Imagen de cómo quedará el Café Cervantes cuando se termine la instalación del jardín vertical.

Imagen de cómo quedará el Café Cervantes cuando se termine la instalación del jardín vertical. Ayuntamiento de Madrid

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Así es el nuevo Café Cervantes de Plaza de España: un jardín de hiedras en el techo y dos terrazas

El búnker, como lo conocen muchos madrileños, ha sido adjudicado al grupo Casa Remigio, que ya cuenta con otros quioscos en Madrid Río, el Retiro o la Casa de Campo.

10 noviembre, 2023 02:40

Casi todos los madrileños que han pasado por la Plaza de España tras su gran reforma se han preguntado qué era esa cosa gigante de hormigón que se había levantado en una de las esquinas de la plaza.

De hecho, muchos de ellos, antes de que se comunicara su uso, llegaron incluso a bautizarlo como "búnker" por su aspecto de huevo gris, de forma triangular. Ahora, este búnker está más cerca de convertirse en un café verde por todo el techo y en una de las terrazas, a pie de calle, más deseadas de la zona.

Y es que el Café Cervantes, como el Consistorio ha denominado a este nuevo espacio gastronómico, ya tiene además quien lo regente, por lo que está mucho más cerca de ser una realidad en unos meses.

Café Cervantes de Plaza de España a la espera de ser acondicionado para su uso.

Café Cervantes de Plaza de España a la espera de ser acondicionado para su uso. Ayuntamiento de Madrid

Según publica Somos Madrid, los elegidos en un concurso público que abrió el Ayuntamiento de Madrid es la empresa Casa Remigio, un grupo restaurador de prestigio que ya tiene en su poder otras concesiones municipales como quiscos-terraza en Madrid Rio, en el Retiro, en la Casa de Campo y hasta en varios enclaves turísticos de Cádiz.

La idea es que el grupo se haga cargo de esta increíble terraza de 200 metros por lo menos durante 15 años, prorrogables a otros 10 si todos cumplen sus compromisos. Eso sí, antes tendrá que ser Casa Remigio quienes ejecuten las obras para convertir el búnker en un jardín vertical que no desentone con el entorno y que tenga hiedras, wisterias, trompetas trepadoras, madreselvas y jazmines estrellados para llenar los 755 metros cuadrados de la cubierta.

La joya del proyecto, sin lugar a dudas, es la terraza de 200 metros en plena Plaza de España de la que podrán cerrar una parte del espacio para seguir utilizándola en invierno, al mismo tiempo que la otra parte quedará abierta. El aforo en el interior del pabellón se podrá servir a un público de entre 60 y 100 personas en función de cómo se distribuya el espacio, que es algo que también tiene que hacer el restaurador.

En total, y según el concurso, la previsión es que el negocio del Café Cervantes facture entre 1,2 y 1,3 millones de euros al año, de los que Casa Remigio tendrá que pagar al Ayuntamiento un canon de algo más de 200.000 euros anuales, por lo que este nuevo espacio parece tener buenos números.

Además, el grupo Remigio va a tener que hacer una inversión inicial de cerca del millón de euros para adaptar el búnker a un café y, sobre todo, para realizar la estructura de rejilla que tiene que sujetar el jardín vertical que cubrirá todo el techo y las paredes. Ese gasto de inicio no tiene en cuenta que luego tendrá que mantener ese techo y esas paredes verdes y coleando.

La maldición del Café Cervantes

El nombre de Café Cervantes no ha sido elegido al azar en este caso ya que está situado cerca de la estatua de los grandes personajes del escritor alcalaíno: Don Quijote y Sancho Panza, tan protagonistas de la Plaza de España.

Sin embargo, este nombre relativamente habitual, no se ha utilizado mucho en la ciudad de Madrid y todo, seguramente, por la leyenda negra que arrastra. Y es que cuentan que en el famoso Café Cervantes que abrió en el siglo XIX en un histórico edificio entre las calles de Alcalá y Barquillo, tuvo que echar el cierre por una fake news de la época.

En esos años, se corrió por los mentideros de Madrid, la historia de una marquesa que acostumbraba a bañarse en leche de vaca, copiando el ritual de Cleopatra, para mantener su piel suave y tersa. El problema venía en que luego, según se decía, vendía esa leche al dueño del Café Cervantes que lo servía a sus clientes.

Bulo por venganza o por malicia, el caso es que, según cuentan las crónicas, acabó por obligar al propietario a cerrar al famoso lugar y al resto de sus herederos de profesión a huir de poner ese nombre a otro espacio hostelero de la ciudad.