El gigante textil Inditex no toca techo. En ello, el presidente, Pablo Isla, tiene mucho que decir. La compañía acaba de presentar sus resultados anuales, en los que mejoran el dato en todos los indicadores -ventas, beneficio y márgenes-. Todo ello en un momento en el que el sector textil vive su particular revolución, a la que la compañía dueña de Zara se va adaptando como ninguna. 

En esto, su modelo de negocio "integrado", como ellos lo definen, está siendo clave. Las tiendas físicas y la tienda online tienen que ser una, según entienden en la cadena, y eso conlleva esfuerzos empresariales. Entre ellos, inversiones para mejorar la red logística, los entresijos de las web, y, además, adaptar las tiendas a esta revolución.

No obstante, y a pesar de la mejora, Isla tiene un gran reto por delante: su crecimiento este año ha sido el menor en ventas de su historia y el más pequeño en beneficio en los últimos cinco años. Es decir, la compañía sigue creciendo, sí, pero lo hace a un ritmo más lento. Y el cuarto trimestre no ha sido muy halagüeño, con la primera caída desde 2014. Las decisiones del presidente serán determinantes para la próxima cuenta de resultados.

Mercadona ha superado los 25.000 millones de facturación y nada indica que vaya a parar su crecimiento. La empresa a la que ha venido dando forma Juan Roig durante los años no se mide por el beneficio neto. De hecho, no le gusta que se hable del beneficio neto. Le importa tan poco que va subiendo y bajando en función de las necesidades inversoras del grupo.

La compañía tiene una caja más que sólida como para aguantar cualquier embate, pero cada año se pone en números negros porque la facturación no deja de crecer. En 2019 tiene un gran proyecto, la comida preparada, y uno menos ambicioso pero que poco a poco irá expandiéndose por el territorio nacional: una web decente que se basa en una logística sensata.

Para seguir con su ritmo de crecimiento, Roig tiene claro que tiene que seguir complaciendo al cliente, a los trabajadores, a los proveedores y a la sociedad. El capital es lo último, pero no por ello es menos importante. A veces se ve obligado a tomar decisiones impopulares, como el cambio del modelo de interproveedores a uno de totalers. Porque el directivo sabe que tiene, en general, buena calidad, pero que atinará más si el fabricante de la crema de zapatos no es el mismo que el de los cordones. 

Los 'jefes' van a tener muchas novedades en las tiendas durante los próximos años y, si todo va bien, más calidad; los 85.800 empleados, con sus nuevos uniformes, su nuevo convenio, el plan de igualdad y la peculiar filosofía de la cadena tienen motivos para estar satisfechos; los proveedores tendrán que mantener la guardia alta para no dejarse comer la tostada por los rivales; la sociedad ha ingresado casi 300 millones en impuestos, con un tipo efectivo del impuesto de Sociedades del 22%, y la compañía parece que tiene un buen curso asegurado. 

Mientras estos "cinco componentes" vayan bien, a Roig no le obsesionan los "numeritos". Y quizá es por eso que siguen dándole la razón.