Encarni Navarro.
Encarni Navarro: "En Málaga deberíamos apostar más por lo nuestro; en otros sitios se desviven por su ciudad"
La artista malagueña tiene más de una veintena de zambombás programadas por Málaga y parte de Andalucía. Lleva más de 15 años siendo la banda sonora de la ciudad por Navidad.
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Hay quien dice que los rizos de Encarni Navarro son parte de su identidad, pero si algo la define de verdad es el buen humor y esa sonrisa que no se le borra del rostro en toda la entrevista. La cantante malagueña es luz, arte y guasa por los cuatro costados, incluso ahora, en plena vorágine navideña, con más de una veintena de zambombás por delante.
Ella se planta su chaqueta de lentejuelas y el cansancio de preparar una gira navideña queda atrás. Pocas cosas le hacen más ilusión que nombrar a su Morralla, su padre, a quien atribuye el origen de sus zambombás y del que siente que sigue acompañándola cada Navidad.
Encarni dice con naturalidad que ella está afiliada al “partido Verdiales”, el de quienes vienen a sumar sin importar su color político. En tiempos tan enrarecidos en lo gubernamental, Encarni prefiere pegarse unos cantes con sus músicos, ya casi hermanos, y regalar desconexión al público malagueño, fiel abonado a sus fiestas navideñas desde hace años.
Si Mariah Carey es el icono mundial de la Navidad, Encarni lo es de Málaga. Ella misma se bautiza con humor como “la Mariah Carey de Huelin”, un título que le fascina igual que recuerda, entre risas, su etapa como pescadera, cuando se presentó ante una clienta como “forense marina”. Charlamos y desgranamos estas anécdotas con ella, a título personal, para conocer cómo vive Málaga, la Navidad y todo lo que hay detrás de su particular universo festivo.
En su biografía de Instagram se define como “flamenca retrofusión con tacones de lunares, la flor de Málaga y donante de alegría”. ¿Es esa Encarni Navarro? ¿Qué es exactamente el flamenco retrofusión y cuánto se identifica con esas frases?
Me siento muy identificada porque al flamenco le tengo muchísimo respeto. El flamenco es “zapatero a tus zapatos”. Yo lo que hago es fusionarlo con lo retro, que es la música que escuchábamos de mi padre cuando éramos pequeños, cuando nos íbamos en el Renault 12 los cinco hermanos escuchando a Chiquetete, a Paquiro. Ese retro me lo traigo a mi terreno y lo mezclo con una fusión más moderna.
Antes, en la escalera, la escuchaba decir “en diciembre mi cabeza va a por mil”. Son días de ensayo, de pruebas de vestuario. ¿Cómo se vive diciembre siendo Encarni Navarro?
Es una locura. Tengo un niño de siete años y quiero disfrutar de esa edad, no perderme ningún momento. A la vez, organizo espectáculos, ensayos. Somos entre catorce y dieciocho personas en cada bolo, cada uno con su historia. Y luego están las facturas, hablar con el técnico de sonido, coordinar todo. No es tan bonito como “yo quiero cantar”. A mí lo que me gusta es subirme al escenario y que no haya problemas detrás, pero todo esto conlleva una preparación que muchas veces no se ve.
Desde fuera puede parecer que usted llega, se sube al escenario y ya está, pero detrás de sus espectáculos hay una gestión enorme. ¿Cree que se desconoce esa parte?
Exactamente. Hay una gestión muy grande y muy laboriosa. Por suerte tengo un equipo muy bueno que me acompaña, porque al final tienes que delegar. Están las redes sociales, llamar a la gente. Imagínate, este año tengo 26 zambombas. Cada una tiene su apartado de gestión, hay que hablar con unos, con otros. Es complejo. Luego es muy bonito cuando terminas una, como el sábado pasado, y empiezas a descontar fechas y a repartir alegría. Eso es lo importante de la Navidad, yo me lo paso pipa en cada actuación. Acabo hasta lanzando mantecados a la gente que me lo pide. Un descontrol.
Me hablaba de su hijo de siete años. ¿Qué era la Navidad para la Encarni de siete años?
Era esperar a que llegara mi padre al barrio. Vivíamos en Huelin. Preparábamos la Nochebuena, los huevos al serrín que hacíamos y que hacemos aún, los langostinos, la comida típica de estas fechas... Esperábamos a que llegara mi padre, 'El Morralla', con su copita de manzanilla desde el 115, del barrio de Huelin, y empezaba a cantar villancicos y a pasarlo bien hasta que llegaba la misa del gallo. Íbamos a la misa del gallo y luego nos recorríamos los barrios de El Bulto, San Andrés, Dos Hermanas... Salíamos siete de casa y acabábamos veinte. Para mí eso es el espíritu de la Zambombá, lo que yo viví de pequeña, lo que me inculcó mi padre.
