Así se fabrica 'El Gordo': lo que revelan sus entrañas sobre los números más premiados
Así se fabrica 'El Gordo': lo que revelan sus entrañas sobre los números más premiados
Del subsuelo del Teatro Real a tu televisión. Radiografía de una mecánica centenaria que muestra los patrones favoritos del bombo: predominan las cifras bajas, por debajo de 10.000.
Todos tenemos algún cuñado, suegra, compañero de trabajo, vecina del quinto… que siempre repite la misma frase, con leves variaciones, cuando el 22 de diciembre se acerca: «Este año sí, es el mío. La suerte está de mi parte», o algo por el estilo. Es inevitable que las reuniones en estas fechas se llenen de visionarios numéricos de sobremesa, gurús del décimo compartido «ya te lo pagaré» y expertos en estadística avanzada tras las últimas copas de la noche. Hay miles de esos chamanes caseros, algunos instalados en su fantasía particular y otros que juegan más por tradición que por fe ciega. Casi como por costumbre heredada.

Rafa López (porque, según él, Rafael solo le llama la DGT) lleva 26 años siendo fiel a la misma cifra, una combinación con la que mantiene una relación casi íntima: «Mi número de la suerte es el 49287 porque era el del barrio, cuando yo vivía en la zona de La Arena, en Gijón. Cuando sales, haces vida y, por ejemplo, vas a tomar el café, te encuentras con la gente de siempre. Todos lo jugaban en el bar y por eso empecé a jugarlo, es el mío de toda la vida. Aunque no haya tenido suerte, le tengo cariño».
Ese apego por un número concreto que nombra Rafa también tiene su contrapeso al fijarse en los datos. Cuando se repasa el historial del Gordo desde 2011, afloran patrones que van más allá de supersticiones y recuerdos: hay combinaciones que se han colado más veces entre los premiados que otras y que, poco a poco, van dibujando una tendencia tras el engrosamiento del bombo hace 14 años.
Las combinaciones del Gordo que más se repiten se agrupan en la decena de millar del 70.000: sobresalen números como el 76148 y el 76448, construidos con las cifras más agraciadas en el periodo analizado. A partir de ahí, detrás de cada una de esas cifras se esconde una metodología milimétrica: desde la custodia de las bolas hasta la coreografía de bombos, tolvas y liras que convierte el sorteo del 22 de diciembre en un ritual tan mecánico como transparente.

La anatomía del premio, menos visible que las anécdotas de barra de bar pero igual de decisiva, explica cómo se preparan, se cuentan y se ponen en juego los miles de números que alimentan las supersticiones de todas esas personas que llenan de teorías las sobremesas de diciembre.
Esta mecánica, escrutada durante horas tras el sorteo, garantiza que todas las bolas entren en juego en igualdad de condiciones, pero no impide que, con el paso de los años, el azar vaya dejando pequeñas huellas en el bombo. Cuando se mira el sorteo en conjunto, más allá del número que toca cada 22 de diciembre, aparecen zonas del tablero donde se concentran una mayor cantidad de premios principales.
La selección por franja dibuja una geografía muy concreta dentro de los 100.000 números en juego. Los décimos bajos, que no llegan a las decenas de millar, han sido los más premiados en los últimos 14 años, con dos Gordos, tres segundos y seis terceros premios concentrados en un rango numérico muy estrecho.
Las otras zonas «favoritas» del sorteo se sitúan entre el 50.000 y el 59.999 y entre el 70.000 y el 79.999, con más de 20 premios en cada una y dos Gordos en la franja de los 72.000.