al ver una serie, y creo que todo puede acabar siendo una novela, así que sí, soy de los que anoto mucho", reconoce.

Morriña y Orballo pueden leerse de forma independiente, pero comparten un universo común. Personajes que reaparecen, detalles que se entrelazan, pistas que solo cobrarán sentido cuando se complete la trilogía.

El éxito de Morriña en Amazon superó todas sus expectativas. Se ha vendido en España, pero también en México, Argentina, Francia o Australia. " Y nos han dado un sorpresón con Orballo, que ha dado un paso más al cerrar un acuerdo de traducción al inglés.

“Todavía no me lo creo”, admite ya que es un logro especialmente significativo para una novela autopublicada. Ese reconocimiento por parte de público de Morriña, dice, no le ha generado presión, pero sí mayor exigencia consigo mismo. Orballo es más extensa, más madura, más detallada. “Intento sacar el mejor Carlos escritor en cada novela”, confiesa.

El sueño de una adaptación audiovisual está ahí, presente. Cree que ambas son una buena opción por el tipo de historias que cuentan, por la estructura y por el ritmo. Pero, de momento, se queda con que la escritura siga sirviéndole como una terapia en su día a día. “Cuando me siento por la noche con el ordenador y la música, vacío la mente por completo. Es paz”. No se imagina una vida sin libros, ni como lector ni como autor.

Defiende la lectura sin dogmas ni superioridades. Sobre la polémica que hubo con la influencer María Pombo, apunta que para él la lectura es la forma "más barata de viajar" y que gracias a ella, en la época de la inmediatez y las redes, se reivindica el pensamiento lento, la reflexión y la calma. “Leer nos ayuda a pensar. Cuanto más leamos y más capacidad de pensar tengamos, yo creo que nos hace mejores en todo”.