José Antonio Aguado, ingeniero industrial.

José Antonio Aguado, ingeniero industrial. Álvaro Cabrera

Málaga A título personal

José Antonio Aguado, ingeniero industrial: "Málaga está viviendo un fracaso colectivo en materia de vivienda"

"El apagón ha servido como combustible para reactivar el eterno enfrentamiento entre defensores de la energía nuclear y defensores de las renovables; es un debate con una carga política muy elevada".

"En la provincia tenemos un déficit de infraestructuras de red. Es generalizado en España y Málaga no es una excepción. El problema del desarrollo de infraestructuras energéticas de red y sus estaciones es acuciante"

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José Antonio Aguado es catedrático y director del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Málaga, formación que lo convierte en uno de los expertos más cercanos para comprender y explicar el gran apagón sufrido por toda España el pasado 28 de abril. En esta conversación, confirma la necesidad de sacar lecciones sobre lo sucedido, impulsando mejoras en el sistema actual.

Su condición de profesor universitario lo aproxima de manera evidente a algunas de las principales preocupaciones de sus alumnos. Y hay una que sobresale: la vivienda.

¿Le llaman Pepe, José o José Antonio Aguado?

Me siento cómodo con los tres nombres. Depende del contexto. En un contexto más formal me conocen como José Antonio Aguado, pero aquí en la Universidad Pepe Aguado es bastante habitual.

¿Es nacido en Málaga?

Soy nacido en Málaga. Soy de padres granadinos, pero nacido en Málaga.

¿Lleva toda su vida aquí?

Toda mi vida académica y profesional, con algunas excepciones en el extranjero. Estuve ampliando mis estudios de tesis doctoral en Canadá. Tuve una estancia de dos años en una universidad canadiense.

Usted es ingeniero industrial. ¿Cuándo era niño ya soñaba con esto?

De niño no tenía una vocación definida por la ingeniería, pero sí me sentía muy atraído por las ciencias y las matemáticas. Eran asignaturas que se me daban bien, pero más allá de las notas, lo que me definía era una curiosidad constante, una necesidad de entender cómo funcionaban las cosas. Esa curiosidad ha sido, sin duda, un rasgo que me ha acompañado desde pequeño.

Cuando llegó el momento de decidir qué estudiar, en plena Selectividad, me sentí naturalmente atraído por la ingeniería. Y dentro de todas las opciones, la Ingeniería Industrial me pareció especialmente interesante porque es una disciplina muy versátil, que te permite moverte en campos tan distintos como la energía, la automatización, la organización industrial o la mecánica. Ese enfoque amplio encajaba muy bien con mis intereses y con mi manera de entender el mundo.

José Antonio Aguado posa junto a varias maquetas de instrumentos eléctricos.

José Antonio Aguado posa junto a varias maquetas de instrumentos eléctricos. Álvaro Cabrera

Trate de explicarme qué hace un ingeniero industrial.

Un ingeniero industrial se encarga de mejorar sistemas y procesos para hacerlos más eficientes, productivos y rentables. Su objetivo principal es optimizar recursos (tiempo, dinero, materiales, energía, personal…) dentro de una empresa u organización. Puede desarrollar su actividad profesional en un amplio rango de disciplinas, porque dentro de la ingeniería industrial hay varias especialidades. Hay ingenieros industriales que se dedican al campo de la mecánica, con el desarrollo de vehículos de combustión tradicional o vehículos eléctricos. Hay otros que se dedican a la organización industrial, cómo organizar los procesos en grandes compañías o grandes factorías. Hay ingenieros que se dedican al tema de la ingeniería eléctrica, viendo cómo producir esa energía de manera más eficiente, que contamine menos y que sea barata o asequible para el público en general. En esa disciplina es en la que yo me encajo. Mi interés se ha ido decantando por temas muy de actualidad, como la operación de redes eléctricas, la integración de energías renovables y sistemas de almacenamiento eléctrico.

Por lo que me dice, el mundo tal y como lo entendemos actualmente no funcionaría sin las ingenierías industriales.

