Obras en la línea 7B

Obras en la línea 7B E.E.

Madrid Comunidad

Tres años de "infierno" por las obras de la 7B en San Fernando: "El mercado de la venta de vivienda ha caído un 50%"

El mercado de la vivienda ha caído en un 50% en la zona, con precios en caída libre en las calles afectadas.

Más información: Los primeros de San Fernando, zona cero de la línea 7B: “Pago hipoteca por una pila de escombros”.

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Aunque no lo parezca, la vida en San Fernando de Henares ha cambiado mucho en los últimos tres años. Desde el inicio de las obras de la línea 7B de Metro, una nube de polvo cubre las calles de la ciudad, acompañada del ruido incesante de la maquinaria.

"Nos ha afectado en todo", comenta una vecina "de toda la vida" de la localidad. "A nosotros nos salieron grietas, aunque el Metro dice que no. Tenemos todos los informes de los arquitectos dándonos la razón".

Cuando comenzaron las obras, convivieron varios meses con el miedo de entrar a formar parte del grupo de vecinos que perdieron sus viviendas por los daños estructurales. "Estuvimos unas cuantas semanas muy nerviosos, no sabíamos lo que iba a pasar con nuestra casa".

Las grúas, los picos o los mazos han imposibilitado tareas tan básicas y comunes como, por ejemplo, ir al colegio. "Mi hija iba a Chu-Lin (escuela infantil) y en su último año tenían muchísimo ruido en horario lectivo porque incorporaron un mortero".

"Es muy triste para la gente que nos hemos criado aquí ver como desaparecen algunos de nuestros edificios, la Escuela de Idiomas o lo que llamábamos los 'burris'. Han cambiado completamente la estructura de toda la zona antigua del pueblo".

Escuela infantil Chu-Lín

Escuela infantil Chu-Lín E.E.

Teresa lleva desde 1987 regentando la Papelería Ramos, en la calle Nazario Calonge. Al otro lado de su puerta, una gran pared de metal es lo único que la separa del bullicio de las obras. "Es enorme el impacto que genera a nivel no solo económico, sino también psicológico", explica a Madrid Total.

"Nos están destrozando el barrio, se respira un ambiente de tristeza que es horrible". Ella confiesa sentirse afortunada pese a la situación general: "Sigo aquí porque el local es mío, si hubiese estado de alquiler habría tenido que cerrar el negocio".

Otros establecimientos de la misma calle no tuvieron la misma suerte. "Antes había una peluquería aquí abajo, pero tuvieron que cerrar, igual que la clínica veterinaria justo al final de la calle". Y es cierto, el aspecto de la acera por la que todavía se puede pasear es desolador, protagonizado por una hilera que se hace infinita de locales con las persianas echadas.

Ahora, han vuelto a cerrar la calle de nuevo para continuar con los trabajos. "Más que avanzar parece que estamos retrocediendo, ya tuvimos la calle cortada hace dos años y es que por aquí no venía nadie".

Papelería Ramos con una grúa al fondo

Papelería Ramos con una grúa al fondo E.E.

Sus clientes pensaron durante mucho tiempo que la tienda estaba cerrada por las obras: "Algunos días entraban solo dos clientes desde que abría hasta que cerraba". Continúa en marcha gracias a su clientela habitual que la conoce desde hace años.

A la entrada, un cartel muestra los establecimientos que continúan abiertos pese a las obras. Este se colocó precisamente por una petición de la propia Teresa, cuyos clientes llegaron a pensar que ella misma había decidido clausurar su papelería.

No solo afecta la falta de clientes, Teresa asegura que el ruido es "infernal" y dificulta su trabajo del día a día. "Para hablar por teléfono muchas veces tengo que irme al fondo de la trastienda y casi ni ahí puedo".

Además, se queja de los problemas de limpieza derivados de los restos de las obras. "Mira si yo ahora hago así en cualquier estantería solo sale polvo, es asqueroso", cuenta mientras pasa la mano por algunos de los productos que hay detrás de ella. "No hago otra cosa que limpiar desde que están aquí".

Clínica veterinaria cerrada

Clínica veterinaria cerrada E.E.

En el piso que se encuentra justo encima de la papelería vive una familia que no puede "ni abrir las ventanas para que entre el fresco durante el verano" sin ser consumidos por el ruido y la suciedad. Su hijo pequeño no puede dormir, pero, sin duda los que más sufren son sus dos gatos, que viven aterrados ante la vorágine de las máquinas que se encuentran en la calle.

Bajando la vía, unas vecinas se encuentran cerca de la plaza, pero apenas pueden escucharse aún estando a menos de un metro de distancia. El día a día de los habitantes de San Fernando ya se ha convertido en esto: ruido, polvo y la espera de una línea de Metro que nunca llega.

Precios en caída libre

Esta situación ha llevado a muchos vecinos a tomar la decisión de vender sus casas. "La demanda es muy baja, las familias con niños tienen miedo a gastarse un dinero y que el día de mañana tengan que salir", confirma Conchi Fernández, dueña de la inmobiliaria Fincas Fernández, que se dedica a trabajar con las viviendas de la zona.

"El cliente cuando te llama y ve que tienes un piso, lo primero que te pregunta es la calle y dónde está ubicada, porque tienen miedo a invertir y que mañana se derrumbe y pierdan lo que han comprado".

Cartel a la entrada de la calle

Cartel a la entrada de la calle E.E.

Además, los precios están cayendo en picado desde el inicio de las obras. La causa es precisamente la falta de demanda en las viviendas que están disponibles para su adquisición. "En San Fernando el mercado ha caído un 50%, hay viviendas en zonas que no están afectadas, que están en 300.000 y en las zonas afectadas te encuentras viviendas en 100.000 euros".

Las calles que no se encuentran directamente comprometidas con las obras siguen un comportamiento habitual en lo que a compra-venta se refiere. El mercado del alquiler también está en movimiento, aunque con muy poca oferta por el miedo de los inquilinos a tener que dejar su nuevo hogar de un día para otro.