Mira que lo cuenta clarito, pero la gente venga a buscar polémica. Quería preguntarle por lo que se ha montado con una siempre tilde: ¿“zambomba” o “zambombá”?
Se ha liado con el tema de la tilde porque a la gente le encanta una polémica. Para mí todo vale, todo tiene su contexto. Yo no me meto en debates de diccionario ni nada de eso. Yo hablo de mi vivencia. En mi casa y en la playa de San Andrés, donde estaban los bolicheros, siempre se le ha llamado zambombá.
Hay zambombá, zambomba, pastorales, conciertos navideños. Hay de todo y todo tiene cabida. Yo ya aprendí que los comentarios de Internet no pueden afectarme. Los haters los dejo de lado. Muchas veces la gente, según la energía con la que lea algo, se cree con poder de ofender, pero a mí ya no me afecta, porque yo solo cuento mi experiencia.
Lleva bien a los haters por lo que veo. No hay debate.
El que quiera que me pare por la calle y me pregunte por qué digo esto y yo le cuento lo que he vivido. A mí me gusta la zambombá, olé Jerez, por supuesto, con todo lo que hacen; pero yo no hago una zambombá al estilo de Jerez. Eso es flamenco, compás y arte puro. Yo hago la tradición malagueña que viví con siete años, con mis hermanos, mi padre Morralla, mi madre Tadea y mis primos de San Andrés. La polémica para quien la quiera, yo ya tengo una edad. Estoy para lo importante.
Profesionalmente no ha estado dedicada toda la vida al cien por cien a la música. Ha sido corista, pescadera, hostelera... ¿Cuál ha sido su camino hasta llegar a convertirse en la reina de la zambombá?
Yo siempre digo que antes de ser corista fui pescadera, forense marina. Mi hermano Pepe me dejó un día en el Cerrado Calderón con cuatro cuchillos. De diez dedos me corté veinte, porque no estaba acostumbrada a ese filo. Vino una señora y me dijo: “depílame el salmón”. Y yo, con toda mi guasa, le dije: depilar no, yo te lo voy a decapitar, que soy forense marina.
Fue una etapa muy bonita, pero muy dura, con muchos madrugones y mucho frío. Tengo un hermano que sigue en pescadería y desde aquí me encantaría saludar a pescaderos y fruteros, que en Navidad es cuando más trabajan y más sufren.
Encarni Navarro, durante la entrevista.
Y sin ellos no nos comemos las gambas, que parece que las gambas aparecen solas en la mesa.
Después vino la etapa del bar, en Huelin, Casa Tadea, donde hacíamos cocina manchego-andaluza. Mucha gente me para y me recuerda los mondongos, las tortillas. Eso también es muy de "zapatero a tus zapatos" y fue una experiencia preciosa.
¿En qué momento decide apostar por la música al cien por cien?
A partir del bar. Yo siempre tenía mi espinita, pero quería formarme un poquito. Me dieron la oportunidad de cantar en El Pimpi, hice las noches de la reina del Pimpi. Así me bautizó Pepe Cobos.
El Pimpi es un icono, siempre digo que es la Capilla Sixtina de Málaga. Ahí se me abrieron muchas puertas, no solo en Málaga sino también fuera. He aprendido muchísimo allí y he echado raíces que me han permitido elaborar más mi trabajo.
Sobre sus zambombás: ¿cómo selecciona el repertorio? ¿Se canta siempre lo mismo o lo adapta según el sitio y el público?
Suelo llevar un repertorio base, pero soy muy de improvisar y de medir la energía con la gente. Si veo un movimiento especial, digo este villancico aquí sí, este no. Tengo un poco mareados a los músicos, pero se llevan muy bien conmigo. Sabemos que cuando subimos al escenario, subimos sin saber exactamente lo que va a pasar. Ahí es donde se hace la magia, pura y con arte, con la gente.
¿Y cuál es su criterio entre la autenticidad, la tradición y lo más fresco o moderno?
Apuesto muchísimo por la tradición, por eso hablo de zambombá. Me gustan los villancicos de antaño y también los de cosecha propia, como los de Juan Carlos Barranco, que es letrista, va conmigo de coro y es un pilar esencial. Él hizo El niño Manuel, por ejemplo.
Nos gustan también los villancicos modernos que salen de Jerez y otros sitios, pero si puedo, los intercalo con lo tradicional. Siempre intento que gane lo tradicional.