Por supuesto. Y tenemos un ejemplo muy reciente. Estamos viendo lo dependiente que es nuestra sociedad actual a la energía eléctrica. Un parón como el del pasado lunes ha revolucionado nuestro día, con víctimas mortales, afectando desde el uso de un ascensor al transporte público, con el corte de los metros y los trenes de media y larga distancia. Todas las industrias tuvieron que parar sus procesos. La tecnología en general y, en particular, la relacionada con la energía eléctrica quedaron afectadas, lo que demuestra que nuestra sociedad es fuertemente dependiente. Y va a más. Evolucionamos con una dependencia muy importante de la energía eléctrica.

"Un parón como el del pasado lunes demuestra que nuestra sociedad es fuertemente dependiente. Y va a más. Evolucionamos con una dependencia muy importante de la energía eléctrica. Es una dependencia que creo es la mejor solución para las sociedades modernas"

¿Preocupante dependencia?

Es una dependencia que creo es la mejor solución para las sociedades modernas. Probablemente sí hay que reflexionar sobre hasta qué punto queremos depender de esas energías o sobre cómo articular los mecanismos necesarios para que facilite nuestro quehacer diario.

Eso parece obligar a un debate sobre esto que dice.

Creo que el futuro es cada vez más eléctrico. Eso no está en debate. Lo que sí está en debate es cómo esas fuentes, las fuentes de energía, van a proporcionar ese futuro eléctrico. Si debe ser sólo con energía limpia de origen renovable o en el mix energético también deben de estar las nucleares u otras centrales de origen fósil. Que la sociedad avanza hacia un futuro cada vez más eléctrico está muy asumido y con justificación. Lo que habrá que articular son los mecanismos apropiados para que la situación del pasado lunes no vuelva a repetirse. Tenemos que garantizar eso.

En ese análisis sobre las renovables, la nuclear, las fósiles… ¿Tiene una posición?

El debate debe centrarse en garantizar la seguridad del suministro, con un coste lo más reducido posible y cumpliendo con nuestros compromisos de descarbonización de la economía. Aún tenemos margen para seguir avanzando en renovables.

La cuestión de las renovables…

Nuestro país es uno de los pioneros en la adopción de energías renovables. En el mix energético, estamos a la cabeza en los niveles de penetración que tenemos de energía solar y eólica. Se puede modular la velocidad de la transición a un sistema descarbonizado para garantizar la fiabilidad en el suministro pero el objetivo de descarbonización no debe ser alterado.

José Antonio Aguado, sentado en una escalera.

José Antonio Aguado, sentado en una escalera. Álvaro Cabrera

¿Es factible pensar que llegue un día en el que España se alimente exclusivamente de energía renovable?

Sí, pero se tienen que cumplir algunas condiciones técnicas fundamentales. La primera de ellas es conseguir una mejor interconexión de la península ibérica con el resto del sistema eléctrico europeo. España es casi una isla energética. Estamos conectados a través de los Pirineos con Francia, pero nuestra capacidad de interconexión es bastante limitada. Reino Unido, por ejemplo, tiene mejor conexión con el resto del continente. Tener una mejor conexión aumenta la seguridad.

¿Por qué? Porque estamos conectados a un sistema muy fuerte y robusto, lo que permitiría amortiguar los problemas que podamos tener internamente en el sistema español. Sin embargo, si la conexión es limitada, el apoyo que nos puede dar ese sistema externo es bastante reducido. Un ejemplo es lo ocurrido el lunes, cuando la desconexión con el sistema europeo hizo que se acentuaran los problemas técnicos.

Por otra parte, tenemos que integrar nuevas tecnologías en nuestro sistema. Hablo de sistemas de almacenamiento eléctrico que permitan mitigar los inconvenientes de reducida gestionabilidad de tecnologías como la solar fotovoltaica y la eólica. Añadir almacenamiento a estas fuentes hace que sea más seguro el control y la operación de nuestros sistemas de energía eléctrica. Contar con sistemas de almacenamiento a gran escala será una condición indispensable para alcanzar el objetivo 100% renovable.

