Ilustración sobre la migración de los yamnaya hacia Europa.

Ilustración sobre la migración de los yamnaya hacia Europa. SayoStudio

Historia

La migración que cambió Europa hace 5.000 años: hoy causa enfermedades neurodegenerativas

Un ambicioso estudio de ADN antiguo de las poblaciones que habitaron Eurasia los últimos 15.000 años muestra cómo se formaron los genomas de los europeos modernos.

10 enero, 2024 17:00

Hace unos 15.000 años, la mayor parte de los humanos que habitaban Europa eran cazadores-recolectores. 10.000 años después, la revolución neolítica —la adopción de la agricultura y la ganadería— había cambiado radicalmente el escenario. La domesticación de plantas y animales supuso la necesidad de establecerse de forma más estable en los territorios y cambiar el modelo de poblamiento: del nomadismo se pasó al sedentarismo. Además, se empezó a fabricar cerámica e industria lítica pulimentada y aparecieron prácticas funerarias más complejas.

Pero este proceso no fue homogéneo en todo el continente. Los arqueólogos llevan tiempo señalando la existencia de una barrera cultural que se extendía desde el mar Negro hasta la región del Báltico y que persistió entre el Mesolítico y el Neolítico. Las sociedades que habitaron al este de la división, que estaban bien organizadas y tenían élites y clases guerreras, no fueron totalmente seducidas por la agricultura, quizá por el clima más duro, y siguieron buscando sus recursos pescando en los ríos o cazando animales salvajes en los bosques.

Pero un ambicioso estudio de ADN antiguo que ha creado la mayor base de datos de genes de los individuos que poblaron Europa aproximadamente en los últimos 15.000 años ha desvelado que esa barrera no fue solo cultural, sino que existieron profundas diferencias genéticas entre ambos lados, más importantes de lo que se pensaba. Además, la secuenciación de más de 1.600 genomas antiguos —317 de ellos nuevos— ha permitido a un equipo de investigadores de las universidades de Cambridge, Oxford y Copenhague recabar importante información biológica sobre la razón por la que los europeos presentan mayor riesgo de desarrollar enfermedades como la esclerosis múltiple. Los resultados se han publicado este miércoles en cuatro artículos en la revista Nature.

Ilustración en un recipiente cerámico que muestra a una población de pastores de la estepa, a otra de agricultores y a una última de cazadores-recolectores.

Ilustración en un recipiente cerámico que muestra a una población de pastores de la estepa, a otra de agricultores y a una última de cazadores-recolectores. SayoStudio

Uno de los principales hallazgos del trabajo ha sido sacar a la luz esa diversidad genética entre el oeste y el este de Europa manifestada ya en los grupos de cazadores-recolectores. Una brecha que se redujo hace unos 5.000 años, cuando comenzó la migración de los yamnaya, grupos de pastores procedentes de la estepa póntica, un territorio que incluye partes de la moderna Ucrania, el suroeste de Rusia y Kazajistán oriental. En apenas un milenio, su expansión provocó una revolución demográfica. Desde un punto de vista genético, los yamnaya son los antepasados de los habitantes actuales de gran parte del norte y oeste de Europa.

Sin embargo, el análisis genético de la migración de estos pastores también ha desvelado un sorprendente origen de enfermedades neurodegenerativas como la esclerosis múltiple, que tiene en la actualidad una mayor incidencia en el norte de Europa. Los investigadores, que han comparado el ADN antiguo con el de más de 400.000 individuos viviendo en Reino Unido, han descubierto que los genes que incrementan significativamente el riesgo de una persona de desarrollar esta afección compleja que afecta al cerebro y la médula espinal, y condicionada además por factores medioambientales, fueron introducidos en el noroeste del continente por los migrantes yamnaya.

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Curiosamente, estos genes fueron para los pastores de la estepa una ventaja evolutiva: les proporcionaron protección contra los patógenos que podían transmitirles sus animales domésticos y ciertas enfermedades infecciosas. Durante su dispersión, los yamnaya se mezclaron con agricultores locales y desplazaron a gran parte de las poblaciones originales de Escandinavia y el resto de Europa noroccidental. Así se explica que en el sur del continente, donde no dejaron una impronta genética relevante, el riesgo estadístico de desarrollar esclerosis múltiple sea menor.

