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El pasado verano, el pantano de La Viñuela puso cara a la sequía en España. Las imágenes del embalse malagueño, el de mayor capacidad, con el terreno resquebrajado por la falta de agua o de una pequeña barca varada en una pendiente de arena anaranjada que desde hace meses no había rozado una gota de agua se difundieron todo el país. El 5 de julio de 2022, contaba con 23,58 hectómetros cúbicos de agua, el 14,6% del volumen total que puede llegar a acumular. Este pasado miércoles, 365 días después, apenas tiene 14,97 hm3 y está al 9,11% de su capacidad, por debajo del mínimo histórico que anotó hace 15 años.

Este pantano de La Axarquía sigue siendo el rostro que mejor representa la incipiente sequía que afecta a la provincia, pero no es el único. Las reservas de agua van día a día en descenso y el marco general dista mucho de ser halagüeño. Hasta este pasado martes, el conjunto de los siete embalses de Málaga se mantenía por encima de un tercio de su capacidad, pero en las últimas horas ha traspasado la marca y ha caído por debajo del 30%.

El embalse de La Viñuela, en Málaga, en agosto de 2022.

El embalse de La Viñuela, en Málaga, en agosto de 2022. EFE/Jorge Zapata

En concreto, los pantanos malagueños estaban este miércoles al 29,88%, con solo 182,69 hectómetros cúbicos de agua de los 611,48 que pueden llegar a acumular. Son casi cuatro menos que hace una semana y 121 menos que hace justo un año.

Para José Damián Ruiz Sinoga, catedrático de Geografía Física de la UMA, lo que sucede cumple con lo que era de esperar. "Estamos en una fase de desecación, donde hay consumo pero no aporte hídrico", explica, y así nos mantendremos, con suerte, hasta los próximos meses de septiembre u octubre. 

Este experto quita importancia al número general y, para ellos, apunta explícitamente a zonas como las de La Axarquía, que "más quisieran estar al 30% de su capacidad". 

El de La Viñuela es el embalse que peor situación tiene, pero siguen sus mismos pasos los pantanos de Conde del Guadalhorce y del Guadalhorce, ambos por debajo también del 30%. El primero ha perdido 35,46 de los 50,56 hectómetros cuadrados de agua que acumulaba hace tan solo 12 meses y cerró el mes de junio anotando su mínimo histórico, con el 23%. Este miércoles se mantenía al 22,71% de su capacidad total. El segundo, se ha dejado en el último año 10,13 hm3, aunque conserva todavía 36,56 hm3, el 29,08% de su volumen total.

Los pantanos del Limonero y Casasola todavía cuentan con poco más de un tercio del agua que pueden acumular, con el 32,05 y el 34,90%, respectivamente.

En una mejor situación está el embalse del Guadalteba, al 42,45% de su capacidad, aunque la afirmación es más que matizable si se tiene en cuenta la evolución en el último año ya que es el pantano que más volumen de agua ha perdido en los últimos 12 meses. En concreto, ha pasado de acumular 105 hectómetros de agua a pocos más de 65, es decir, casi 40 hm3 menos en solo 12 meses.

El embalse de la Concepción es el único que pone el contrapunto a este panorama. Este miércoles mantenía el 63% de su capacidad, con 36,25 hm3. Eso sí, son 18,73 menos que hace un año.

Con esta situación, se ha vuelto imperante tomar medidas para asegurar el suministro de agua en la provincia. Los expertos ya venían señalando que para hacer frente a esta sequía, la peor desde 1961, las restricciones eran inaplazables. "Lo único que podemos hacer es que la demanda sea mínima. Si no se reduce con previsión, en algunas zonas se entrará en fase crítica", asegura Ruiz Sinoga. 

Primero, los municipios comenzaron suprimiendo el agua de las duchas de las playas. Después, llegaron las prohibiciones a actividades como el baldeo o el rellenado de piscinas y, por último, en los casos más extremos, el corte del suministro de agua durante toda la noche.

"Se están cumpliendo los peores augurios, estamos en paliativos, con medidas muy drásticas", apunta este experto, que al mismo tiempo que admite la complejidad del momento, señala que la situación es "recurrente y previsible".

"Si tenemos el mismo depósito pero cada vez somos más para consumir, cada vez vamos a tener menos agua. La oferta se ha reducido y la demanda se ha disparado", ejemplifica, en referencia al incremento del uso de este recurso que suponen determinados tipos de cultivos y el incremento de ciudadanos de la provincia a merced del turismo. 

Frente a ello, defiende que es en época de bonanza "cuando hay que resolver las situaciones de crisis". "Esperemos que la situación se resuelva y aprendamos para la siguiente", asevera.