Imagen de un frutero.

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Málaga

Antonio, autónomo, ante la subida del 10% del alquiler: "Cada mes me pregunto si podré pagar los 1.000 euros del piso"

La de Antonio es la historia de muchos trabajadores que se ven con el agua al cuello para acabar el mes debido al crecimiento de los precios del alquiler. "No puedo permitirme lujos, ni salir a cenar, ni viajar", dice.

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Las claves

Antonio, frutero autónomo de Málaga, paga 1.000 euros mensuales de alquiler tras una subida anual del 10%.

La subida del alquiler y los gastos habituales obligan a Antonio a vivir al día y prescindir de lujos y vacaciones.

Trabaja jornadas largas para mantener su negocio y cubrir gastos, pero cada mes teme no poder afrontar el pago del piso.

Su situación refleja la de muchos autónomos que, pese a décadas de esfuerzo, deben llevar una vida austera ante el aumento de los costes de vivienda.

Antonio tiene 52 años y lleva más de tres décadas al frente de su frutería en un barrio del oeste de Málaga. Durante años, el negocio le permitió vivir con cierta estabilidad, atender a su familia y cubrir los gastos cotidianos.

Sin embargo, hoy enfrenta un problema que amenaza su día a día: el alquiler de su vivienda se ha disparado y se ha convertido en una carga casi imposible de asumir.

"Trabajo desde primera hora hasta la noche y, aun así, cada mes me pregunto si podré pagar el piso", explica Antonio, quien añade: "No hay margen para lujos de ningún tipo. Irme de vacaciones pasó a mejor vida".

Antonio vive en un piso de unos 75 metros cuadrados, y en los últimos años ha visto cómo el alquiler en Málaga capital ha crecido de manera sostenida. En concreto, los datos de diferentes plataformas señalan que lo ha hecho del orden de un 10% anual.

Actualmente, tiene que pagar del orden de 1.000 euros al mes. Años atrás la factura era bastante menos acusada. Esta subida, unida a los gastos habituales de suministros, alimentación y la Seguridad Social, le obligan a vivir al día y ajustar cada euro.

Sin respiro

Su jornada empieza antes del amanecer y termina al cierre de la frutería. Cada jornada implica recibir fruta, atender clientes, preparar pedidos y organizar la tienda. "Trabajo todo el día y aun así no me sobra nada", comenta. Cada subida de precio y cada gasto inesperado se siente como un golpe directo a su presupuesto.

"No puedo permitirme lujos, ni salir a cenar, ni viajar. Todo lo que gano va al negocio y al alquiler. Y si algo sube, es un estrés constante", explica.

La suya es la realidad de muchos autónomos. Trabajadores que aunque lleven décadas de esfuerzo, se ven obligados a renunciar a comodidades y mantener una vida extremadamente austera.

La subida de los alquileres residenciales, no solo amenaza la vivienda de estos trabajadores, sino también la continuidad de sus negocios y su estabilidad personal.