No es fácil trabajar en agosto.

No es fácil trabajar en agosto. Telemadrid

Sociedad

Un cocinero habla claro ante las quejas por trabajar con calor en Madrid: "Pero si hay alguno que viene y te pide cochinillo"

En pleno agosto y con temperaturas extremas, este hostelero confiesa cómo sobrevive al calor al no poder cerrar, mientras atiende a los clientes.

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En pleno agosto, con temperaturas tan altas que hacen difícil el día a día en Madrid, Luis, cocinero de un bar en San Cristóbal de los Ángeles, sabe que aunque quiera no se puede librar de trabajar.

Su bar es uno de los pocos que siguen abiertos en la zona. "Ahora mismo hay abiertos tres o cuatro y nosotros", comenta discretamente. Eso significa más clientes, sobre todo por la noche, cuando la gente baja a la calle para cenar en la terraza y escapar un poco del calor de casa.

Sin embargo, no es una decisión fácil. Y es que "si fuera estamos a 40 grados, pues aquí estamos a 55-60 grados prácticamente cuando estamos en plena ebullición de trabajo".

Las cocinas generan mucho calor.

Las cocinas generan mucho calor. Telemadrid

Y no exagera. Entre los fogones, las freidoras y la plancha, el calor se multiplica y no hay ventilador que lo arregle. Pero, al menos, confiesa que en verano los pedidos cambian un poco, aunque no tanto como muchos piensan.

"Bueno a ver, comerán un poquito más de ensalada en verano, pero lo que comen sobre todo es entrecot, sándwich vegetales, hamburguesas...", explica entre bromas en Telemadrid.

Sin embargo, revela que, aunque parece que el calor es un impedimento para muchos trabajadores, para los clientes no lo es tanto.

"Escucha si todavía hay alguno que viene y te pide una ración de cochinillo… Lo que pasa es que eso ahora en verano lo hacemos por encargo, por la noche", dejando claro que las altas temperaturas no impiden el apetito de muchos.

Las terrazas siguen completas.

Las terrazas siguen completas. Europa Press

Con estas palabras, Luis deja claro que aunque muchos piensan que en agosto la vida se paraliza, es un mito que con su experiencia ha conseguido desmontar. Y es que estos hosteleros tienen claro que permanecer abierto es un acierto.

Por ello, Luis todavía no ha tenido vacaciones. "Yo todavía no me he ido, me iré a finales de septiembre, octubre, que es cuando ya baja un poco el calor y empieza a haber menos gente en la terraza, mientras hay que trabajar".

No obstante, para aguantar tantas horas, tienen sus trucos. "Lo que hacemos es hidratarnos bien, salir, mojarnos la cabeza, beber agua, Coca-Cola, vaya lo que realmente podemos hacer y, de vez en cuando, pues nos abanicamos". Una solución, que aunque no definitiva, ayuda a hacer más amena su jornada hasta el cierre.

Aunque reconoce que el calor es insoportable, Luis lo asume como parte de su trabajo. Sabe que mientras la gente busca sombra y bebidas frías, él tiene que estar al lado de la plancha y el horno.

Un trabajo duro, pero también gratificante cuando ve a sus clientes marcharse por la puerta con una sonrisa, mucho más que contentos.