Traigo aquí el caso de California, cuyo sistema tiene ciertas similitudes con el español. Tiene una presencia de energía solar fotovoltaica muy alta, muy similar a la de España. La presencia en el mix de generación de las renovables es altísima, incluso mayor que en España. Pero hay una diferencia importante: allí ya tienen sistemas de almacenamiento a gran escala desplegados de una manera masiva, que permite que el sistema se opere de una manera estable y segura. Es una buena referencia para el caso español.

"Tenemos que conseguir una mejor interconexión de la península ibérica con el resto del sistema eléctrico europeo. España es casi una isla energética. Y tenemos que integrar sistemas de almacenamiento que permitan mitigar los inconvenientes de reducida gestionabilidad de tecnologías como la solar fotovoltaica y la eólica"

¿Dónde le pilló el apagón?

En casa.

¿Intuía que podía ser lo que finalmente fue?

No, el apagón del lunes es absolutamente excepcional. En nuestro sistema eléctrico moderno, habíamos vivido situaciones de algunos apagones locales, incluso regiones, pero no de esta magnitud. Lo primero que pensé es que había sido algo localizado.

¿Su primera reacción?

De una gran preocupación, porque en ese momento no sabía si era producto de un sabotaje, de un ciberataque o de un problema técnico de la dimensión que finalmente fue. Fue excepcional. En ese momento ya sabía que era un problema de seguridad nacional. A la gente le pilló sin dinero en metálico en el bolsillo, los teléfonos se quedaron sin batería, muchos se quedaron en trenes…. Pero importante resaltar que, por ejemplo, nuestros hospitales y centros de emergencia están bien preparados para estas situaciones.

Lo ocurrido el lunes, ¿puede volver a suceder?

Hasta el lunes hablábamos de un evento extremadamente remoto. Pero se trata de un caso que se va a estudiar en muchos países, en universidades… Hay que pensar que afectó a más de 55 millones de personas, a dos países que quedaron en el cero eléctrico. Los sistemas eléctricos se operan con una fiabilidad del 99,9%. Lo que hay que preguntarse es si esa excepcionalidad tuvo que ver con el sistema eléctrico actual. Estamos haciendo una transición de un sistema dominado por generación térmica a un sistema basado en renovables, lo que incrementa la complejidad de la operación. Estoy convencido que después de este apagón va a haber lecciones aprendidas y se van a revisar los protocolos de operación. Porque una pregunta que está en el aire es si el sistema tenía las suficientes garantías de seguridad.

José Antonio Aguado, durante la entrevista.

José Antonio Aguado, durante la entrevista. Álvaro Cabrera

Explíqueme cómo funciona el sistema eléctrico y por qué ocurrió el apagón.

El apagón del pasado lunes se debió al fallo casi simultáneo de dos centrales importantes del sistema eléctrico (la primera de ellas en el suroeste), algo que el sistema no logró absorber a tiempo. La red eléctrica está diseñada para resistir la avería de un solo componente sin causar cortes de luz. A esto se le llama criterio N-1.

En este caso, al fallar dos infraestructuras importantes casi a la vez, el sistema no pudo reaccionar con la rapidez necesaria, y para evitar daños mayores, se desconectaron partes de la red de forma automática, causando el apagón. El sistema respondió bien a un primer evento, pero ocurrió un segundo evento que no se pudo amortiguar ni aislar y llevó a disparar las interconexiones con Francia y seguidamente nuestras nucleares y a una gran parte de solares a desconectarse.

Pero, ¿cómo se garantiza la capacidad real del sistema? Si hay un problema de tráfico, se construye una carretera o un Metro para que la gente deje el coche en casa. Pero en el caso de la energía eléctrica, ¿cómo se hace?

Garantizar la capacidad del sistema eléctrico es como asegurarse de que haya suficientes “carriles” para que la electricidad llegue a todas partes, incluso en hora punta. En lugar de construir una nueva carretera o un Metro, en electricidad lo que se hace es planificar con antelación cuánta energía va a hacer falta y asegurarse de que haya suficientes centrales, redes y reservas disponibles.