Se dice que usted es “Málaga en Navidad”, pero además trabaja con un equipo muy malagueño. ¿Cómo es formar equipo con ellos y qué papel juegan?
Juegan un papel importantísimo, porque me sostienen. Yo llevo muchas cosas en la cabeza. Ellos van, tocan, ensayamos, pero siempre surgen imprevistos. Son catorce personas y tú imagínate catorce mensajes de distintas personas. Se me pone el pelo de punta.
Pero tengo mucha suerte. Toco con gente de Málaga, de Andalucía, de Granada, traigo a Curro Ruiz este año, a otros músicos maravillosos. Lo importante es rodearte de gente buena. Si además son buenos músicos, ya el tándem es perfecto. Desde que estoy con la zambombá me rodeo de gente muy buena.
Encarni Navarro, en Aceites Málaga.
Este año se ha multiplicado la oferta navideña: discos, villancicos, espectáculos. Todos los artistas están sacando discos, como Bisbal o la Niña Pastori, Así canta Jerez ha organizado una gira... ¿Cree que la Navidad se está convirtiendo en un mercado?
A mí me parece bien. Al final la Navidad se concentra en un mes, cuando podría ser algo más amplio. Pero la variedad está en el gusto. Mi padre decía que llegó un barco lleno de gusto al puerto y se fue vacío. Hay para todos y todo el mundo tiene que comer y trabajar.
Antes éramos muy poquitos haciendo zambombás y ahora hay un repertorio enorme. Se han unido hermandades, asociaciones, empresas. Me parece bien. La alegría tiene que estar compartida, no solo en diciembre. Deberíamos compartir más durante todo el año, sobre todo cuando se trata de cosas benéficas.
En esa línea, usted hace varias zambombás solidarias. ¿Qué lugar ocupa la solidaridad en su proyecto?
Un lugar grande. A veces nos aprovechamos de ese clima de bondad de Navidad para hacer cosas buenas, y bendito sea. Por ejemplo, el día 17 hacemos en el Edgar Neville de la Diputación una zambombá benéfica para la investigación del cáncer, de la mano de Aceites Málaga y dos empresas malagueñas muy potentes, Sancho Melero y Maskom. Es la zambombá La flor de Málaga y todo lo recaudado va íntegro para CITAC, el centro de investigación y terapias avanzadas para el cáncer.
También está la zambombá de San Juan de Dios, otra cita solidaria en el Edgar Neville el día 11. Hay que ayudar dentro de lo que se pueda. Yo tengo que comer, claro, pero tengo un vínculo emocional con estas causas. Yo siempre digo que dono alegría, y donde pueda aportar un poquito de esperanza, la zambombá de Encarni Navarro estará.
También utiliza la expresión “donante de alegría”. ¿Qué significa para usted?
Es llegar a un sitio y que te valoren el trabajo, pero también lo humano. Si hay alguien llorando, yo no me quedo quieta, me acerco, la miro a los ojos y escucho lo que le pasa. Hay villancicos que le recuerdan a su padre, a su madre, a una hermana que falta. En Navidad hay muchas sillas vacías y yo lo he vivido: primero con un primo que era como mi hermano y hace dos años con mi padre, que era mi pilar, mi Morralla.
Él amaba la Navidad. Yo empecé a hacer zambombá porque un día le dije: papá, he visto una zambombá de Estrella Morente con Diana y me ha recordado a nuestra infancia. A raíz de eso nació todo.
¿Cuándo fue su primera Zambombá?
Nunca he celebrado el aniversario de mi zambombá, pero llevaré unos 16 o 17 años haciéndola.
Pero es que ahora que lo pienso, mi cumpleaños es el 18 de febrero y llevo muchos años sin celebrarlo. Con eso te lo digo todo. Siempre digo de broma que el día que lo celebre me muero. Pero la realidad es que en diciembre celebro tanto la vida con tanta gente que en enero y febrero estoy saturada, descansando o tomando otra copa con los míos.
Se habla mucho de la identidad navideña de Málaga. Hay quien dice que deberían sonar más villancicos malagueños en Calle Larios y menos Mariah Carey. ¿Cree que Málaga está perdiendo identidad?
Más que identidad, creo que se está perdiendo mucha información y trámites. En Calle Larios deberían sonar villancicos de los hermanos Ortigosa, que acaban de cumplir 20 años; de Casa Pestiño, de Encarni Navarro, y también de Mariah Carey, de todos, porque la música es arte; pero que estén los nuestros, que curran cada Navidad por hacernos un poquito más felices. En Málaga hay talento para llenar calle Larios de nuestros villancicos.