"Estos resultados nos sorprendieron a todos", confiesa William Barrie, investigador del Departamento de Zoología de la Universidad de Cambridge y uno de los coautores de los artículos. "Proporcionan un gran avance en la comprensión de la evolución de la esclerosis múltiple y de otras enfermedades autoinmunes. Mostrar cómo el estilo de vida de nuestros antepasados condiciona el riesgo de enfermedades modernas simplemente resalta que somos los beneficiarios de sistemas inmunológicos antiguos en un mundo moderno".

¿Procesos violentos?

La información genética extraída de los 1.664 esqueletos excavados en una amplia región de Eurasia que se extiende desde la costa atlántica hasta el lago Baikal, en Rusia, y que se han fechado entre el Mesolítico y la Edad Media, ha desvelado que el modo de vida de estos individuos tuvo un impacto en la evolución del genoma humano, alterando los genes que se iban transmitiendo entre generaciones. Se ha podido descubrir, por ejemplo, que la tolerancia a la lactosa en los adultos se desarrolló hace unos 6.000 años o que la mayor altura de los europeos del norte frente a los del sur se debe a otra predisposición genética generada también durante la expansión de los pastores de la estepa póntica.

En cuanto a los riesgos de enfermedad, los estudios dirigidos por Eske Willerslev (Universidad de Cambridge), Thomas Werge (Universidad de Copenhague) y Rasmus Nielsen (Universidad de California) han mostrado afecciones, además de la esclerosis múltiple, que están influenciadas por la cantidad de ADN que un individuo porta de las dos principales migraciones de poblaciones que tuvieron lugar en Eurasia después de la última Edad del Hielo —la de los agricultores que llegaron desde Anatolia hacia 5500 a.C., al comienzo del Neolítico, y la de los yamnaya—.

Ilustración sobre la evolución de los genes que afectan al riesgo de desarrollar esclerosis múltiple.

Ilustración sobre la evolución de los genes que afectan al riesgo de desarrollar esclerosis múltiple. SayoStudio

Por ejemplo, las personas con una mayor ascendencia genética derivada de las poblaciones neolíticas, que es más común en el sur de Europa, tienen más probabilidades de portar genes relacionados con trastornos del estado de ánimo, mientras que en Europa del este, con una mayor presencia de ADN de cazadores-recolectores, existe un mayor riesgo genético de desarrollar diabetes de tipo 2 y alzhéimer.

Uno de los cuatro artículos publicados en Nature se ha centrado exclusivamente en el estudio de las poblaciones prehistóricas de Dinamarca gracias al análisis de un centenar de esqueletos que abarcan un periodo de 7.300 años. La sociedad que surgió a finales del Neolítico, hace unos 4.850 años, reemplazando a los descendientes de los primeros agricultores, que a su vez se habían mezclado con los cazadores-recolectores de la zona, estuvo muy influenciada por la rápida expansión de la ancestralidad yamnaya, que se fusionaron con los grupos locales creando la llamada cultura Single Grave —una variante de lo que en Europa se ha definido como la cultura de la cerámica cordada—.

"Sus genes permanecieron. En Dinamarca, en el resto de Escandinavia y en gran parte del noroeste de Europa, somos esencialmente yamnaya hasta el día de hoy genéticamente hablando", resume el genetista evolutivo Eske Willerslev. ¿Pero fueron por la fuerza estos procesos? "Lo que sí sabemos en que en ambos casos, las poblaciones existentes —primero los cazadores-recolectores y después los descendientes de los agricultores de Anatolia fueron desplazados. ¿Quizás los migrantes portaban enfermedades que aniquilaron a los antiguos habitantes? ¿O tal vez fueron víctimas de la violencia?", se pregunta Anders Fischer, otro de los investigadores. "No lo sabemos, pero observando la prehistórica Dinamarca yo veo mucho derramamiento de sangre".