El sistema se diseña para soportar situaciones extremas, como una ola de calor o la avería repentina de una central que exige que si falla un elemento importante, todo siga funcionando. Además, se cuenta con plantas de respaldo, interconexiones con otros países, almacenamiento, y cada vez más, flexibilidad en la demanda. Es un equilibrio constante entre generar suficiente energía, tener redes robustas y reaccionar rápido ante cualquier imprevisto.

Algunas reacciones han apuntado a las renovables. ¿Cree que con el interés de desprestigiar esta fuente?

Lo ocurrido el lunes ha servido como combustible para reactivar el eterno enfrentamiento entre defensores de la energía nuclear y defensores de las renovables. Lamentablemente, es un debate con una carga política muy elevada.

Antes de tomar decisiones estratégicas, me gustaría que se diera prioridad a un debate técnico serio, transparente y bien fundamentado. Solo cuando estén sobre la mesa todas las soluciones viables desde el punto de vista técnico —incluyendo costes, seguridad, sostenibilidad y capacidad de respuesta— deberíamos definir una política energética coherente.

En mi opinión, es posible que sea necesario mantener las centrales nucleares algunos años más, como respaldo durante la transición energética. Eso no significa frenar el avance renovable, pero sí modular su ritmo de despliegue para asegurar que el sistema eléctrico siga siendo seguro y estable mientras avanzamos en mejores interconexiones y sistemas de almacenamiento energético. Es natural que esto genere tensiones con algunos actores del sector, pero la prioridad debe ser el interés general y la resiliencia del sistema.

"Es posible que sea necesario mantener las centrales nucleares algunos años más, como respaldo durante la transición energética. Eso no significa frenar el avance renovable, pero sí modular su ritmo de despliegue para asegurar que el sistema eléctrico siga siendo seguro y estable"

Una provincia como Málaga, que se está viendo sometida a un crecimiento considerable en población, ¿tiene garantizada el suministro eléctrico o es necesario ampliar las infraestructuras?

Sin duda, necesitamos más infraestructuras. Pero es importante entender qué tipo de infraestructuras hacen falta. Por un lado, está la capacidad de generar suficiente energía, no solo para cubrir la demanda actual, sino también la futura. Andalucía —y Málaga en particular— tienen una gran oportunidad para atraer industrias gracias a su potencial renovable y a la posibilidad de ofrecer energía a costes muy competitivos. Ese tren no lo podemos dejar pasar.

José Antonio Aguado, en la Escuela de Ingenierías Industriales de Málaga.

José Antonio Aguado, en la Escuela de Ingenierías Industriales de Málaga. Álvaro Cabrera

Sin embargo, para aprovechar esa energía, no basta con generarla: hay que poder transportarla. Ahí es donde encontramos el principal cuello de botella: la infraestructura de red —subestaciones, líneas de alta tensión— no ha crecido al mismo ritmo que la capacidad de generación, especialmente renovable, que se ha desarrollado muy rápidamente en los últimos años.

Desde un punto de vista técnico, está bien documentado que la expansión de instalaciones solares ha ido muy por delante de la ampliación de la red eléctrica necesaria para llevar esa energía hasta los puntos de consumo. Si queremos garantizar el suministro eléctrico a medio y largo plazo y aprovechar nuestra ventaja como territorio renovable, es imprescindible invertir con decisión en red

¿Eso que dice es extensible a Málaga?

Eso es aplicable a la provincia de Málaga. En la provincia de Málaga también tenemos un déficit de infraestructuras de red. Es generalizado en España y Málaga no es una excepción. El problema del desarrollo de infraestructuras energéticas de red y sus estaciones es acuciante.

No actuar en esa dirección puede suponer un problema serio para un territorio en desarrollo como Málaga.

Sería necesario invertir en más infraestructura de red para ofrecer a posibles industrias esa implantación en el territorio.

¿Cómo asiste usted al debate social y ciudadano sobre el impacto de los proyectos de las renovables en la provincia?