Es verdad que tú no puedes competir con la producción de Mariah Carey. Ese estudio no es lo mismo que el ordenador o el móvil con el que grabamos muchos villancicos. Sé que Teresa Porras un año puso un villancico nuestro en Calle Larios, y no sé si se sigue haciendo, pero sé que apostó por ello. Ella apuesta mucho por lo cultural y ayuda al malagueño.
También están los verdiales, que son una maravilla. Creo que dedican unos días a su música.
Esa fiesta es mundialmente conocida. Pero en general somos un poquito desgastaíllos y tenemos que apostar más por lo nuestro: la pastoral, la zambombá, los verdiales... Que aquí hay un talento muy grande.
Leí que le encantaría montar una Zambombá en la Feria de Málaga. ¿Sigue pendiente?
Sigue pendiente, pero creo que en breve caerá. Me encantaría. Agosto, cuarenta grados, un chupito de anís, un mantecado de Sancho Melero… maravilla.
Este año, por ejemplo, en la feria me pusieron Palillos y Panderos, la canción de la Niña Pastori que arrasó en la Navidad del año pasado. El DJ hizo una mezcla de chunda chunda con eso y la gente reaccionó muy bien.
Ojo, eh. No descarto mezclar ese concepto... Un DJ, una buena zambombá y liarla con un poco más de calor. Me alucina.
Encarni Navarro.
Tiene más de una veintena de zambombás estas Navidades. ¿Cómo se lleva tanto trabajo? ¿Se puede conciliar o siente que se pierde cosas en lo personal?
En lo personal se pierde, claro. Está la típica frase: en Navidad te vas a hinchar. Sí, ¿pero quién me llama a mí en enero, febrero y marzo?. Diciembre es muy fuerte, pero hasta el verano cuestan que lleguen los bolos.
Yo me dedico a esto. No tengo un sueldo mensual fijo. Nosotros tocamos y cobramos. Todo se concentra en un mes y hay que gestionarlo. Yo, por coherencia con mi edad, con mi producto y con mi marca, tengo que decir que no.
Dependo de mi voz y de mi energía. Llevo coros, canto y no quiero perder la esencia. No hay que ser agonías, como decía mi padre: hay que ser finos y elegantes. Si puedo hacer dos bolos, hago dos. Si puedo tres, depende del espacio y del tiempo. Pero no puedo explotarme tampoco.
¿Qué hace Encarni Navarro cuando pasa la Navidad?
Como digo, en Málaga el verano también es fuerte, y cuando no, siempre hay bodas, bautizos, comuniones, la famosa BBC. Además, tengo la suerte de trabajar con Aceites Málaga, marca que abandero. Ellos me enseñan sobre el aceite y yo les enseño la cultura malagueña para potenciar tanto su marca como el arte de Málaga.
También colaboramos con proyectos como Fútbol Sala malacitano y vamos haciendo cosas juntos. Aceites Málaga es una empresa familiar y mucha gente no sabe que no solo venden aceite. Tienen un catálogo amplísimo de productos, exportan a una treintena de países y llevan la marca Málaga al mundo.
Le preguntaba por otros proyectos porque hace poco se viralizó una imagen suya grabando con Antoñito Molina y más amigos en la calle. ¿Qué nos puede contar de eso?
Antoñito es un chaval al que yo no seguía mucho al principio, pero mi amiga Sonia sí. Fuimos a un concierto en la plaza de toros y me encontré a un chaval súper ilusionado, otro donante de alegría, porque transpira alegría por todos los poros de su piel. Luego lo vi en Fuengirola y vi cómo estaba creciendo sin perder la esencia. Con una banda que sonaba que buah. Fue un salto de calidad brutal.
Me llamaron para decirme que él quería que estuviera en un vídeo que iba a grabar en agradecimiento a Málaga. Lo conocí en persona y es superfamiliar, muy llano. Espero que no pierda esa magia y que se rodee de buena gente. Cuando se enteró de que llevo su villancico en mi zambombá se murió de la ilusión, no se lo imaginaba. Si me lee, está invitado a cualquiera de mis 26 zambombás, ya veremos si aparece por alguna... Ahí lo dejo.
Como malagueña, ¿cómo ve Málaga a nivel general?
Creo que Málaga está muy bonita, pero siempre hay mucho por hacer. Los malagueños tenemos que apostar por nuestra tierra. Tú vas a otras ciudades y se desviven por su ciudad.
Aquí somos un poco derrotistas. ¿No cree?
Un poquito solo. Criticar es muy fácil, pero hay que ser conscientes de lo bueno y de lo malo.