El interés por invertir en renovables, especialmente en proyectos solares, es hoy altísimo y supera con creces las necesidades energéticas actuales. En el sector se sabe que no todos esos proyectos llegarán a construirse, ya sea por falta de infraestructura de red o porque no serán competitivos económicamente. Para ponerlo en contexto: el pico de demanda eléctrica en España ronda los 30 gigavatios, y sin embargo, Red Eléctrica tiene sobre la mesa más de 54 gigavatios en proyectos fotovoltaicos en trámite. A corto plazo, no hay demanda para todos ellos, aunque es cierto que la electrificación creciente de la sociedad puede cambiar ese escenario en el futuro.

En cuanto al debate social y medioambiental, es legítimo y necesario. Hay una preocupación creciente sobre el impacto en el territorio, y debemos buscar un equilibrio entre tres cosas: una energía asequible, limpia, y un impacto razonable sobre el entorno y las comunidades locales.

Hace poco veía en redes una comparación sobre la ocupación de suelo de distintas infraestructuras: campos de golf, aeropuertos, carreteras... y las plantas solares, aunque visibles, tienen una huella muy inferior a muchas de ellas. Eso no significa que no debamos mejorar la planificación o escuchar las preocupaciones ciudadanas —por ejemplo, cuando se sustituyen cultivos tradicionales como el olivo—, pero tampoco creo que hayamos alcanzado aún el techo de desarrollo razonable de la energía solar en nuestro territorio.

¿Y el tema de los parques eólicos marinos? ¿Los habrá frente a la Costa del Sol?

Eso nos lo dirá la rentabilidad económica de esos parques. Hoy por hoy es muy difícil competir con la energía solar porque la energía solar es muy abundante y tiene menos costes de conexión. Pero llegará un momento en el que tendremos tan saturados los terrenos que habrá que buscar otras soluciones y la eólica marina llegará, tendrá su hueco. Pero no creo que tengan desarrollo en el corto plazo.

¿Cómo analiza la evolución de Málaga en estos años? ¿Es usted de los satisfechos o de los críticos?

Tengo una visión muy positiva de la situación actual, aunque con algunas precauciones. Hemos llegado a unas cotas de desarrollo muy evidentes que hay que compatibilizar con no perder la esencia de Málaga como ciudad. Desde el punto de vista de la energía, tenemos una oportunidad como malagueños de sentirnos partícipes de esta transición energética. Nuestras relaciones humanas con la energía están cambiando y van a cambiar drásticamente en los próximos años. Antes éramos simplemente demandantes muy pasivos; ahora vamos a tener, cada vez, un comportamiento más activo.

"No podemos normalizar que compartir piso hasta bien entrada la treintena sea la única alternativa viable. No es que compartir sea algo negativo en sí mismo, pero cuando se convierte en una imposición, ya no es una elección libre"

Como profesor de la Universidad pasa muchas horas con sus alumnos. ¿Le transmiten la inquietud por el tema de la vivienda?

Sí, constantemente. Desafortunadamente, Málaga —que tiene muchas virtudes como ciudad— está viviendo un fracaso colectivo en materia de vivienda, y lo percibo muy de cerca a través de mis estudiantes. Muchos, con poco más de veinte años, se plantean independizarse, pero se encuentran con una realidad inaccesible.

No podemos normalizar que compartir piso hasta bien entrada la treintena sea la única alternativa viable. No es que compartir sea algo negativo en sí mismo, pero cuando se convierte en una imposición, ya no es una elección libre.

Este problema no es exclusivo de Málaga, pero aquí se manifiesta de forma especialmente aguda. Lo veo también con profesores y estudiantes que vienen de otras ciudades o del extranjero a pasar una estancia en nuestra universidad: les resulta muy difícil encontrar una vivienda digna a un precio razonable. De hecho, ya anticipo esa dificultad cuando gestionamos estancias.

Sinceramente, creo que como sociedad hemos fallado a nuestros jóvenes, y la falta de acceso a la vivienda es probablemente uno de los déficits más graves que arrastramos. Es un problema complejo, sin soluciones inmediatas, pero urgente de abordar si no queremos hipotecar el futuro de una generación entera.