Hay cosas que están mal, claro, en Málaga hay que mejorar muchas cosas: el tema de los aparcamientos... Por decir algo. Y no creo que haya que mejorarlo en Málaga, yo creo que lo que hay que aprender es a ser consciente de lo que es Málaga. Está estupendo que Europa nos diga que hay que hacer carriles bici, pero ahora... ¿Me estás obligando a comprarme una bicicleta?
Yo tengo un trabajo que en la bicicleta no me cabe el equipo de sonido. Por eso digo que no hay que echarle la culpa siempre a los mismos, hay que informarnos mejor. Que hay cosas malas, sí, que hay cosas buenas, también. Que debe haber comunicación y respeto. Y no me quiero meter más porque soy del partido Verdiales, como siempre digo. Me da igual el partido que haya, mientras que aporte algo bueno. Bienvenido sea.
Otra cosa que preocupa es la vivienda... Los jóvenes ahora mismo no podemos comprar una casa.
Pues sí, no podemos comprar ya casas, pero luego para ver partidos de fútbol y hacer otras cosas salimos todos a la calle y se llenan estadios. Para unas cosas mucho, y para las más importantes no se sale.
Si fuese alcaldesa de Málaga por un día, ¿por dónde empezaría?
Me iría al chiringuito María y diría: ponme un espeto. Miraría quién está espetando, cómo tiene las manos, y me sentaría a hablar con la gente de a pie. Les preguntaría qué creen que se puede mejorar, qué les preocupa.
Todo pasa por escuchar. Somos muchos y hay mucho que arreglar, pero si no escuchas a la gente, es imposible.
Encarni Navarro.
En el plano cultural, Málaga vive un gran momento. ¿Cómo lo ve desde dentro?
Málaga está en un momento impresionante a nivel cultural. Hay quien dice que no sabe que come la gente de Málaga, que no paran de salir artistas buenos y proyectos buenísimos. Yo digo que será el clima y lo que comemos.
Lo difícil no es sacar un proyecto, es mantenerlo. Eso lo tengo en casa y lo veo cada día con mi hermana. Salir es complicado, pero mantenerse lo es aún más. Vale que salgas en la prensa, eso te hace conocida, pero a la hora de la verdad, tienes que comer. Y eso no es sencillo. Tú sacas Aserejé, lo petas y ahora lo piensas y dices... ¿Dónde están? Y no por el hecho de que no valgan las chiquillas, sacaron su canción y tuvieron mucha difusión. Pero al final este sistema tiene muchos picos altos y muchas bajadas.
Mi hermana Diana es una curranta de pico y pala, pico y pala.
Acaba de sacar un videoclip que duele mucho por el maltrato
Yo aún no lo he podido ver. Me daba un poco de ansiedad solo de ver el cartel. Me dijo que fuera a casa, porque estuvo con mi madre, para verlo juntas. La escuché una vez en Granada, que estaba el autor, pianista, y en directo me destrozó completamente. Yo es que mimetizo mucho con la gente, yo voy a un entierro y me pongo a llorar aunque no sea mi familiar. Es duro. Es duro porque es una realidad, al final problemas tenemos todos, pero luego hay problemas en mayúscula.
Hay más de 5.000 mujeres en el Sistema Viogén en Málaga que han denunciado malos tratos. Es fuerte.
5.000 mujeres sufriendo y las que aún no han podido poner una denuncia por miedo a que les hagan algo a ellas o a sus niños, porque aún creen que es algo de un día mal contado o por desconocimiento. Es muy duro esto. Por eso mi palabra favorita en todos los sentidos es el respeto. Da igual el color, la política, la religión o el trabajo al que te dediques. Ten respeto a los demás.
Su hermana encendió la Navidad el año pasado. ¿Le haría ilusión tocar el botón?
Claro que me encantaría. Me cargo los fusibles. Siendo modesta, siento que hay gente en Málaga que se lo merece mucho más que yo. Poetas, pintores, cantantes, políticos... Puede haber gente que haya apostado por Málaga y sean un referente de Málaga. ¡Que yo soy la Mariah Carey de Huelin en Navidades y me encanta, eh! (Ríe) Ya me lo estoy creyendo un poco desde la humildad, porque en Navidades siempre estoy en todos lados dando por saco, que es lo que más me gusta.
¿Qué villancico recomienda a los lectores que escuchen al acabar esta entrevista?
El Niño Manuel. Que es muy especial.
¿Y qué le pide a los Reyes Magos este año?
Salud, porque sin la salud no somos nada. Quiero que mi familia me dure mucho. Y también les pediría que la gente sea consciente de esas sillas vacías que hay en Navidades y las llenen de amor y recuerdos. Al final es ley de vida, pero es bonito enfocarlo así, convertirnos en donantes de alegría.